Jane Glover

Handel en Londres


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      MUSICALIA SCHERZO

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      JANE GLOVER

      HANDEL EN LONDRES

      Traducción del inglés

      Juan Lucas

      MUSICALIA SCHERZO

      16

      © Título original: Handel in London

      © Jane Glover, 2018

      © de la traducción, Juan Lucas, 2020

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      ISBN: 978-84-9114-342-0

      Índice

       5. «Music, spread thy voice around» - [Solomon] - LOS COMIENZOS DE LA ROYAL ACADEMY

       6. «Ah! think what ills the jealous prove» - [Hercules] - LAS AVENTURAS DE LA ACADEMY

       7. «Now a different measure try» - [Solomon] - NUEVOS COMIENZOS

       8. «Toss’d from thought to thought I rove» - [Alexander Balus] - NUEVOS FINALES

       9. «All danger disdaining» - [Deborah] - DESAFÍO

       10. «Strange reverse of human fate» - [Alexander Balus] - RECUPERACIÓN Y REINVENCIÓN

       11. «Hallelujah» - [El Mesías]

       12. «Great in wisdom, great in glory» - [Judas Maccabaeus] - CUESTA ABAJO

       13. «With honour let desert be crown’d» - [Judas Maccabaeus] - EL ACTO FINAL

       Epílogo

       Agradecimientos

       Bibliografía

      Escuché mi primer Mesías a la edad de nueve años en la catedral de Lincoln durante unas Navidades. Me conmocionó hasta tal punto que desde ese momento supe no solo que la música ocuparía un papel protagonista en mi vida, sino también que Handel y el Mesías serían temas recurrentes en ella.

      Ya en la edad adulta he pasado más de cuarenta años como músico profesional, trabajando en compañías de ópera y con orquestas y organizaciones de conciertos, y Handel ha ocupado una parte considerable de mi actividad y de mi repertorio. He dirigido sus óperas y oratorios por todo el mundo, incluyendo más de cien representaciones del Mesías. Un aspecto capital del trabajo con estas grandes obras reside en la reunión y la preparación de los cantantes, y sobre todo, si las organizaciones que las presentan ofrecen la oportunidad para desarrollar una compañía, en la creación de los equipos para extraer el máximo partido de las capacidades individuales y colectivas. En menor medida (puesto que hoy en día existen departamentos enteros dedicados específicamente a esta tarea), también he estado involucrada en la captación de apoyos financieros y en la creación de públicos. Buena parte del trabajo de un intérprete tiene que ver muy poco con la interpretación.

      En el siglo XVIII, Handel tuvo que hacer frente a las mismas obligaciones. Desarrolló su trabajo en el centro de la actividad musical londinense durante varias décadas asombrosas, y no solo compuso una obra maestra tras otra, sino que se ocupó en seleccionar cuidadosamente a cantantes e instrumentistas, moldeando aquellos dispares talentos en compañías que, con cambios y evoluciones, le servirían repetidamente para diversos proyectos durante varias temporadas. En gran medida, Handel fue un autodidacta. En sus primeros años, antes de su llegada a Londres, se le impusieron elencos de cantantes previamente seleccionados. Él los evaluó y preparó, pero también aprendió de ellos acerca de sus capacidades, sus limitaciones y sus temperamentos, y sus debilidades le resultaron tan instructivas como sus puntos fuertes. Y así como, en aquellos años de formación, absorbió cualquier influencia musical y aprendió a detectar la excelencia, también desarrolló una habilidad verdaderamente impresionante para entender la voz humana.

      Cuando Handel llegó a Londres, con apenas veinticinco años de edad, ya era toda una autoridad en materia de voces y sabía cómo extraer lo mejor de cada cantante. Al igual que Mozart, que afirmaba que un aria debía adaptarse a un cantante «como un traje cortado a medida», el oficio musical de Handel, una vez que había oído y evaluado una voz, era ejemplar. Ya se tratase de una estrella consagrada o de una joven promesa, siempre estuvo atento al color, la textura, la gama y la línea vocal. Con una estrella, las relaciones podían ser conflictivas o incluso exasperantemente explosivas: es famosa su amenaza de tirar por la ventana a la brillante pero cargante soprano italiana Francesca