muestran los horrores de los que son considerados como enemigos, aunque sean hermanos... Según sea el lector, su filiación o identidad política, se inclinará por un bando u otro y así justifica lo que el suyo hace. Se alegra o se indigna según el derrotero que tome la guerra, y sus víctimas serán para él aguerridos patriotas o miserables enemigos de la patria. La victoria de unos hace la derrota de los otros. Y así nos va... Decididamente lo que Saint-Exupéry quiere lo muestra en sus artículos. Prefiere hablarnos de la condición humana de los contendientes y llega a la conclusión de que la guerra es una locura generalizada, un terrible holocausto humano, un sacrificio inútil que solo traerá dolor y muerte, destrucción, miseria y carencias. Y a tal propósito nos dice también:
[...] el último hombre que quede vivo se cree vencedor cuando en realidad propagará y sembrará la misma simiente de egoísmo, de odio, de envidia, de codicia cuyo fruto será, en sus descendientes otra guerra, más desolación, más aislamiento entre los hombres a medio construir, cuando debería ser lo contrario: tender la mano y abrir los brazos al otro. La victoria será de quien se pudra el último. (TH)
El hombre ha de romper la cadena que le aprisiona, debe liberarse de esa cadena. El hombre no nace bueno ni malo. Simplemente es el producto de su entorno ecológico y familiar; social. El niño, como el paisaje, es fruto de la educación y de las costumbres que observa o es víctima de ellas. El paisaje existe porque el hombre lo hace; las cosas están ahí pero sin más, el hombre es quien lo construye, y es bueno o malo según su comportamiento. Y allí donde no hay sino vacío y sequedad nada bueno puede darse...
Volviendo a su juventud, hasta bien entrados los años veinte del mismo siglo, Saint-Exupéry estaba acostumbrado a llevar una vida sin preocupaciones gracias a las continuas ayudas económicas de su madre. Pero todo se acaba... Al término de esa época, Saint-Exupéry sufre toda clase de vaivenes; su pecunia se resintió al tiempo que sus fracasos por obtener un puesto fijo como aviador. Esas experiencias negativas serían muy dolorosas para él; lo marcarían profundamente. Consiguió ser piloto del ejército pero no triunfó a su gusto. Llegó a trabajar como auxiliar administrativo-contable en una fábrica de cerámica, fue vendedor de camiones (de los que no pudo vender ni uno)... Su fracaso amoroso también lo marcó intensamente... No solía quejarse a nadie; su moral estaba muy baja. El estado depresivo lo condujo, a veces, hasta derrelinquir, al abandono de sí y a la soledad moral más completa (recuérdese que en El Principito lo expresa de este modo: “Así, he vivido solo sin nadie con quien hablar verdaderamente”. Y cuando el hombrecito sintió sed le pide al aviador buscar un pozo en la inmensidad del desierto. Ante la respuesta de la imposibilidad de hallar uno, el niño le dijo: “Siempre creo que estoy en mi casa” (PP).
Cuando después de su grave accidente de aviación en el desierto de Libia, Saint-Exupéry consiguió que lo enviasen al Sáhara para crear una sucursal de la compañía aérea que lo contrató, se quedó en aquellas soledades durante un año, tiempo que le serviría para pergeñar Terre des hommes y plasmar sus inquietudes poético-filosóficas que se hallan con todo detalle reflejadas en su última obra (inconclusa) Citadelle.
Esta nota es una síntesis de la ajetreada, dolorosa y corta vida de Antoine de Saint-Exupéry, un hombre con “inquietud espiritual que no solamente quiere ser amado sino que desea recibir lazos de afectos de un conjunto cultural y en él liberar sus riquezas... todo ello requiere una disciplina salutífera” (M. Quesnel)***6.
Segunda visita de Antoine de Saint-Exupéry a España en guerra, en el año 1937. Tenía compromiso con el periódico L’Intransigeant para unos diez reportajes, pero solamente envió tres, quizá por falta de motivación, cosa que no gustó nada al director de ese rotativo Hervé Mille. Saint-Exupéry se marchó a los Estados Unidos de América. Desde Nueva York quiso abrir una ruta aérea hasta el fin del Cono Sur. Pero sufrió un gravísimo accidente. Apenas repuesto regresó a Francia. Se encuentra de nuevo con serias dificultades económicas. Visita a Hervé Mille al que con insistencia le pide que lo envíe de nuevo a Madrid para otros reportajes. Pero le fue denegado por no haber cumplido con su anterior compromiso con el diario.
Finalmente obtiene satisfacción y regresa a España, por tercera vez, desde donde redacta por teléfono una serie de artículos en octubre y noviembre de 1938, bajo el título genérico de La Paz o la Guerra.
1 Debo algunas notas muy interesantes, sobre Saint-Exupéry, a mi apreciado amigo, el tangerino, aviador y diplomático, Juan María López-Aguilar, hoy tristemente desaparecido. En Mauritania fue Presidente del Club Saint-Exupéry.
2 A este editor, A. de Saint-Exupéry le concedería la exclusiva de publicar, en especial “El Principito” en lengua francesa.
3 Robert Capa es el pseudónimo de Endre Erno Friedmann, excelente fotógrafo, de una familia judía húngara, adinerada. La foto no es una instantánea tomada en el frente de guerra de Cerro Muriano, sino un retrato hecho en un estudio fotográfico, al parecer realizado por, su novia, Gerda Taro, también judía y no menos afamada fotógrafa. Parece ser, que esta murió atropellada por un carro de combate; cuyo conductor no pudo evitarla, en Espejo (Córdoba) (notable por sus minas de sal), el día cinco de septiembre de 1936. Dicha señora podría ser comparada con Zenobia Camprubí, traductora, bilingüe, de las obras de Rabindranath Tagore, que tanto inspiró al poeta onubense. Era esposa –y la “negra”– de Juan Ramón Jiménez. A primeros de 2013 se podría celebrar el centenario de su nacimiento. El soldado era un anarquista llamado Federico García Borrell, al parecer muerto poco tiempo después, que es la figura en la portada de este libro. Robert Capa murió en 1954 al pisar una mina en la guerra de Indochina.
4 De este archifamoso cuento trata mi libro Los símbolos en El Principito.
5 Sobrenombre dado por los franceses a sus compatriotas que lucharon en la Primera Guerra Mundial, 1914-1918. Por extensión hombre fuerte y bravo.
6 In Saint-Exupery visto por sí mismo de Luc. Estang. Edit Novelas y cuentos. Madrid 1971.
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