Lou Priolo

Amargura


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decirlo de otra manera, la amargura es el resultado de responder inapropiadamente (no bíblicamente) a una ofensa. La Escritura compara la amargura a una raíz:

       Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. (Hebreos 12:15)

      Las raíces deben ser plantadas. Así que, permíteme preguntarte, “¿Cuál crees que es la semilla que al ser plantada produce la raíz de la amargura?”.

      Hablando generalmente, es una herida. Cuando alguien te hiere, es como si esa persona arrojara una semilla en el terreno de tu corazón. En ese punto, puedes elegir responder de dos formas diferentes. Puedes recoger y desechar la semilla al perdonar a tu ofensor, o puedes comenzar a cultivar la semilla al repasar la herida una y otra vez en tu mente. La amargura es el resultado de permanecer demasiado en una herida. Nuevamente, es indicativo de que alguien no ha perdonado realmente a su ofensor (Mateo 18:34-35).

      La mejor amiga de Verónica, Betty, había estado planeando una pijamada para las chicas del grupo juvenil. Todo el verano, la fiesta fue el tema de discusión. Todos estarían ahí. Tres días antes de la pijamada, Verónica se enteró de que unos viejos amigos de la familia vendrían a la ciudad el fin de semana de la fiesta. Aunque la fiesta de Betty estaba agendada desde meses atrás, el padre de Verónica quería que abandonara sus “bobos planes de fiesta” y se quedara en casa para recibir a los invitados. Verónica sabía que todas las chicas populares estarían en la pijamada, además de todas sus amigas. Por si fuera poco, ella se había comprometido a ir a la fiesta mucho antes de que supiera de los planes de su padre. Los padres de Verónica le insistieron en que se quedara en casa. Una semilla, una herida, había sido plantada en su corazón.

      La semilla de Verónica podía fácilmente convertirse en raíz de amargura:

Pensamientos internos de Verónica Cultivación de la amargura de Verónica
“¡No puedo creer que me haga esto! He estado planeando ir a esta pijamada todo el verano”. Verónica entierra uno o dos centímetros más la semilla en su corazón.
“Él es tan egoísta. Solo piensa en lo que él quiere”. Verónica cubre con más tierra la semilla.
“Nunca me permite divertirme si piensa que sus planes perfectos pueden ser trastornados”. Verónica airea la tierra.
“¿Por qué tengo un padre como él?” Verónica riega la tierra.
“¡Es un perdedor!” Verónica fertiliza la herida y comienza a germinar.
“¡No puedo esperar para irme de esta casa! Así nadie arruinará la diversión”. Verónica deshierba su pequeño retoño y sus raíces crecen más profundas.
“¡No puede hacerme esto! Le daré una probada de su propia medicina. Lo avergonzaré de tal manera que deseará haberme enviado a la pijamada en una limosina”. Verónica pone los últimos toques en el invernadero que contiene su planta y comienza a cobrarle a las personas para entrar en él.

      Verónica permitió que sus sentimientos heridos la paralizaran y no le permitieran tomar la acción apropiada (como obedecer y quizá apelar a su padre amablemente), contestando su “ofensa” una y otra vez en su mente y, en consecuencia, guardó amargura contra él.

      ¿Cuáles son las señales de que hemos guardado amargura contra alguien? En mis casi veinticinco años de consejería, me he cruzado con algunas posibles señales de la amargura. Las ofrezco para su consideración. ¿Con cuántas de ellas te puedes identificar? Comienza pensando en las personas más cercanas a ti.

      Dificultad para resolver conflictos . Intentar resolver conflictos con alguien que no estás dispuesto a perdonar es como intentar construir un rascacielos sin poner un fundamento sólido. La amargura condenará al proyecto antes de que comience.

      Actos de venganza . Ya sea que tenga la forma de un mal comentario a otra persona, un comentario malévolo a la cara del ofensor o alguna forma de altercado físico, tomar la venganza en nuestras manos es una manera de no perdonar.

      Aislamiento . Cuando le aplicamos a nuestros ofensores “la ley del hielo”, estamos siendo vengativos. Estamos diciendo (esencialmente), “Mira, te he dicho una y otra vez cuánto me molesta que hagas (o no hagas) esto. Pero simplemente no lo entiendes. Así que, la única forma que conozco para mostrarte cuánto me lastimas es darte un poco de tu propia medicina. ¡Cuando considere que has experimentado un poco de lo mucho que tú me has herido—quizá en uno o dos días—te comenzaré a hablar nuevamente!”.

      Arranques de ira . Como observamos con Franco, la amargura nos tienta a sobre-actuar emocionalmente. Cuando tenemos amargura, no vemos cada ofensa como una marca en una pizarra limpia, fácil de perdonar, sino que como una nueva cosa en una larga lista de ofensas similares bajo un mismo título (por ejemplo, “Cosas hirientes que ella me ha dicho a través de los años”).

      Sarcasmo hiriente . Comentarios irónicos, bromas pesadas, contestaciones burlonas y otros tipos de sarcasmo son generalmente producidos en un corazón con amargura.

      Comunicación condescendiente . Hablarle a tu ofensor como si fuese un niño o inferior a ti no es solo una posible señal de amargura, sino que es contrario a Filipenses 2:3b, “antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.

      Críticas . Una actitud crítica, condenatoria y juzgadora puede también indicar un problema con el resentimiento. Frecuentemente, un motivo vengativo se encuentra en el corazón de un espíritu crítico.

      Sospecha y desconfianza . Cuando la amargura provoca una ruptura en la comunicación (como comúnmente lo hace), las personas comienzan a sospechar unas de otras. Pequeñas “ofensas” que típicamente se pasarían por alto con un “Él no tenía la intención de herirme— yo mismo lo he hecho cientos de veces”, o un “Oh, solo está teniendo un mal día”.

      Intolerancia . Similarmente, la amargura nos predispone a no tolerar (sobrellevar; Efesios 4:2) las ofensas idiosincráticas (que no son pecado). El resentimiento hace montañas de hormigueros.

      Hipersensibilidad . Tratar el pinchazo de un alfiler como si fuera una puñalada en el corazón puede ser indicativo de un espíritu no perdonador. Las personas orgullosas son especialmente propensas a caer en esta trampa. “No has ofendido a cualquier persona, me has ofendido a mí. Y mi ira no se calma fácilmente”.

      Impaciencia . La paciencia involucra ser capaces de mantener una perspectiva bíblica de nuestros problemas al no magnificar pruebas tolerables, de tal manera que en nuestras mentes parezcan como intolerables. La amargura provoca que perdamos la perspectiva bíblica. Magnifica ofensas perdonables para que parezcan imperdonables en nuestra mente. E intenta conducirnos a medios no bíblicos para librarnos a nosotros mismos de la prueba, en lugar de esperar a que Dios obre a través de la manera bíblica de resolver los conflictos.

      Falta de respeto . Si la persona contra la que tenemos amargura es una figura de autoridad, Nuestro desprecio por esa persona eventualmente surgirá de nuestros corazones y se evidenciará a través de nuestras palabras en forme de irreverencia.

      Rebelión en contra de la autoridad . La rebelión difícilmente está desligada de la amargura. Comienza con una herida, la semilla, después nace el tallo de la amargura y crece a necedad (insubordinación) y termina desarrollándose como contumacia.

      Mal uso de la autoridad . Cuando