Polo Toole

The mystery box


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      The mystery box

      Polo Toole

      ISBN: 978-84-19300-97-3

      1ª edición, marzo de 2022.

      Editorial Autografía

      Calle de las Camèlies 109, 08024 Barcelona

      www.autografia.es

      Reservados todos los derechos.

      Está prohibida la reproducción de este libro con fines comerciales sin el permiso de los autores y de la Editorial Autografía.

      Índice

       Capítulo 1:

       VIDEOJUEGOS, DROGAS Y FIESTA

       CAPÍTULO 2:

       REBELIÓN EN EL CHAT

       CAPÍTULO 3:

       THE MYSTERY BOX

       CAPÍTULO 4:

       OMNIA MUTANTUR, NIHIL INTERIT

       CAPÍTULO 5:

       LA CONJURA Y EL NECIO

       CAPÍTULO 6:

       LA HABITACIÓN

       CAPÍTULO 7:

       EL CONCIERTO

       CAPÍTULO 8:

       LA PISTA

       CAPÍTULO 9:

       EL LOCAL

       CAPÍTULO 10:

       VIOLENTA RAPIOTA

       EPÍLOGO

      Capítulo 1:

      VIDEOJUEGOS, DROGAS Y FIESTA

      En un cuarto piso en Malasaña, los gritos salían a borbotones por una de las ventanas, mezclándose con el viene y va de los vecinos que llegan de comprar o van a ello, de las sartenes friendo y cazuelas bullendo.

      —¡¿Qué haces loco?! ¡Que casi me rompes el cable del tirón que le has metido, bestia!

      —Shh..., tranquilo, no ha pasado nada... –intenta acariciarle la cabeza sin éxito, ambos se ríen.

      —En serio, tío, ten cuidado por favor.

      —Este juego me gusta más, al menos es relajante –en la pantalla, un buzo en primera persona se desplaza en un océano virtual recogiendo minerales y peces inverosímiles.

      —Te lo dije, he estado bastante enganchado...

      —¿Qué es esto? –encuentra algo.

      —Ah, es un plano, para construir una especie de mini submarino para moverte mejor y llegar a sitios más profundos.

      —¿Voy a por ello?

      —Como tú quieras –el amigo no se fija, pero a éste se le forma una sonrisa pilla en la comisura de los labios.

      —A ver, que subo a la superficie primero –la concentración es máxima mientras revisa las notas a modo de pista que da el juego–. ¡Ay, no puedo crearlo!, me falta una pieza –mira a su amigo, que se había levantado para coger un paquete de aperitivos con forma de gusanos naranjas fosforitos–. Tío, Víctor, ¿dónde puedo encontrar la pieza que me falta?

      —A ver, –contesta con la boca llena y acento granadino– date la vuelta, para el otro lado, ahí, ¿ves la nave?

      —Como para no verla.

      —Exactemundo, si tiras para la popa seguro que pillas la que te falta.

      —Voy –ambos se recuestan mientras Víctor no para de comer de la bolsa a dos manos, claramente disfrutando del momento–. ¡¿Qué es esto?! Ah, vale, joder con las algas... La zona de antes me gustaba más, estos pescados me dan bastante mal rollo.

      —Tu tranquilo, que lo más que te van a hacer es morderte un poco, además comen metal y si les tiras algo te los quitas de encima.

      —Ya, pero yo también necesito el metal...

      —Eso sí –al llevar al personaje hacia la nave, la música cambia y la imagen se impregna de un color marrón misterioso.

      —¿Qué pasa, por qué ha cambiado todo ahora?

      —Hombre, es por la nave, la radiación y todo eso... –se aguanta la risa.

      —Mira, voy a buscar la pieza esta y me vuelvo al arrecife, que esto no me está gustando –lo mira de reojo y hace una pausa–. No será de miedo, ¿no?

      —¡Qué va! –sigue buscando un rato con el personaje hasta que por fin ve algo brillante que parece el plano, pero entonces un rugido tremendo sale del monitor.

      —¡¿Qué pasa!?, ¡¿qué pasa?! –le da a la pausa y mira a Víctor.

      —Te he mentido..., –la sonrisa más pícara que es capaz de reproducir se le dibuja en el rostro.

      —Es de miedo, ¿verdad? –lo mira resignado.

      —No como tal...

      —Ya...

      —¿No tienes curiosidad? Está muy cerca..., ya están aquí... –canturrea imitando la frase de la famosa película.

      —En fin, que sea lo que sea –se concentra, desactiva la pausa y baja lo más rápido posible a por el diagrama, un rugido retumba aún más cerca y entonces aparece una gigantesca criatura con rostro, dientes y patas en la cara como de insecto–. ¡Ah, ay, ay, ay, no, no, no, no, no, no!, ¿qué hago, a dónde voy?

      —¡Esquívalo, loco! –finalmente la criatura acaba devorando al personaje y la pantalla se congela.

      —Exquisito... –deja el mando y se recuesta en el sofá mientras Víctor no para de reírse.

      —No seas tan quisquilloso, Alberto, eres un tío de lo más quisquilloso.

      —¿Qué es eso? –lo mira con desgana.

      —¿Quisquilloso? –arquea las cejas para darle una definición de diccionario cuando suena el timbre del portero.

      —¿Quién es?

      —Te