es muy adecuado adscribir Los paseos de circunvalación al expresionismo. Estilísticamente creemos que se trata de una obra de transición al segundo período, en la que ya empieza a irrumpir una forma de narrar que apunta claramente al minimalismo de las siguientes.
19 Un párrafo que sintetiza la búsqueda identitaria que atraviesa toda la obra del escritor, que en muchas ocasiones se concretará en la obtención de un estado civil.
20 En el original «cabotinage», que hace referencia a los actores sin talento y es por tanto un término muy duro para una madre actriz.
21 En el original «cabotine»; véase nota anterior.
22 En febrero de 1962, (…) en casa de mi madre, coincido con el periodista Jean Cau, a quien protege un guardaespaldas por los atentados de la OAS. Curioso personaje, ese exsecretario de Sartre, con cara de lobo cervario (traducción poco afortunada de loup-cervier, lince) y a quien fascinan los toreros. A los catorce años, le hice creer que el hijo de Staviski, con apellido falso, era mi vecino de cama en el dormitorio y que aquel compañero me había contado que su padre vivía aún en algún lugar de Sudamérica. Cau fue al internado en un 4 CV porque quería a toda costa conocer al «hijo de Staviski», con la esperanza de conseguir una exclusiva sensacional (UP 78).
23 El barrio de la madre del escritor.
24 En la versión de este episodio en su autobiografía no recoge el despecho por no ser leído por su madre. Además, difiere en cuanto a los detalles, aunque no en el fondo (UP 93).
25 Reparemos en que se trata de un sujeto desdoblado, figura sintáctica, que, por su relevancia en algunos pasajes de su obra, volveremos en otros capítulos. La cursiva es nuestra.
26 Film dirigido por Guillaume Radot, con guión de Francis Vincent-Bréchignac, protagonizado por Pierre Renoir, Madeleine Sologne y Gabrielle Dorziat.
27 Le Carrefour des archers, título que según Cosnard (2008: 240) aludiría al film de Michel Roux Le Carrefour des enfants perdus (1943).
28 Nada más publicarse el libro y a pesar de que la voz del narrador era la de una mujer, al escritor y periodista Jérôme Garcin, no se le escapó que la Petite Bijou era la Bovary de Modiano (Garcin, 2001).
29 Cfr. Zehrfuss (2010). Relato autobiográfico en el que dice que fue una mascota de su madre, que le atribuye el papel de «perro amaestrado… incluso diría caniche amaestrado» (pp. 29-30). Por su parte, la Petite Bijou dice de sí misma que «no era sino una niña prodigio de mentira, un infeliz animalillo de circo. Un caniche» (J 88-89). La Petite Bijou está dedicada a su esposa Dominique y a su hija Marie, pero con dedicatoria diferenciada: Para Zina (cuatro espacios en blanco) Para Marie. Además, la profesión de la mujer de Modiano ha sido la de diseñadora de joyas.
30 Personaje inspirado en el escritor Armand Robin.
31 Frèderique, la amiga de la madre con quien la ha dejado, intenta disculparla ante su hija a partir del accidente de su progenitora en los tobillos comparando su situación con la de un caballo de carreras herido al que llevan al matadero (J 94).
32 Modiano se considera hijo del azar: «Las temporadas de grandes turbulencias traen consigo frecuentemente encuentros aventurados, de tal forma que nunca me he sentido hijo legítimo y, menos aún, heredero de nada» (UP 7).
33 A partir de la segunda edición, Modiano cambia el nombre de Jean Bori por Jean Borand, recuérdese lo dicho sobre las modificaciones introducidas tras el encuentro del escritor con Eliana Gardaire, la auténtica Joyita.
34 La vagabunda en la que Thérèse cree reconocer a su madre, por lo que este sueño se produce en un pasado inmediatamente próximo.
35 En mayúsculas en el original.
36 «Patoche», en el original francés. Nueva autoreferencia del escritor, a quien llaman así las amigas de su madre a quien ha sido confiado el narrador de Reducción de condena.
37 «La chose», la cosa, es un concepto más ambiguo que objeto, porque puede aludir a abstracciones como los afectos.
38 Su hija Zina, que sin duda conoce esta manía paterna, ha escrito y dibujado un álbum para niños en el que unos botones se escapan de la caja y se van de viaje por el mundo (Zina Modiano, 2015b).
39 Voilà huit jours que je pense à maman. / A chaque pas son image m’arrête. / Elle portait un grand panier grinçant / Et montait, leste, au-dessus de ma tête. / J’étais en ce temps-là, tout d’une pièce, / Je ne cessais de hurler, de piaffer: / Que ce linge à d’autres, maman le laisse / Que ce soit moi qu’elle emporte au grenier.
2.
EL PERRO DE LOS SUEÑOS: LOS CUENTOS DE MARCEL AYMÉ
UN PUNTO DE PARTIDA para explicar una presencia animal tan constante, rica y variada en la obra de Patrick Modiano puede concretarse en los dos episodios biográficos citados: el atropello de la perrita que tenían él y su hermano cuando eran niños y el supuesto suicidio del perro de su madre con el que dice identificarse. Pero, a partir de aquí, hay que preguntarse por qué esos episodios se transforman en material literario y por qué ya en las primeras novelas (el llamado ciclo de la Ocupación) aparecen algunas metáforas animales. Además del impacto vital de esos sucesos y de la asunción del sustrato de la Ocupación, ¿hay una influencia literaria ligada también al periodo de la infancia?
Modiano ha dejado constancia de sus primeras lecturas infantiles, entre ellas los cuentos de Andersen, los tradicionales cuentos de hadas y los Contes du chat perché de Marcel Aymé, protagonizados estos por dos hermanas que viven en una granja llena de animales con los que hablan y viven aventuras. Aunque algunos especialistas han destacado la influencia de los cuentos de hadas en Modiano, la crítica apenas ha relacionado los cuentos de Aymé con su obra. Sin embargo, una relectura de esos cuentos y de algunos relatos de Aymé verifica una influencia absolutamente decisiva.
En los cuentos de Aymé, los animales, además de aparecer como un reflejo de lo humano como en los cuentos tradicionales, también ayudan a percibir la realidad de un mundo no humano con el que es posible comunicarse. La primera «declaración de amor» publicada de Modiano a Aymé es el prefacio de una serie de nouvelles de Aymé reeditadas por Gallimard en 1988 (PMA). Aymé, confiesa,