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Editado por Harlequin Ibérica.
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2009 Natalie Rivers
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Noche de bodas aplazada, n.º 4 - octubre 2020
Título original: The Blackmail Baby
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Este título fue publicado originalmente en español en 2010
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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I.S.B.N.: 978-84-1348-829-5
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
CHLOE Valente, eres la mujer más increíblemente guapa y sexy que he conocido en toda mi vida.
Las palabras, apenas un susurro en el oído de Chloe, hicieron que sintiera un escalofrío de anticipación. El calor del cuerpo de Lorenzo la quemaba a través de la fina seda del vestido de novia, excitándola. Todo en su vida había cambiado como jamás pudo imaginar.
–Gracias por hacer que este día haya sido tan especial –suspirando, se agarró a la barandilla de piedra del balcón, mirando el fabuloso salón de baile que aún estaba lleno de invitados tomando champán. Resultaba difícil creer que aquel palazzo, propiedad de la familia veneciana de Lorenzo durante generaciones, fuese ahora su nuevo hogar.
–Ha sido maravilloso. No imagino una boda más bonita.
Venecia era un sitio mágico para casarse y la nevada de febrero la había hecho aún más encantadora y romántica. Mientras volvían al palazzo después de la ceremonia, reclinada sobre almohadones de terciopelo en una góndola al lado de su guapísimo marido, había sabido que aquél era el día más feliz de su vida.
–Lo mejor aún está por llegar –dijo él, su acento italiano como una caricia–. Deja que te lo demuestre en el dormitorio.
Chloe cerró los ojos un momento, dejándose llevar por una ola de placer. Saber que Lorenzo la deseaba tanto hacía que su corazón latiese a mil por hora y que sintiera mariposas en el estómago.
El sonido de las conversaciones mezclado con el tintineo de las copas y la angelical música de un arpa parecía llegar flotando desde abajo.
–No podemos irnos todavía –sonrió, mientras Lorenzo la besaba en el cuello–. ¿Qué haremos con toda esa gente?
–Tú siempre haces lo que debes hacer –dijo él, tomándola por la cintura–. Eras la ayudante perfecta, siempre anticipándote a mis deseos y a los de mis socios. E incluso ahora, el día de tu boda, estás pensando en los invitados… en ser la mejor anfitriona posible.
Chloe miró sus vibrantes ojos azules y sintió un familiar escalofrío. Con esa mirada y un físico soberbio, era el hombre más apuesto que había conocido nunca. Casi resultaba imposible creer que ahora fuese su marido, que estuviera casada de verdad con Lorenzo Valente.
Durante dos años había sido su ayudante ejecutiva, amándolo a distancia, sabiendo que sus sentimientos no podían ser correspondidos por su increíble jefe veneciano. Ella era una chica inglesa normal y él pertenecía a una de las familias más antiguas y nobles de Venecia. Además de ser un hombre de negocios multimillonario y respetado por todo el mundo. Pertenecían a mundos diferentes.
Pero entonces Lorenzo le preguntó si quería salir con él.
Al principio le había resultado difícil creerlo. Desde el día que empezó a trabajar en el cuartel general de su empresa lo había visto con una interminable sucesión de bellezas del brazo, todas altas, delgadas, con ojos sensuales y largas melenas oscuras.
No tenían nada que ver con ella, que era bajita, rubia, con pecas y unos ojos verdes que resultaban ridículos si se ponía algo más que un poco de rímel.
Pero, a pesar de sus dudas iniciales porque no entendía cómo un hombre tan magnífico como Lorenzo Valente podía estar interesado en alguien como ella, le había resultado imposible resistirse. Había entrado en su vida como un tornado, seduciéndola con la intensidad con la que el apasionado italiano lo hacía todo.
Chloe había visto que Lorenzo trataba a las mujeres como una diversión pasajera, pero sabía que a ella la trataba de otro modo.
Jamás había mencionado la palabra amor, pero ella sabía que no se sentía cómodo mostrando emociones o sentimientos.
Un día la llevó a su casa en Venecia