Diego Maenza

Bestiario Americano


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      BESTIARIO AMERICANO

      DIEGO MAENZA

      Segunda Edición

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      © Diego Maenza, 2018

      © Tektime, 2019

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      BESTIARIO AMERICANO

      DIEGO MAENZA

      AMÉRICA DEL SUR

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      LA DAMA TAPADA

      (Quinteto romántico de un decapitado ecuatoriano)

      Nupcial veneno en

      el estertor de la embriaguez.

      Aúllas el dolor que escapa de tus poros

      cuando desenmascaras tu dentadura

      y ejercitas la caricia de Tánatos.

      Lluvia de prismas oscuros derramados.

      Vulva podrida que entumece la felación.

      Quienes te besaron atestiguan tu fragancia,

      pero a quienes tocaste están muertos;

      ergo, he hablado con la muerte.

      Angostos callejones te veneran,

      madre de la oscuridad, esposa del sueño,

      amante del azufre, amiga de la antracita.

      La magnolia expulsa el sudor desde tu útero:

      desgarra avenidas ecuatorianas como carroña.

      Distraes al joven y al anciano por igual.

      Tus postulados filosóficos: sexo y venganza.

      Quienes te vieron legitiman tu hermosura,

      pero ahora son clérigos o están en los manicomios;

      ergo, he hablado con los tunantes.

      Una noche, ebrio de amor, te alcancé.

      Te encontré negra como el silicio

      y yo pálido como un estanque

      que reflejara la luna de tu sexo.

      El suicidio es la forma más pura del amor.

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      EL MUQUI

      (Poema humano de un minero peruano)

      Pertenezco a las minas.

      Al alba todo termina o todo comienza.

      El corolario de los tullidos es un cántico de dolor.

      Masco una hoja de coca mientras me masturbo

      cavilando en la parálisis del materialismo.

      Soy esquivo aunque mis primos sean gregarios

      y circulen por los arroyos como un enjambre de hilaridad.

      He decodificado sus quipus y sus pasiones,

      he estudiado al oro y al hombre.

      Pertenezco al agua

      que lava incluso los rincones más sombríos:

      un minero pasa con sus axilas apestosas,

      estrella su cabeza contra una piedra negrísima.

      ¿Cómo poder hablar luego del cierre categorial

      si sus hijos, mancebos y nínfulas, no han comido?

      No tengo cuello: ¿cómo poder explicar el existencialismo?

      Ellos tiritan: gritan frío; ellos chillan: comen hambre.

      Llevo poncho: ¿cómo creer en el dios sol, si nos abandona?

      Como musgos: ¿cómo confiar en Huiracocha si no hay maíz?

      Uso sombrero: ¿cómo avanzar si nos permutan las ideas?

      Soy pequeño: la naturaleza humana apesta

      tanto como la naturaleza de los dioses.

      Yo hiedo, tú hiedes, y así hasta el infinito.

      Soy el murik que da la liberación

      de las transparencias que se aglutinan tras la tarde.

      El camino a la salvación conduce a una mina

      y ellos son los muriskas que se dejan conducir.

      Me han visto en Cuzco, en Cajamarca y Arequipa.

      Los más osados sueñan con atraparme en sus tierras.

      No sé si la laringe que estudié ayer pertenecía

      a un boliviano o a un peruano; la saqué intacta del Titicaca.

      Me acusan de robar las herramientas de los mineros.

      Yo me jacto de cometer travesuras más sublimes.

      Hoy jugueteé en el ombligo de un estanque

      y a cambio di como caridad dos pepitas de oro.

      La sangre de la humanidad sigue destilando sobre las piedras.

      Después me interné en el Uku Pacha.

      El crepúsculo todo lo termina o todo lo comienza.

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      YASY YATERÉ

      (Lamento de un adolescente paraguayo)

      El pecho blancuzco, los cabellos tornasoles.

      Extraño enano albino en medio de morenos estólidos

      propicia el exceso de los inocentes.

      Lilith y Asmodeo fueron sus ancestros.

      A ellos obedece el báculo hecho de ramas y oro.

      El resplandor es su amigo al abandonar la luna.

      Percibes el crujir de la hojarasca y te observa desde el follaje.

      Te obliga a enloquecer mientras toca su instrumento.

      Le ofrece frutas y miel silvestre a tu adolescencia desnuda.

      Si eres mancebo de su agrado: beso en la boca.

      Si eres doncella: mordisco en la nuca.

      Hay quienes afirman que en el cielo no hay luz,

      que la oscuridad es ventrílocua y

      Yasy Yateré el mejor intérprete de sus monólogos.

      También están los animales optimistas.

      Creen que el geniecillo de la flauta solo embriaga

      con invención para controlar a las masas

      de anémicas criaturas que se pierden en la canícula.

      Yasy Yateré acecha desde las ramas.

      Yasy Yateré espanta sapos, papagayos y tapires.

      Yasy Yateré no duerme la siesta.

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      EL HOMBRE CAIMÁN

      (Poema existencial