el proceso de utilización de cargas específicas, aplicadas con el criterio que permite la supercompensación de todas las capacidades en un momento determinado y coincidiendo la mayoría de ellas en el tiempo.
Para lograr la forma deportiva en el momento preciso es necesario un conocimiento exhaustivo del atleta. Al respecto García Manso, Navarro y Ruiz (1996) distinguen de forma generalizada dos tipos de atletas, cada uno con unas características diferenciadas:
Zhelyazkov (2001), tras estudiar más de 7.800 casos de deportistas durante los años 1975 y 1997, estableció una serie de aspectos que reúne la forma deportiva:
La forma deportiva resulta un estado no estándar y la conducta de un sistema biosocial, multilateral y polivalente, que intercambia con el entorno sustancia, energía e información y, en determinadas condiciones (con mayor frecuencia estresantes), se desestabiliza y desaparece. Esto determina el carácter fásico (cíclico) de la forma deportiva y su estabilidad relativa, que se confirma con la trayectoria de los deportistas de la elite mundial (Zhelyazkov, 2001).
La obtención de la forma deportiva del deportista de resistencia de alto nivel cada día se hace más difícil. En los tiempos actuales se mueven importantes cantidades de dinero e innumerables intereses a menudo encontrados (comerciales, sociales, políticos, etc.). Ante esta situación, la posibilidad de conseguir un momento óptimo de forma y hacerlo coincidir en el tiempo se puede convertir en un importante problema por la gran cantidad de interferencias que sufre una programación y cuyos conceptos deben evolucionar a gran velocidad, con el propósito de lograr la conjunción entre todos esos intereses y las leyes de la adaptación. Así pues, cada vez son más las causas extradeportivas que pueden provocar, y de hecho provocan, esas bajadas de la forma deportiva que acechan al deportista de alta competición.
La adquisición de la forma deportiva es un tanto complicada, pues los sistemas tienen diferentes ritmos de supercompensación (heterocronismo), lo que hace muy difícil gestionar la administración de todas las cargas (específicas y generales), así como los tiempos de recuperación, para que las supercompensaciones se superpongan y coincidan en su totalidad.
Al menos en lo que al entrenamiento de resistencia se refiere, la forma deportiva no puede coincidir con la exaltación de todas las capacidades, sino con la de las capacidades específicas. Aun así, no resulta sencillo lograr que coincidan en su totalidad. Por todo ello el deportista que logre hacer concurrir durante el período planteado como competitivo la supercompensación con la mayor parte de sus capacidades específicas, consiguiendo igualmente la posibilidad de mantener relativamente altas las supercompensaciones sobre capacidades generales, será el que alcance la mejor forma deportiva.
La forma deportiva del deportista de resistencia pasa por una serie de fases, cada una con unas características que deben ser conocidas por el entrenador:
En la figura 1.45 se expone un esquema del proceso de la forma deportiva de un deporte de resistencia en sus diferentes fases.
Figura 1.45. Fases de la forma deportiva del atleta (línea gruesa). Las curvas de adaptación de las diferentes capacidades se producen de forma irregular, las capacidades específicas (curvas oscuras) se supercompensan en menos tiempo que las generales (curvas claras), pero igualmente pierden los efectos más rápidamente. Por lo tanto, el entrenador deberá ajustarlas al tiempo para que se obtenga la forma deportiva en el momento ideal.
Resumen
Antes de establecer los objetivos generales del entrenamiento de resistencia de alto nivel, tras todo lo visto hasta ahora acerca del entrenamiento en este capítulo, se pueden establecer una serie de reflexiones