e la Serna
Cuentos Habbaassi IV
“Cuentos Habbaassi IV”
Escrito por Juan Moisés de la Serna
1ª edición: julio 2019
© Juan Moisés de la Serna, 2019
© Ediciones Tektime, 2019
Todos los derechos reservados
Distribuido por Tektime
https://www.traduzionelibri.it
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por el teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.
Prólogo
―Los cangrejos cambian de color según la estación que haga y según el calor de las aguas, y así los que los cogen saben si los tienen que comer o no, según dicen los antiguos, los cangrejos que se pueden comer son los negros, pues los colorados, tienen unas sustancias que son veneno para los hombres/mujeres.
Esto se lo comentaba un anciano a un joven que había cogido un gran cangrejo colorado y el joven preguntó al anciano,
Dedicado a mis padres
EL CANGREJO COLORADO-CO
―Los cangrejos cambian de color según la estación que haga y según el calor de las aguas, y así los que los cogen saben si los tienen que comer o no, según dicen los antiguos, los cangrejos que se pueden comer son los negros, pues los colorados, tienen unas sustancias que son veneno para los hombres/mujeres.
Esto se lo comentaba un anciano a un joven que había cogido un gran cangrejo colorado y el joven preguntó al anciano,
–Dime de dónde has sacado la historia.
–Fue cuando era niño, entonces no era muy listo, no era sabio como ahora cuando soy anciano, y estaba al lado del río, y vi un gran cangrejo colorado, y lo cogí y el cangrejo me habló y me contó la historia que te he contado ―y aquel anciano le contestó―, pero como vi que me la contaba cuando estaba a punto de morir, que es cuando siempre se dice la verdad o la mentira si te puedes salvar, decidí dejarle en paz.
–Me voy a arriesgar ―dijo el joven―, pues puede que aquel cangrejo lo dijera para salvarse.
Comió el cangrejo colorado, y por la noche murió, pero antes, cuando estaba con dolores dando grandes gritos, llamaba al anciano para que viniera, y cuando lo hizo, le dijo,
–Enseña a todos que aquel cangrejo te dijo la verdad, tan solo se puede comer los que son negros y no los colorados.
EL GRILLO QUE NO CANTABA
Un niño había cogido un grillo y lo puso con una hoja de lechuga mojada y esperó a que cantara, pero el grillo no lo hacía. Esperó dos días más y al final tiró el grillo al campo y cuando se sintió libre y se escondió, el grillo cantó.
El niño que lo escuchó lo comentó en casa y el padre le dijo,
–¡Bien por el grillo!, es inteligente, sabe que si canta muere en cautividad, sabe que la lechuga es solo para darle fuerzas para que cante, y él se resiste y no canta, pero cuando está libre y seguro lo celebra dándolo a conocer a los suyos.
Ver que eso hacen los grillos, cuando existe un peligro se callan y cuando este ha pasado vuelven a cantar, ¿eso como lo llamáis?, el padre decía:
–Lo llamo inteligencia.
La madre que escuchó a su marido, estuvo de acuerdo con él, y así le dijo,
–Si quieres escuchar el alegre canto del grillo, dale libertad, y si le quieres tener cerca ponle de comer cerca, pero déjale libre, que venga y que cante, él te lo agradecerá.
LA HORMIGA Y EL CIERVO
Los cuentos son relatos imaginarios que contienen enseñanzas populares, este en particular se contaba hace más de cuatro mil doscientos cincuenta años, en una región de la actual Etiopía, y normalmente se contaba por los ancianos al anochecer alrededor de un fuego.
Un ciervo pastaba por el campo y escuchó una voz que desde una planta próxima a la que iba a engullir le gritaba lo siguiente.
–Despierta ciervo y mira lo que comes, pues con tú torpeza en el andar, en el comer, en el combate, y el descomer, pones en peligro las vidas de otros seres más inteligentes que tú.
El ciervo que estaba adormilado, abrió los ojos y miró por todas partes y como nada vio los volvió a cerrar y siguió comiendo, siendo interrumpido por la misma voz, esta vez más chillona que le dijo,
–Despierta ciervo que además de torpe eres ciego, no me ves, ¿o es que tu abultada cabeza tiene tampoco de inteligencia que no conoce a una hormiga?, ¿o es que no sabes que las hormigas somos los seres más inteligentes de la Creación?, y además bien parecidas, y no como tú que eres un ciervo y arrastrado y torpe que no piensa.
Ante estas quejas el ciervo se le paró, miro, y vio a la hormiga, y le preguntó,
–¿Eres tú, la que molesta chillando mientras cómo?
Y al hablarle como estaba muy cerca, sopló por la nariz y la hormiga salió volando, yendo a caer un poco más lejos y se la escuchó más chillona aún y desde luego indignada.
–Bruto, ¿qué has hecho?, ¿es que tú en esa cabeza no tienes nada dentro?, cuánto dolor, y cuántos grandes problemas causas para todos, ¿acaso no puedes estarte quieto y escucharme?
La hormiga la inteligente, se dio cuenta tarde de que había hecho una pregunta y que el buey contestó,
–Sí ―volviendo con ello a resoplar.
La hormiga volvió a salir volando por el aire de la respuesta y cayó en las aguas de un gran charco en donde había una rana nadando que se la comió.
El Ciervo miró a la rana y le dijo,
–¿Por qué te has comido a la hormiga?, estaba hablando conmigo y nada te había hecho.
–La he escuchado ―contestó la rana―, a ella y a ti, y me he sentido aludido en la conversación, y como tal tenía que terminar con alguien porque se me ha ofendido, y tú eres muy grande para mí.
EL PÁJARO HUMANO
Esto es un cuento basado en una historia muy antigua y como tiene algo de realidad pondré algo más de imaginación y así os doy a conocer lo que se decía en la antigüedad, cuando se creía en los poderes de los SERES SUPERIORES, y también se creía que todos los seres creados tenían acceso a estos seres.
Ocurrió que había un pajarillo, uno de los que vosotros conocéis como de los más pequeños, quizás uno llamado colibrí, que movía las alas con gran velocidad y así se permitía estar en el mismo sitio quieto sin necesidad de avanzar, pero también cogiendo una gran velocidad cuando hacía falta por algún modo, y sin embargo él que era considerado como un gran proceso evolucionado de la naturaleza no estaba contento.
Como todos los pájaros veían las energías y también a los seres energéticos y así con la mente tenían la facilidad de comunicarse con estos seres a los que él y todos los pájaros que era su mundo se consideraban como seres evolucionados, ya que habían perdido todos sus instintos agresivos, y esto teniendo en cuenta que todo ser de la naturaleza está en la cadena alimentaria.
Pero algo le pasaba al pájaro y así un día habló con uno de aquellos eres a los que él mismo consideraba superior, y le preguntó