Miguel Cane

En viaje (1881-1882)


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       Miguel Cané

      En viaje (1881-1882)

      Publicado por Good Press, 2019

       [email protected]

      EAN 4057664163059

       MIGUEL CANÉ

       JUICIO CRÍTICO DE ERNESTO QUESADA

       EN VIAJE (1881-1882)

       DOS PALABRAS

       INTRODUCCIÓN

       CAPITULO I

       CAPITULO II

       CAPITULO III

       CAPITULO IV

       CAPITULO V

       CAPITULO VI

       CAPITULO VII

       CAPITULO VIII

       CAPITULO IX

       CAPITULO X

       CAPITULO XI

       CAPITULO XII

       CAPITULO XIII

       CAPITULO XIV

       CAPITULO XV

       CAPITULO XVI

       CAPITULO XVII

       CAPITULO XVIII

       CAPITULO XIX

       CAPITULO XX

       CAPITULO XXI

       "La Cultura Argentina"

       NOTAS

       Índice

      —————

      Nació en Montevideo, en 1851, durante la emigración. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y se graduó en Derecho en la Universidad el año 1872. Perteneció al grupo de espíritus selectos que formó la "generación del ochenta", en momentos en que la cultura argentina se renovaba substancialmente en el orden científico y literario.

      Su actividad fue solicitada alternativamente por la política, la diplomacia y la vida universitaria; pero siempre se mantuvo fiel cultor de las buenas letras, con aticismo exquisito. Nadie pudo ser más representativo para ocupar el primer decanato de nuestra Facultad de Filosofía y Letras, a cuya existencia quedó para siempre vinculado su nombre.

      Inició su carrera de escritor en "La Tribuna" y "El Nacional". En 1875 fue diputado al Congreso; en 1880 director general de correos y telégrafos; después de 1881 ministro plenipotenciario en Colombia, Austria, Alemania, España y Francia. En 1892 fue Intendente de Buenos Aires y poco después Ministro del Interior y de Relaciones Exteriores.

      Publicó los siguientes libros, que le asignan un puesto eminente en nuestra historia literaria: "Ensayos" (1877), "Juvenilia" (1882), "En viaje" (1884), "Charlas literarias" (1885), Traducción de "Enrique IV" (1900), "Notas e impresiones" (1901), "Prosa ligera" (1903). Ha dejado numerosos "Escritos y Discursos" que pueden ser reunidos en un volumen tan interesante como los anteriores.

      Con excelente gusto crítico y ductilidad de estilo, cualidades que educó en todo tiempo, logró ser el más leído de nuestros "chroniqueurs", igualando los buenos modelos de este género esencialmente francés. Más se preocupó de la gracia sonriente que de la disciplina adusta, prefiriendo la línea esbelta a la pesada robustez, como que fue en sus aficiones un griego de París.

      Falleció en Buenos Aires el 5 de Septiembre de 1905.

       Índice

      —————

      Tarde parece para hablar del libro del Sr. Miguel Cané, resultado de su excursión a Colombia y Venezuela en el carácter de Ministro Residente de la República Argentina. Hoy el autor se encuentra en Viena, de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de nuestro país cerca del gobierno austro-húngaro. Habrá quizás extrañado que la Nueva Revista de Buenos Aires haya guardado silencio sobre su último libro, tanto más cuanto que—¡rara casualidad!—a pesar de ser el señor Cané conocidísimo entre nosotros, jamás lo ha sido, puede decirse, sino de vista por el que esto escribe. Y eso que siempre ha tenido los mayores deseos de tratarle personalmente, por las simpatías ardientes que su carácter, sus prendas y—sobre todo—sus escritos me merecían. De ahí, pues, que estuviera obligado a hablar de este libro. Digo esto para demostrar que la demora en hacerlo ha sido del todo ajena a mis deseos. El señor Cané, periodista de raza, sabe, por experiencia, cuán absorbente es el periodismo, máxime cuando es preciso hacerlo todo personalmente, como sucede en empresas, del género de la Nueva Revista.

      Había leído el espiritual artículo que sobre este mismo libro publicó en El Diario, tiempo ha, M. Groussac—otro escritor a quien todavía no me ha sido dado tratar. El sabor francés disfrazado de chispa castellana, me encantó en ese artículo, en el cual se decían al señor Cané verdades de a puño, terminando a la postre con un merecido elogio. Posteriormente, y en el mismo diario, publicose una carta del criticado autor, en la que se defendía con gracia infinita, y con finísimo