Cristina Cortes

Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo


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      Cristina Cortes

      Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo

      Historias eróticas prohibidas

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      Inhaltsverzeichnis

       Titel

       Chapter / Capítulo - Noche en Venecia

       Chapter / Capítulo - Las aventuras de Valentina

       Chapter / Capítulo - Una Tarde en el Billar.

       Chapter / Capítulo - Mi Futura Suegra

       Chapter / Capítulo - Mabel, la amiga de mi suegra Marta recibe su premi

       Chapter / Capítulo - Namorado da irmã

       Chapter / Capítulo - Mi esposa pago su apuesta

       Chapter / Capítulo - Entregando a mi esposa

       Chapter / Capítulo - Unas Vacaciones muy calientes y deliciosas

       Chapter / Capítulo - El video porno de mi esposa

       Impressum neobooks

      Chapter / Capítulo - Noche en Venecia

      Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo

      Cristina Cortes

      * Todas las personas tienen 18 años o más.

      Daban las 10 de la noche. Las callejuelas y canales de Venecia aun eran concurridas a esta hora. La época de carnaval engalanaba a la ciudad y le daba una mística especial. Saliste de la tina después de una hora esplendida de baño de burbujas. Abriste la puerta del vestidor amplio. De madera fina con un toque clásico. Tomaste unas medias negras con ligero y te observaste en el espejo de cuerpo completo mientras te las colocabas. Te encantaba tu figura. Sabias lo que tenias. Tomaste unas bragas de seda negra que hacían conjunto con el ligero. Te las colocaste. Diste media vuelta para ver como se veían por detrás.tus nalgas firmes se levantaban un poco más de lo normal por lo ajustado de las patines. Eran a media pompa. Volteaste al frente. La acomodaste un poco y te acariciaste sobre la tela para que se marcaran tus labios. Después te colocaste el bra strapless del conjunto. Diste una última mirada para ver que todo estuviera en su sitio. Saliste a la habitación y abriste la caja que estaba en la cama. Era un vestido negro largo. Muy elegante. Dentro también había un collar de varios diamantes y una máscara negra. Todo coordinaba a la perfección. Una tarjeta con mi nombre. La volviste a leer. "El verte usar este conjunto será mi regalo esta noche".

      Terminaste de vestirte. Te colocaste el collar y la máscara que cubría la parte superior de tu rostro. Saliste de la habitación y tomaste una góndola. "Palazzo Vechio per piachere"..

      En el transcurso del viaje comenzaste a imaginar cómo sería la noche. Como vestiría yo. Y te deleitaste soñando como terminaría este día. Mientras el barquero canta al son del Oh Sole Mio. Te percataste que te habías comenzado a tocar sobre el vestido. Y te sentías ya húmeda. Te recompusiste al divisar a lo lejos el palazzete donde se daba la fiesta privada más importante de la época.

      Desembarcaste y entraste para encontrar un mundo tan extraño. La arquitectura clásica del gran salón se fusionaba con adecuaciones modernas. Lo que un día fueron balcones ahora tenían una protección de cristal.

      Las hostess te condujo escalera abajo. Donde una gran parte de los invitados bailaban al ritmo de música de la época de oro de la ciudad. Te sentías en una película sobre el renacimiento.

      Yo desde las alturas ya te observaba. Figura deliciosa. Te vi incorporarte al baile por varios minutos. Tome el teléfono y solicite que te subieran a mi privado.

      Dos damas se acercaron a ti. "Il Prefecto quiere verte" dijeron en una extraña combinación de italiano y español ibérico. Volteaste a buscarme en los balcones. Pudiste observar mi silueta vestida en traje sastre y una máscara similar a la tuya. Asentiste y seguiste a las damas.

      El privado estaba con luz tenue. No podías encontrarme. Te acercaste al gran ventanal y las damas que ahora caminaban detrás de ti tomaron tus manos y las amarraron con unas cadenas cubiertas de terciopelo que colgaban del techo de manera que estuvieras siempre viendo hacia el gran salón y no pudieras girar. Retrocedieron y antes de salir de la habitación presionaron un botón que hacia opaco el cristal del ventanal, de manera que tu podías ver al salón, pero en el salón no podían verte. Esto no lo sabías tú, para ti la sensación era que cualquier invitado te pudiera ver en las alturas.

      Me acerque por detrás y sin preguntar use solo mis labios para dar una especie de beso coqueto chupetón en la base de tu cuello. Sabias que era yo…. Mientras besaba tu cuello y comenzaba a pasearme por el lóbulo de tu oreja, desabroche el vestido y lo deje caer al suelo… encontrándome con una hermosa postal de tu cuerpo en seda negra. mi mano se acerco a tus nalgas y comenzaron a frotarlas y acariciarlas… mientras la otra compañera busco mallugar tus senos… primero por arriba de la tela después por debajo de ella.

      Mi boca regreso a tu espalda…y ese beso juguetón comenzó un descenso despacio. Besando cada vertebra de tu cuerpo… mi manos jugaban ya con la tela de tu panti que cubre tu fruta prohibida. Estabas húmeda. no sabías que juego sería el de hoy… pero el sentirte observada te elevaba la adrenalina… y la sensación de placer era mayor…

      Al llegar mi boca a tu panti sin preguntar la comencé a bajar, exponiendo el fruto anhelado separe un poco tus piernas, facilitando mi acceso para lamer por detrás de ti. Mis manos separaron un poco tus nalgas… y rose con la punta de mi lengua tu ano expuesto,, haciendo círculos en el. y alternando con sorber de tu clítoris mientras mis manos retozaban por delante de ti…

      Te sabia húmeda… te quería chorreando… tome de una mesa cercana una especie de látigo de varias cuerdas finas… y te di un par de nalgadas con el. Suaves dóciles. excitantes… gemiste de placer. Repetí la dosis un par de veces…. Intercalando con usar mi dedo como termómetro en tu vagina… tu ya te mordías los labios. había un rush de emociones en ti…

      Sabía que estabas lista…

      Sin decir palabras, me despoje de mi pantalón, me acerque por detrás y de una sola embestida te clave la espada en lo más profundo de tu ser. Lloraste de placer… era lo que tenias tiempo esperando. Desde que comenzaron nuestras charlas.

      Continúe con mis embestidas…subiendo el tono de los besos, las caricias y la velocidad con la que te metía mi miembro…llenábamos la habitación con el olor de nuestros cuerpos, y el sonido de tu gemir y de mis muslos golpeando contra tus nalgas. Y abajo sin embargo. la gente bailaba. Sin percatarse de la extraordinaria faena que nos deleitaba…

      Pare un momento y tome de la mesa un plug anal,