Carles Sirera Miralles

Cuando el fútbol no era el rey


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lo creen así los de Gandía y hacen mal.

      Pero la controversia no tomó mayor importancia y desapareció de los periódicos sin más. El Casino de Cazadores celebró un banquete el 3 de febrero en honor de los participantes que reunió a unos setenta comensales. Entre los asistentes, además de los políticos alfonsinos habituales, estaba José M. Manglano, miembro de la Sociedad Valenciana de Agricultura y diputado provincial por los carlistas en 1894; pero, quien habló en nombre de la prensa fue el demócrata Sr. Castell, director de El Mercantil Valenciano y catedrático supernumerario de Ciencias de la Universidad de Valencia. Al final del acto, Eduardo Vilar Torres, presidente del Casino, regaló a los tiradores dos elegantes álbumes de caza ilustrados con grabados, un reloj de plata al Llauraoret y un cajón de habanos a Marianet. Todos los obsequios fueron sufragados de su peculio personal. Así terminó la victoria frente a Gandía.

      Sin embargo, es cierto que, independientemente del relato construido por el periódico conservador, los valencianos quedaron entusiasmados por los torneos de tiro.

      3. LA FERIA DE JULIO Y EL SURGIMIENTO DE UN CONCURSO PO PULAR

      La conmoción social producida por la competición era todavía observable en las semanas siguientes. El 19 de febrero publicaba Las Provincias un artículo titulado «Reto Universal» que empezaba así:

      Dada la importancia é interés que en nuestro país han adquirido las tiradas de palomos, debemos hacer público un reto que pudiera interesar á los cazadores valencianos (...).

      Sabido es que el tiro de palomos lanzado á brazo, es propio de este país y que fuera de aquí, se tiran los palomos con cajas de resorte, sistema que el Casino de Cazadores de esta capital se propone establecer, no solo para recreo de sus socios, sino para que no haya motivos de protesta entre los contendientes en una competencia, atribuyendo las victorias al colombaire. De las cajas sale el ave expontáneamente, en la dirección que quiere.

      Para luego detallar cómo eran los torneos en el resto del mundo y cómo se designaba al «campeón mundial»:

      En Inglaterra, Suiza, Alemania, Italia y otras naciones de Europa, igualmente que en los Estados Unidos de América, se verifican certámenes de tiro nacional á los que asisten representantes de los clubs de tiro de pichón establecidos en distintas ciudades de cada nación. (...) Ahora bien, entre los campeones de distintos países, se verifican los certámenes internacionales, y el vencedor de ellos obtiene el título de Campeón del Mundo.

      Y terminaba con el deseo de:

      Probablemente, para lograr cumplir esa pretensión de internacionalizarse en un futuro no muy lejano, el Casino de Cazadores organizó el primer certamen de tiro de pichón de la ciudad de Valencia durante las fiestas del patronato de Nuestra Señora de los Desamparados, justo el mismo día en que también se celebró por primera vez un concurso de velocipedistas.

      La expectación generada fue grande, y hubo que sortear los nombres de los participantes porque las inscripciones habían superado con exceso el número de plazas. El jurado estaba presidido por el concejal Sr. Llivert, por el Sr. José Rausell, en representación del Casino de Cazadores, y por el presidente del Casino de San Humberto. Hubo dos modalidades: tiro al pichón y tiro a bolas de cristal. La primera reunió a 15 tiradores y la segunda a 11, que se disputaron varios premios. El 1.er premio para el ganador del tiro al pichón era una escopeta inglesa Scott regalada por el Ayuntamiento; el 2.º premio, una escopeta belga Gulikers ofrecida por el Casino de Cazadores, y el 3.er premio, una cigarrera «alegórica» entregada por el Ayuntamiento. En la modalidad de tiro a las bolas de cristal, los regalos eran un poco más modestos. El 1.er premio era, también, una escopeta Scott, pero esta vez sufragada por el Casino de Cazadores. El 2.º premio era un gran trofeo venatorio ofrecido por el Ayuntamiento y el 3.er premio era un joyero de bronce. Obviamente, el hecho de que ningún premio consistiera en una retribución en metálico marcaba el carácter amateur de los concursantes y exhibía los fines elevados de la competición, promovida sólo por el amor al deporte.

      El certamen tuvo lugar el 7 de mayo en la plaza de toros, y la asistencia de público no fue muy numerosa. Para el tiro de pichón se adaptó el sistema de cajas con resorte, con el objetivo de que los tiradores valencianos fueran acostumbrándose a esta variedad y de este modo poder competir con éxito con los forasteros y los extranjeros, y para asegurar la igualdad entre todos los contrincantes, al no depender tanto de la buena voluntad del colombaire.