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Feminismos y antifeminismos


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valencia­na, maestras como la propia María Carbonell o Navidad Domínguez, ponían en cuestión los objetivos y límites de la precaria educación que recibían las mujeres y niñas.[63]En 1900 el porcentaje de analfabetismo según sexos arrojaba unas cifras nada alentadoras de 65.72% para los hombres y 78.62% para las mujeres.[64]

      También la labor de las escuelas laicas –a falta de de investigaciones más concre­tas referidas a esta cuestión– debieron de proporcionar a una minoría de niñas mayores oportunidades para acceder a una educación mixta, al menos primaria, de base secular y científica. Carmen Agulló constata además que el laicismo fue una de las notas distintivas de la práctica pedagógica de las maestras durante la Segunda República. Algunas de estas maestras republicanas ya habían trabajado previamente en escuelas laicas patrocinadas por el PURA o subvencionadas por organismos públicos, como las escuelas municipales del Ayuntamiento de Valencia.

      Por esas mismas fechas, en 1931, y al mismo tiempo que era debatido el texto Constitucional, el PURA puso en funcionamiento un Centro de Cultura Femenina, «es­cuela de hogar y profesional», en el que se impartirán clases de francés, inglés, dibujo lineal, canto, música, corte y confección y nociones de cultura general para las mujeres, en los locales de la Casa de la Democracia. El Centro contaba con la financiación del Ayuntamiento y de la Universidad de Valencia como entidades colaboradoras.