Mário de Andrade

Crónicas de melancolía eufórica


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      MÁRIO DE ANDRADE

      Crónicas de melancolía eufórica

      Traducción: Rosario Lázaro Igoa

      Ilustraciones: Martín Verges Rilla

Logo de alter ediciones En esta ilustración de Martín Verges, los lentes de mario de Andrade comienzan a deformarse. En esta ilustración de Martín Verges, los lentes de Mario de Andrade se siguen deformando y empiezan a parecerse a anzuelos. En esta ilustración de Martín Verges, los lentes de Mario de Andrade se siguen deformando y se multiplican ocupando toda la pantalla. Parecen anzuelos. En esta ilustración de Martín Verges, los lentes de Mario de Andrade se siguen deformando y se multiplican ocupando todo. Ahora se asemejan a espermatozoides.

       Agradecimientos

      A los herederos de Mário de Andrade, especialmente a su sobrino Carlos Augusto de Andrade Camargo, y a la Fundação Biblioteca Nacional do Brasil por apoyar este proyecto. También al profesor Joel Wolfe, por la contextualización histórica en relación con el automóvil, y a los lectores de las versiones previas, por la generosidad y el cuidado.

Esta ilustración de Martín Verges, le da inicio al libro. De los lentes iniciales queda solo un recuerdo. El espermatozoide nos muetrs la entrada a las crónicas.

       Crónicas de Mário de Andrade en español: notas sobre la edición y la traducción

      Las crónicas del brasilero Mário de Andrade (1893-1945) que componen este libro fueron publicadas a fines de los años veinte y comienzos de los años treinta en el Diário Nacional de São Paulo. La selección y traducción al español implica, por lo tanto, no sólo el pasaje de una lengua a otra, sino también una reinserción de la antología resultante en una tradición cronística cercana, aunque diferente. En el pasaje del periódico a la antología en traducción hay, asimismo, cambios en el plano material y simbólico no previstos por el cronista hace casi un siglo. Por lo tanto, valgan las presentes anotaciones sobre las decisiones tomadas.

      Además de poeta, novelista, folclorista y ensayista, Mário de Andrade tuvo una amplia trayectoria en la prensa escrita. Su primer texto periodístico se publicó en 1915. Las crónicas elegidas aquí fueron recogidas en Táxi e crônicas no Diário Nacional (1976), y algunas ya habían dado el salto al formato de libro en Os filhos da Candinha (1942), antología que el propio cronista organizó. En esa instancia, De Andrade eliminó marcas coyunturales, reescribió partes del texto y eliminó las fechas de publicación. En este proyecto, preferimos guiarnos por la publicación en periódico, respetada en el libro de 1976, como referencia de fijación del texto. Sin duda, eso hace evidentes la rugosidad y las tensiones propias de la prensa periódica. En ese mismo sentido, mantuvimos las fechas de publicación como una forma de ligar la crónica a una cotidianeidad distante, en definitiva, una construcción nuestra.

      Traducir crónica brasilera al español tiene que ver, como ocurre con otros géneros, con un cambio en lo que significa la crónica en cada dominio y momento. Si bien la crónica en Brasil y en el Río de la Plata tiene un origen común —con influencia de la chronique francesa del siglo xix y por la omnipresencia de la literatura dentro del periódico— hay divergencias importantes en el desarrollo posterior. Lo que entendemos por crónica en el Río de la Plata hoy, entre otras cosas, es aquel periodismo narrativo practicado por cronistas como Leila Guerriero, Martín Caparrós o el mexicano Juan Villoro. Allá atrás, y en archivos que poco a poco se digitalizan o adquieren edición en libro, están Daniel Muñoz, Soiza Reilly (de curiosa trayectoria binacional), Roberto Payró, Roberto Arlt o Samuel Blixen.

      En Brasil, la influencia estilística de grandes escritores del siglo xx al servicio de la crónica, como Carlos Drummond de Andrade, Mário de Andrade, Clarice Lispector o Rubem Braga, separó a este género de la referencia histórica inmediata. La crónica se hizo leve, menos ligada al momento puntual, y ganó un vuelo poético, como recuerda Antonio Candido. No menos importante es la trayectoria pionera en numerosos periódicos decimonónicos por parte de Machado de Assis, quien contribuyó a sentar las bases del género y a obtener el reconocimiento de la crítica, que actualmente defiende en parte la propiedad brasilera sobre este. Por lo tanto, traducir se transforma en una excusa para el diálogo.

      A pesar de la distancia, las crónicas de Mário de Andrade ofrecen innovaciones que siguen siendo relevantes hoy en día. Como integrante de la Semana de Arte Moderno de 1922, De Andrade tenía un claro proyecto estético que implicaba la renovación de la lengua portuguesa. Esa renovación se expresa en la irrupción de la ­coloquialidad en la escritura y en la introducción de numerosos regionalismos, palabras alejadas del lector de la época que entran al texto y dan cuenta de la intención de reinventar lo propio y lo ajeno en la búsqueda de una identidad brasilera. La presencia de geografías disímiles en las crónicas apoya lo anterior: los viajes por una Amazônia distante o el transitar por un São Paulo tan íntimo que torna a la ciudad irreconocible.

      Por otra parte, una consecuencia de cualquier tipo de selección es la conformación de un cuerpo nuevo, que pretende representar en ausencia el total de una obra. De la doble mediación de selección y traducción también surgieron afinidades que en la secuencia temporal no eran tan evidentes. Apareció la tendencia a la abstracción en crónicas melancólicas que parten de anécdotas puntuales, pero enseguida se alejan de los hechos y sirven para anotaciones íntimas. Mientras la afinidad de aquellas crónicas etnográficas era más fácil de advertir desde un principio, no lo era el núcleo de las monstruosas, textos que amplían los desplazamientos hacia el terreno de la fantasía y de los sueños.

      A pesar de que trabajamos desde la posible autonomía de estas crónicas de sus circunstancias de publicación, consideramos interesante introducir notas a pie de página para aspectos puntuales que dan cuenta de los desplazamientos mencionados. Así, anotamos regionalismos amazónicos, o palabras tupíes, o incluso cuestiones históricas precisas. Las notas no son exhaustivas, y más que nada buscan apoyar la convivencia de dimensiones extrañas en un mismo texto, sin una relación unívoca con un momento o un lugar en particular. Tanto es así que omitimos su presencia cuando el propio texto explicaba el término enseguida, como parte de la crónica. Aquellas notas que se desprenden del Dicionário Houaiss da Língua Portuguesa se marcan con la siguiente indicación: «(dh)».

      Para dar cuenta de esta búsqueda en las crónicas de De Andrade, también decidimos recrear los neologismos del texto, así como mantener topónimos y antropónimos en portugués. En cuanto a la puntuación y a la sintaxis, quisimos conservar las innovaciones del texto haciendo uso de la plasticidad del español siempre que fuera posible.

      Mención aparte merece un curioso dispositivo gráfico: el punto de exclamación seguido de tres puntos suspensivos (!...). Esta marca, que en parte motiva el título del conjunto (melancolía eufórica), aparece también en Macunaíma (1928), al principio, cuando el «héroe sin ningún carácter» exclama: «¡Ay! ¡Qué pereza!...», y consideramos pertinente mantenerla.

      La aventura del trabajo en este volumen, desde la selección y traducción de las crónicas hasta su reorganización y edición final, cuenta con la colaboración del artista Martín Verges Rilla, que entró al mundo de De Andrade a través de estos textos y salió de él con los dibujos y pinturas que amplían el viaje.

      Rosario Lázaro Igoa