este sitio?
3) ¿Por qué les gustaba tanto a todos visitarlo?
4) ¿Quién vivía allí? ¿Cómo se llamaba?
5) ¿Por qué obsequiaba tanto a los demás?
2. ¿Verdadero o falso?
1) El molinero era muy tacaño.
2) Todas las personalidades importantes de la ciudad visitaban el molino.
3) El tío Lucas les pedía cosas a los demás sin dar nada a cambio.
4) Al lado del molino había muchos peros y manzanos.
5) Los señores siempre le echaban una mano al tío Lucas.
3. Traduce al español.
Мукомольная мельница; щедрая плантация; большая часть времени; много горожан; упомянутый; огромная виноградная беседка; уважительный; благоразумный; одаривать; черешня и вишня; дыни; салат; кукуруза; жареные каштаны; миндаль; орехи; оладьи; сдобная булка; богатый; ограниченный доход; ладить; одаривать; дверь сломалась; одолжить; получать один ответ; не бедствовать.
4. Conecta los significados de una columna con las palabras de la otra.
nombrar......perder su dinero
arruinarse…persona que tiene mucho dinero
obsequiar....decir el nombre de una cosa
rico.........regalar, dar
dineral......mucho dinero
5. Completa los huecos con palabras del ejercicio anterior.
1) Cuando paso por su casa, mi abuela no deja de ______________me con todos los platos caseros que hace.
2) Esta nueva casa me ha costado un ______________.
3) Más vale ser pobre pero honrado, que ______________ pero deshonesto.
4) No ______________ si le das un euro a un mendigo.
5) Por ______________ algunas frutas de las que crecemos, os diré que tenemos guindas, peras, manzanas y ciruelas.
3
La última y la más poderosa razón porque los señores de la ciudad iban al molino del tío Lucas era… que los clérigos como los seglares podían contemplar allí una de las obras más bellas, graciosas y admirables de Dios. Esta obra… se llamaba “la señá[4] Frasquita”.
Empiezo por responderos de que la señá Frasquita, esposa del tío Lucas, era una mujer de bien, y lo sabían todos los visitantes del molino. Digo más: ninguno de ellos la miraba con ojos de hombre ni con intenciones amorosas. La admiraban y la cortejaban en ocasiones, eso sí, pero siempre delante de su marido, por supuesto. Todos acababan por decir al regresar del molino obsequiados de uvas o de nueces que era buena mujer, un ángel, una niña de cuatro años.
La niña de cuatro años, esto es, la señá Frasquita, se acercaba a los treinta. Tenía más de dos varas[5] de estatura, era recia o quizás más gruesa todavía de lo correspondiente a su distinguida talla. Parecía una matrona romana… y eso que no había tenido hijos. Pero lo más notable en ella era la movilidad, la ligereza y gracia de su respetable cuerpo. Su rostro era más movible todavía. Lo avivaban cinco hoyuelos: dos en una mejilla, otro en otra; otro, muy pequeño, cerca de la comisura izquierda de sus rientes labios, y el último, muy grande, en medio de su redonda barba. Imaginad, además, los picarescos gestos, los graciosos guiños y las bonitas posturas de cabeza y ya tendréis la idea de aquella cara llena de hermosura y brillante de salud y alegría.
Ni la señá Frasquita ni el tío Lucas eran andaluces: ella era navarra y él murciano. Él había ido a la ciudad de…, a los quince años, como medio paje, medio criado del obispo anterior. Su protector lo educó para clérigo y le dejó en su testamento el molino. Pero después de la muerte del obispo el tío Lucas abandonó la carrera sacerdotal y se convirtió en soldado. Más que decir misa y moler trigo deseaba ver el mundo. Participó en varias campañas como ordenanza del general don Ventura Caro y permaneció luego mucho tiempo en las provincias del Norte, donde tomó la licencia absoluta[6]. En Estella conoció a la señá Frasquita, que entonces se llamaba Frasquita; se enamoró, se casó con ella, y la llevó a Andalucía a aquel molino donde estaban tan pacíficos y dichosos.
La señá Frasquita, pues, trasladada de Navarra, no había obtenido ningún hábito andaluz, y se diferenciaba mucho de las campesinas andaluzas. Se vestía con más sencillez y elegancia que ellas, lavaba más sus carnes y permitía al sol y al aire acariciar sus brazos y garganta. Usaba, hasta cierto punto, el traje de mujeres de aquella época: la falda que dejaba ver sus menudos pies y el movimiento de su pierna; llevaba el escote redondo y bajo; todo el pelo recogido en lo alto de la coronilla, que dejaba ver la hermosura de su cabeza y de su cuello, pendientes largos en sus pequeñas orejas y muchas sortijas en los afilados dedos de sus duras pero limpias manos. Por último: la voz de la señá Frasquita tenía todos los tonos del más extenso instrumento, y su risa era muy alegre y natural.
Retratemos ahora al tío Lucas. El tío Lucas era muy feo. Lo había sido toda su vida y ya tenía cerca de cuarenta años. Sin embargo, había pocos hombres tan simpáticos y agradables. Fascinado con su energía, su ingenio y su gracia, el difunto obispo se lo pidió a sus padres, que eran pastores, no de almas, sino de verdaderas ovejas. Después de la muerte del obispo y de dejar el seminario por un cuartel, lo distinguió entre su ejército el general Caro, y lo hizo su ordenanza más íntimo, su verdadero criado de campaña. Después de cumplir, en fin, su empeño militar, le fue muy fácil al tío Lucas rendir el corazón de la señá Frasquita. La navarra, que entonces tenía veinte abriles, y les gustaba a todos los mozos de Estella, algunos de ellos bastante ricos, no pudo resistir a los continuos chistes, a los ojos del enamorado y a la constante sonrisa llena de malicia y de dulzura, de aquel murciano tan atrevido, tan hablador, tan hábil, tan valiente y tan gracioso, que acabó por enamorar no sólo a la joven sino también a su padre y a su madre.
Lucas era en aquel entonces, y seguía siendo en la fecha a que nos referimos, de pequeña estatura (por lo menos con relación a su mujer), un poco cargado de espaldas[7], muy moreno, lampiño, narigón, orejudo y picado de viruelas. En cambio, tenía una boca armoniosa y una dentadura inmejorable. Sólo de aspecto aquel hombre era feo, en cuanto empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones, y esas perfecciones se iniciaban en los dientes. Luego venía la voz, varonil y grave algunas veces, dulce cuando pedía algo, y siempre difícil de resistir. Después llegaba lo que aquella voz decía: todo oportuno, ingenioso, persuasivo… Y, por último, en el alma del tío Lucas había valor, lealtad, honradez, sentido común, deseo de saber y conocimientos de muchas cosas, menosprecio hacia los ignorantes, no importa su categoría social, y cierto espíritu de ironía. Tal era por dentro y por fuera el tío Lucas.
1. Contesta a las preguntas.
1) ¿Cómo era la señá Frasquita? ¿Tenía hijos?
2) ¿De dónde era la señá Frasquita? ¿Y el tío Lucas?
3) ¿Por qué el tío Lucas decidió dejar la carrera de clérigo?
4) ¿Cuántos años tenía el tío Lucas? ¿A qué se dedicaban sus padres?
5)