Tao Wong

La Vida En El Norte


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otro de los monstruos de pelusa me ataca por el costado, demasiado concentrado como estoy en matar al primero. Ataco con mi cuchillo, cortando el pelaje rasposo mientras tropiezo hacia atrás, agitando desesperadamente mi arma contra él.

      —A tu derecha, —grita Alí, y yo miro hacia la derecha, dando un revés al tercer monstruo Tribble. El golpe lo atrapa y lo hace girar, cayendo por la colina. El segundo monstruo toma mi breve distracción como una señal para morderme la pierna y yo grito de dolor, clavando mi cuchillo una y otra vez hasta que me suelta.

      Me alejo, cojeando hasta donde el primer monstruo de pelusa sigue con sus arcadas y su tos, y lo mato pisoteando a la criatura, haciéndolo repetidamente hasta que deja de moverse.

      —Otra vez detrás de ti, —grita Alí, aburrido ahora.

      Giro, levantando el brazo a tiempo para que me muerda el antebrazo en lugar de la cara y luego procedo a apuñalarlo hasta la muerte.

      —Bueno, esa es una forma de matar a los monstruos. La próxima vez, intenta que no te coman tanto cuando luches, —me indica Alí, y yo le gruño, saqueando las bolas de pelusa. ¿De verdad, pelusa? ¿Ese es mi botín? ¿Pelusa? Por otra parte, ¿qué esperaba de las bolas de pelusa? Lo vierto en mi inventario, haciendo una mueca y me pongo en marcha hacia el arroyo que recuerdo que hay por aquí, cojeando hasta llegar a él.

      Lavo mi ropa lo mejor que puedo en el arroyo, con Alí vigilando por encima de mí. Trabajo rápido, deshaciéndome de toda la sangre que puedo sin humedecer demasiado mi ropa. Con lana o sin ella, la humedad es la humedad, y a principios de abril en Kluane las temperaturas sólo rondan los 6 grados centígrados a la sombra. Mientras me limpio, le pregunto a Alí algo que me preocupa. —Alí, ¿cómo es que los monstruos nunca te atacan?

      —No pueden verme, —responde Alí.

      Frunzo el ceño: “Pero esa primera vez....”

      —Puedo hacerme visible con esfuerzo, pero no puedo mantenerlo durante mucho tiempo, al menos todavía, —Alí hace una pausa, girándose hacia el Este antes de hablar. —Es hora de irnos guapo. Viene la compañía.

      Me levanto apresuradamente, sacudiéndome el agua de las manos mientras salgo a trote lento hacia el suroeste, haciendo lo posible por mantenerme lo más silencioso posible.

      ***

      El sol casi se ha puesto cuando por fin llego al aparcamiento. Lo que debería haber sido una caminata de medio día se ha convertido en un calvario de dos días. No me sorprende ver los restos quemados de mi vehículo, aunque el silbido de la palabra «Salamandra» me da una idea de lo que podría haber causado el problema. O lo haría si supiera lo que es una Salamandra.

      —Un lagarto gigante con una afinidad mayor a la magia del fuego. Respira fuego en realídad, algunos piensan que es una variante menor de un Dragón, —explica Alí. —Buenas y malas noticias también.

      —Explica, —murmuro en voz baja, observando el claro en busca de monstruos.

      —Malas noticias: se dirige a tu Haines Junction, —Alí señala las huellas bastante evidentes. Cuando no muerdo ante su silencio, suspira y explica las buenas noticias: “Es probable que su presencia aleje a la mayoría de los monstruos de su camino. Hace que sea más seguro seguirlo. Si es que no da marcha atrás”.

      Genial. Simplemente genial. Voy a seguir a un lagarto gigante que escupe fuego en su camino hacia la fuente de civilización más cercana que conozco y espero que no se dé cuenta de mi presencia. Al menos no se llama Godzilla.

      ***

      No soy un gran jugador, pero mi ex sí lo era y he aprendido lo suficiente de la jerga como para conocer el término “robar muertes”. Casi me sentiría culpable, acabando con la vida de estos Alces del Relámpago y ganando alguna minúscula cantidad de experiencia por ello, pero teniendo en cuenta que están destrozados o sufren importantes quemaduras, lo llamaré un acto humanitario. Más allá de estos actos de misericordia, ignoro decididamente los cadáveres asados y a medio comer que constituyen la mayor parte de la manada y la comida más reciente de la Salamandra.

      ¡Sube de nivel!

       Has alcanzado el nivel 3 como Guardia de Honor de Erethran. Los puntos de estadísticas se distribuyen automáticamente. Tienes 3 atributos libres para distribuir. Habilidades de clase bloqueadas .

      La habilidad bloqueada me provoca una mueca, pero teniendo en cuenta los ridículos aumentos de Estatus, puedo vivir con ello. Como tengo un breve momento, saco mi pantalla de estado para revisarla.

Pantalla de Estado
Nombre John Lee Clase Guardia de Honor de Erethran
Raza Humano (Hombre) Nivel 3
Títulos
Ninguno
Salud 190 Resistencia 190
Maná 220
Estado
Normal
Atributos
Fuerza 15 (50) Agilidad 18 (70)
Constitución 19 (75) Percepción 12
Inteligencia 22 (60) Voluntad 24 (60)
Carisma 8 (16) Suerte 10
Habilidades
Sigilo 6 Supervivencia en la Naturaleza 3
Combate sin Armas 2 Dominio del Cuchillo 5
Atletismo 3 Visión 4
Cocinar 1 Detección del Peligro 2
Habilidades de Clase
Ninguna (2 Bloquedas)
Hechizos
Ninguno
Bonificaciones
Compañero Spirit Nivel 3 Prodigio (Subterfugio) N/A

      Atributos no asignados:

      ¿Desea asignar estos atributos?

      3 puntos de estadísticas

      (S/N)

      —¡Vaya! ¿De dónde han salido todas esas habilidades? Ver mi pantalla de estado por primera vez en días hace que una ceja se levante.

      —Las has estado ganando