AAVV

Conocimiento y lenguaje


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la mera función transmisora de mensajes o de contenidos informativos y la convierten en un factor que participa necesariamente de la misma naturaleza compleja de la sociedad en que cumple una función preponderante como agente social (Livolsi, 2000: 333351, 455-483). Precisamente por eso, Ramonet (2000: 11-12) sostiene que:

      Cuando reflexionamos así, como acabamos de hacer muy rápidamente, sobre la larga historia de la relación entre tecnología y comunicación, nos damos cuenta de que la tecnología es un aspecto, pero no el único, y que para que haya cambios sustanciales, se producen también otros cambios. Por ello yo digo siempre, y a mis estudiantes en particular, que cuando reflexionen sobre la comunicación tengan en cuenta, sistemáticamente, tres parámetros. Primero, el parámetro tecnológico que, efectivamente, tiene su importancia y sobre lo que vamos a hablar ahora. Segundo, el parámetro económico, o económico-industrial: ¿Qué tipo de industria, qué tipo de empresa se preocupa de desarrollar la comunicación de masas en un momento dado? Y tercero, el parámetro retórico: ¿Qué tipo de retórica, qué tipo de discurso organiza esta nueva tecnología, esta nueva empresa cuando se producen esos cambios?».

      Tal como afirma Castells (1997: 360-361):

      Una transformación tecnológica de dimensiones históricas similares está ocurriendo 2.700 años después, a saber, la integración de varios modos de comunicación en una red interactiva. O, en otras palabras, la formación de un supertexto y un metalenguaje que, por vez primera en la historia, integran en el mismo sistema las modalidades escrita, oral y audiovisual de la comunicación humana. El espíritu humano reúne sus dimensiones en una nueva interacción entre las dos partes del cerebro, las máquinas y los contextos sociales. Pese a toda la ideología de ciencia ficción y el despliegue comercial que rodea el surgimiento de la denominada autopista de la información, no se debe subestimar su significado. La integración potencial de texto, imágenes y sonido en el mismo sistema, interactuando desde puntos múltiples. En un tiempo elegido (real o demorado) a lo largo de una red global, con un acceso abierto y asequible, cambia de forma fundamental el carácter de la comunicación.

      La complejidad que hemos presentado de forma sucinta constituye, como hemos reiterado, el supuesto básico para afrontar las siguientes fases del proceso de investigación: conformación del modelo de representación y explicación, el corpus conceptual y terminológico, el planteamiento de hipótesis y el método adecuado. Por supuesto, en esta delimitación no hemos incidido en algo a lo que hemos aludido a la hora de hablar, en otro apartado, de la necesidad de superar las restricciones que muchas veces ha impuesto la selección exclusiva de la comunicación de masas como objeto de investigación, pero es evidente que, bien estudiadas de forma autónoma o bien en relación con la comunicación social y mediada o mediática (condicionantes de la recepción y consumo), las peculiaridades de cada forma y nivel de comunicación (Rosengren, 2000: 89ss.), como es lógico, constituyen, como manifestaciones fundamentales de la realidad comunicativa, el objeto de la investigación y, por lo mismo, han de incluirse en las preocupaciones de las disciplinas relacionadas con el estudio de la comunicación.

      1.3.2.2 Los límites de los paradigmas

      A partir de lo afirmado anteriormente, aunque no nos atrevemos a afirmar con la rotundidad que lo hacen algunos autores, la realidad comunicativa tal como se presenta actualmente exige un cambio radical de paradigma o paradigmas explicativos y, por tanto, nos colocaría ante una revolución científica en los términos que acuñó Khun en su obra La estructura de las revoluciones científicas y en desarrollos posteriores y que vendría provocada por la crisis e ineficacia de la mayor parte de los elementos y factores que conforman los paradigmas comunicativos vigentes actualmente. No obstante, y valiéndonos de las acotaciones de algunos autores, haremos alusión a algunas carencias que, cuando menos, sirvan como señales de alerta ante la pérdida de vigencia y, sobre todo, eficacia científica y epistemológica de aquellos modelos o teorías de la comunicación que no contemplen las peculiaridades que definen actualmente los fenómenos comunicativos, sus infraestructuras y sus derivaciones con respecto a la generación de nuevos productos y a la percepción e interpretación de los mismos.

      Rojas-Vera y Arape (1998: 64-80) han elegido el término Poscomunicación para construir una teoría que afronte los nuevos retos y exigencias que conlleva la comunicación contemporánea realizando este diagnóstico:

      Con toda seguridad, hoy tenemos, además de la desilusión en la comunicación, un gran déficit conceptual y teórico para entender la nueva posibilidad. La comunicación puede ser el eje transformacional para contribuir a nivelar el déficit. A pesar de los cambios vertiginosos, el progreso tiene una deuda con la comunicación. La parcialidad disciplinaria podría ser ahora un peligro.

      No existen tantos conceptos claros para interpretar y entender lo que puede estar sucediendo. En realidad, la situación no es tan fácil como para reducirla a modelos operativos. La sociedad preinformacional tiende a simplificar el tema de sociedad de la información a sociedad informatizada, precisamente por existir un déficit conceptual. El mismo peligro corre al entender la idea de poscomunicación como una comunicación supertecnificada o simplemente hiperinformatizada. Tal vez tengamos una curvatura en la evolución y acerquemos las tecnologías a la comunicación no tangible. A pesar de que la distancia temporal entre la sociedad de la información y la industrial fue menor que entre esta última y la agraria, la brecha cultural y epistemológica que nos anuncia la poscomunicación será mayor [...] La brecha para comprender lo que debemos afrontar parece mayor que las anteriores. ¿Cómo aproximarnos a la sociedad poscomunicacional? Y ¿acaso podremos imaginarla o comprenderla con la racionalidad aún incomprendida de la misma sociedad de la información? Si explicar la sociedad de la información desde conceptos industriales ha sido un error por el riesgo de reduccionismo técnico, tanto más lo será acercarse a la sociedad poscomunicacional desde los conceptos de la misma sociedad de la información.

      Otros autores, en cambio, constatan las peculiaridades de la nueva comunicación, sobre todo las que provienen de la incidencia trascendental de las nuevas tecnologías y de las nuevas dimensiones y funciones en la estructura y dinámica de la sociedad global y, sin afirmarlo clara y rotundamente, también plantean, e incluso han ensayado, la necesidad de incorporar un nuevo bagaje analítico e interpretativo para aproximarse a la nueva comunicación ante el riesgo de inadecuación e ineficacia de los modelos vigentes. En esta dirección han de ser leídas las obras de autores ya citados (Bettetini y Colombo, 1995; Echeverría, 1999; Gubern, 1986 y 1999; Ramonet, 1998; Terceiro y Matías, 2001).

      1.3.2.3 Exigencias de la complejidad

      Los autores citados anteriormente, Rojas-Vera y Arape (1994: 64-80), también han diseñado el paradigma de la poscomunicación como respuesta a la complejidad que presentan la comunicación y la sociedad en la que se enmarca y cuyos ejes fundamentales son:

      1) la valoración del cambio acelerado de todo y, en especial, del mundo de la comunicación; 2) el papel preponderante de la información y la comunicación, y su conocimiento científico, para la construcción de la sociedad del siglo XXI; 3) la crisis de las fronteras comunicacionales; 4) la nueva esperanza del mundo comunicacional y 5) el creciente déficit conceptual para entender las nuevas realidades.

      Partiendo de esos supuestos, pueden extraerse algunas pautas importantes para analizar e interpretar de forma adecuada la realidad comunicativa tal como enumeraremos a continuación.

      La aceptación de la complejidad de los fenómenos comunicacionales y, por tanto, de los respectivos paradigmas explicativos, asumiendo, como correlato, la necesidad de la interdisciplinariedad o transdisciplinariedad en estos términos. En efecto, el gran tema de las comunicaciones, desde el sentido humano al social, desde lo técnico a lo estratégico, exige abordajes más allá de lo interdisciplinario, conduciéndonos hacia la transdisciplinariedad. Lo cual representa un reto para científicos y estudiosos de la comunicación centrados en modelos comunicacionales industriales o informacionales.

      La creación de nuevos conceptos, nuevos términos para nombrar los nuevos fenómenos comunicativos y, de esa manera, superar el déficit conceptual, puesto que:

      No existen tantos conceptos claros para interpretar y entender lo que puede estar sucediendo. En realidad, la situación no es tan fácil como para reducirla