los espacios y las prácticas íntimas y las públicas en el contexto de las formas de regulación siempre articuladas con y mediante una economía sumergida (o quizá fuera mejor escribir de superficie). Porque las prácticas reguladoras han variado a través de la historia y, a pesar de estas variaciones, que han operado selectiva y fortuitamente, han afectado a la gente de maneras muy diferentes y así han constituido una multiplicidad de subjetividades sociales.
En el capítulo 8, de conclusión, aprovechamos los datos de los capítulos precedentes para revisitar las imágenes de la sociedad y la economía que son hegemónicas hoy en día en la Unión Europea. Al hacerlo, no solo cuestionamos la bibliografía ahora extensa sobre las economías regionales y el desarrollo regional, sino que también exploramos cómo las estructuras institucionales surgidas de regímenes neoliberales han afectado a la producción intelectual de estas imágenes concretas del mundo social actual.
1. Véase Wolf (2001: 375): «Nos ocupamos de un poder estructural, unas capacidades que fluyen desde posiciones en un conjunto de relaciones, que están estratégicamente investidas con el poder de controlar la conducta mediante el control del acceso a los recursos naturales y sociales».
2. «Cognoscible» (knowable) necesita comillas irónicas, ya que para Williams la cognoscibilidad (knowability) es construida e ilusoria.
3. El economista Josep Antoni Ybarra (1998, 2001) es un defensor activo de un modelo económico regional («nacionalismo económico») que enfatiza la relevancia del desarrollo regional de políticas que apoyan los rasgos de identidad diferencial tales como la lengua y otros aspectos de la cultura local.
4. Las familias campesinas multiocupacionales han sido de interés durante mucho tiempo para los analistas de las sociedades rurales del Tercer Mundo (Shanin, 1973; Long y Roberts, 1978, 1984). Pluriactivité, un neologismo francés, empezó a usarse de manera creciente en la bibliografía anglófona sobre la agricultura europea a lo largo de los años sesenta.
5. Para los historiadores de la región –en contraste con los planificadores nacionales y de la Unión Europea–, la cuestión siempre había sido por qué Valencia, a diferencia de la vecina Cataluña, fracasó en su despegue industrial (Giralt, 1986) y esto continuó siendo tema de discusión de los historiadores más específicamente económicos. Así, a pesar de tener una audiencia y un lenguaje diferentes del de la bibliografía orientada a la política, sus interrogantes trataban también sobre capital, empresa y viabilidad y se ocupaban menos de las experiencias de la clase trabajadora. La generación posterior de historiadores económicos desafió ese punto de vista y apuntó la idea de que en la región se había desarrollado con bastante éxito un capitalismo endógeno basado en pequeñas empresas (Lluch, 1976; Picó López, 1976; Nadal, 1990). Es interesante destacar que esta nueva perspectiva estuvo influida desde el principio por los primeros desarrollos de los modelos de la «Tercera Italia» (Lluch, 1976).
6. En 1978, cuando Gavin trataba de localizar un emplazamiento para su trabajo de campo que tuviera precisamente esas características, los científicos sociales de Barcelona y Madrid –de mucha confianza, a menudo sin experiencia en la realización de trabajo empírico o de campo– le habían dicho a menudo que, como don Quijote, iba buscando algo que ya no existía. Los más radicales incluso citaron a Engels y Lenin como pruebas de sus afirmaciones.
7. Y la transformación de las alpargatas en calzado de cuero no había sido especialmente reciente. Inducida inicialmente por la demanda de los cuerpos armados y posteriormente por el crecimiento de la industria en otras partes de España, la producción de calzado de cuero empezó a principios del siglo XX, paralela a la constante producción de alpargatas.
8. Usamos el frase laxa «posiciones de poder» porque no se trataba solo de los que ostentaban cargos políticos formales. También tomaban parte los curas, así como las milicias de la juventud del Movimiento Nacional. Para comprender cómo funcionaba la posterior economía informal de Valencia de los años sesenta y setenta, es importante reconocer también esa tradición de una política informal.
9. Notemos que en esta imaginería –en la que la relación trabajo-capital se reemplaza por el concepto de capital humano y, en consecuencia, los trabajadores son meras miniempresas en el seno de las empresas– el concepto de explotación en su acepción técnica (frente a la peyorativa) no tiene sentido.
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