AAVV

Friedrich Schiller


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      Tell, mientras tanto, soportando su gran desesperación, actúa discretamente, siempre vigilado por Gessler, como lo señala el texto marginal, y sólo a través del grito de Stauffacher conocemos el feliz desenlace.

      Esta exclamación, que coloquialmente señala un final feliz, mantiene evidentemente su origen literario.

      A pesar de haber acertado con el disparo, Tell no se libra del poder arbitrario de Gessler. Su honradez y franqueza al confesar que, en el caso de haber dañado a su hijo, hubiera disparado la segunda flecha contra el gobernador, provocan su detención. Nadie puede ayudar a Tell, otra vez sólo depende de sí mismo, lo que le induce a actuar según sus convicciones, expresadas con anterioridad: «Ein jeder zählt nur sicher auf sich selbst» (435) y «Der Starke ist am mächtigsten allein» (437). Este leitmotiv se pone de manifiesto en la primera escena del cuarto acto mediante la recapitulación narrativa de Tell acerca de su huida del barco de Gessler en medio de la tormenta, y se demuestra en la tercera escena del mismo acto, que constituye la peripecia del drama.

      En el largo monólogo en la hondonada cerca de Küssnacht, Tell, que siempre se había caracterizado por su espontaneidad, presenta una actitud reflexiva, como si necesitara justificar su propósito de matar a Gessler. Este monólogo narrativo (2561-2651) se caracteriza por la sucesión de citas muy conocidas, de modo que se puede concebir en su totalidad como una cita, o bien proceder a la selección de algunas «palabras aladas» o sentencias que por la contundencia de su contenido han pasado al ámbito lingüístico general, utilizándose en contextos diferentes y en situaciones cotidianas, aun cuando reflejan su origen literario, como lo demuestran los dos ejemplos siguientes.

      Un cortejo de bodas y la inoportuna llegada de Stüssi, el guarda de campo, ponen fin a las reflexiones de Tell, que no aparece muy locuaz, puesto que espera expectante el paso del gobernador por la hondonada. No obstante, precisamente su diálogo con Stüssi, que no conoce a su interlocutor, da lugar a varias sentencias muy populares con gran densidad de contenido.

      Así mismo sucede con la siguiente sentencia antitética:

      La siguiente sentencia ha entrado en el discurso cotidiano y constituye una unidad fraseológica frecuentemente utilizada.

      A continuación surge una cita muy conocida que refleja una experiencia diaria, y nadie piensa en Schiller cuando oye o utiliza esta locución.

      Tell: Es kann der Frömmste nicht in Frieden bleiben,

      Esta cita, extremadamente aguda, se ha convertido en unidad fraseológica muy popular en la que el verbo bleiben se modifica por el verbo leben.

      Ante la llegada inminente de Gessler en compañía de su mozo de caballerizas, Tell desaparece. El breve encuentro de Gessler con la pobre campesina Armgard, que pide misericordia para su marido encarcelado, sirve de pretexto argumentativo para enfatizar, una vez más, la actitud cruel y despótica del gobernador. Este encuentro se interrumpe bruscamente por una flecha mortífera que le atraviesa el corazón. Nadie sabe de dónde procede el disparo, sólo Gessler conoce al autor.

      En la prosecución argumental llama la atención la reacción impasible de los presentes ante la muerte de Gessler, muy poetizada a través del texto marginal y del canto sentencioso de los hermanos de la caridad.

      Rasch tritt der Tod den Menschen an,

      Es ist ihm keine Frist gegeben,

      Es stürzt ihn mitten in der Bahn,

      Es reißt ihn fort vom vollen Leben,

      Bereitet oder nicht zu gehen,

      De un modo narrativo, Schiller demuestra la actitud consecuente del pueblo y, en particular, de Stauffacher, Walther Fürst y Melchthal, que no lamentan la muerte de un emperador que en vida nunca los protegió. Así se pone de manifiesto en la dura sentencia de uso frecuente, que se introduce, en analogía con muchos proverbios, con un pronombre relativo que enfatiza su validez general.

      La segunda escena del último acto representa el regreso de Tell a su casa, interrumpido por la aparición de Johannes Parricida, vestido de monje. A través del tenso diálogo entre Tell y Parricida se pone de manifiesto que Schiller desea establecer una clara diferencia entre el asesinato vengativo de Parricida y la legítima defensa de Tell como padre y defensor de su pueblo ante una tiranía insufrible. El disparo certero de Tell ha devuelto la libertad a su pueblo, y la destrucción de los fortines por parte del pueblo representa la recuperación del orden natural y divino. Johannes Parricida, por el contrario, atentó gravemente contra este orden divino. Por ello debe desaparecer sin que nadie lo reconozca.

      Los hombres felices son los campesinos y los hombres del juramento del Rütli, que llegan a casa de Tell para celebrar a su libertador y su libertad, como señala el texto marginal de la última escena. Todos han contribuido a que el nuevo orden sea una realidad y todos participan de la nueva libertad