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RICHARD BASTIEN
EL CREPÚSCUD DEL MATERIALISMO
EDICIONES RIALP
MADRID
Título original: Le crépuscule du matérialisme
© 2019 by Éditions Salvator, París. Yves Briend Éditeur S. A.
© 2020 de la versión española de MIGUEL MARTÍN
by EDICIONES RIALP, S. A.,
Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5314-3
ISBN (versión digital): 978-84-321-5315-0
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A mi amigo Benoît Patar,
medievalista, hombre de fe,
hombre de razón.
ÍNDICE
1. LA VERDADERA NATURALEZA DEL CONFLICTO ENTRE CIENCIA Y FE
2. LAS RAÍCES DE LA OPOSICIÓN ENTRE CIENCIA Y FE: EL MATERIALISMO FILOSÓFICO
LA RELIGIÓN INCOMPATIBLE CON EL NATURALISMO
LA RELIGIÓN CONTRARIA A LA RAZÓN
3. LAS RAÍCES DE LA OPOSICIÓN ENTRE CIENCIA Y FE: EL MATERIALISMO CIENTÍFICO
LA RELACIÓN ENTRE CIENCIA Y BELLEZA (EL ARGUMENTO DEL DISEÑO INTELIGENTE)
LAS COINCIDENCIAS ANTRÓPICAS
LA FÍSICA CUÁNTICA Y LA EXISTENCIA DEL LIBRE ALBEDRÍO
LOS TEOREMAS DE GÖDEL Y LA IRREDUCTIBILIDAD DEL CEREBRO A UNA MÁQUINA
4. LA APORTACIÓN DE LA EDAD MEDIA CRISTIANA AL PENSAMIENTO CIENTÍFICO
LA CREACIÓN DE UNA TRADICIÓN INTELECTUAL FUNDADA SOBRE EL SABER GRECORROMANO Y ÁRABE
LA CREACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES
LA ADOPCIÓN DE PRINCIPIOS METAFÍSICOS PARA EL ESTUDIO DE LA NATURALEZA
EL RECURSO AL MÉTODO EXPERIMENTAL
6. DIOS, DARWINISMO Y EVOLUCIÓN
7. FE Y RAZÓN: ¿INTERDEPENDENCIA O DICOTOMÍA?
¿QUÉ FE?
¿QUÉ VERDAD?
A LA LUZ DE ROMA
«Un poco de ciencia aleja de Dios,
mucha acerca a él».
Louis Pasteur
«Se puede sostener que la revolución copernicana
y la revolución newtoniana han engendrado
una concepción del mundo en tensión con la
teología tradicional judía y cristiana.
En todo caso, a mi parecer, algunas de las “revoluciones”
del siglo XX nos han llevado a una concepción del universo,
de los seres humanos y de nuestro lugar en el universo que
está mucho más en conformidad con las ideas judías y
cristianas tradicionales que con el materialismo y el ateísmo».
Stephen M. Barr
Modern Physics and Ancient Faith
INTRODUCCIÓN
LA CULTURA POSMODERNA QUE CARACTERIZA nuestra época no admite otra razón que la razón científica. Niega la posibilidad misma de toda razón metafísica y querría hacernos creer que la ciencia es incompatible con la fe cristiana. Esta incompatibilidad es un mito. Se puede amar la ciencia y amar a Dios también. Es lo que el lector descubrirá en las páginas que siguen.
Cada uno debe plantearse un día u otro la cuestión: «¿Por qué estoy yo en este bajo mundo?». Un ateo no puede responder a esta pregunta. Ciertamente, su vida no está necesariamente privada de sentido, pero si cree de verdad que Dios no existe, le es imposible creer que su vida tiene objetivamente un sentido —un sentido que existe con independencia de su propia voluntad—. Los grandes intelectuales ateos —Sartre, Camus, Michel Onfray…— están todos de acuerdo: la vida es en sí absurda. Si Dios no existe, nada existe fuera del mundo físico, lo que significa que cada uno de nosotros no es más que un accidente de la naturaleza. Somos el puro producto del azar, no hemos sido queridos por nadie, de modo que no tenemos ninguna razón de ser.
Pero eso no es todo. Si Dios no existe, no hay ningún absoluto de orden moral. Aquí aún, los ateos son los primeros en estar de acuerdo, como atestigua el escritor británico Richard Dawkins, según quien «no hay en el fondo ningún designio, ninguna finalidad, ningún mal, ningún bien, no hay más que fútil indiferencia». Por cierto, sería falso concluir de esto que todos los ateos son inmorales —algunos tienen un sentido moral muy elevado—. Pero la moral de un ateo no puede reivindicar ningún fundamento objetivo. A esto, los ateos responden a veces que una evolución sociobiológica que data de muchos millones de años nos ha conferido un sentido moral. Gracias a esta evolución, sabemos todos que está bien alimentar a un niño hambriento y mal dejarlo morir de hambre. Sin embargo, el ateísmo no