Irene Kuperwajs

El pase antes del pase... y después


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Freud plantea en “Análisis terminable e interminable” (1)

      La preocupación de Freud por el fin del análisis persiste en diversos momentos de su obra. La encontramos tempranamente en su correspondencia con Fliess, en la que menciona el caso del “Señor E”:

      Casi al final de su obra, en su texto “Análisis terminable e interminable” –que podemos considerar, si seguimos a Lacan, su “testamento”–, se interroga en primer lugar si es posible terminar un análisis, y luego cuándo y de qué manera. Vemos que el “resto” al que alude ya en 1900 sigue apareciendo como una preocupación constante en su obra. Articula a la causalidad de la neurosis los conceptos de trauma (como causa exterior y contingente), pulsión (como causa interna y constitucional) y el yo; aborda en este mismo texto el problema de previsión y prevención; y se interroga sobre la pulsión de muerte y los límites del análisis.

      Si bien al comienzo se pregunta por la larga duración de la experiencia analítica y la preocupación del hombre moderno por acortarla, al mismo tiempo nos sorprende porque se refiere a un resto que perdura y haría imposible su terminación absoluta. Da varias vueltas para situar este resto. Por un lado utiliza una metáfora aludiendo a que un fragmento de una época anterior permanece a título de resto en la época posterior, y por otro lado convoca a lo largo del texto a sus antiguos discípulos y analizantes bajo el interrogante de lo que su propia práctica produjo. ¿Qué efecto tuvo el análisis en estos sujetos?

      Freud es taxativo: afirma que esta idea de Rank de economizar el camino es congruente con la época y está bajo la influencia de la posguerra europea y la prosperity norteamericana, ambas pertenecientes al pasado. Para Freud es ineludible en un análisis pagar el precio, y Rank no lo paga porque nunca se analizó, se aparta del movimiento psicoanalítico.

      Finalmente, Freud le resta potencia a esta medida coercitiva de fijar un plazo anticipado para el fin de la cura, y recuerda que la interpretación analítica está más bien ligada al tacto y que “el león salta una sola vez”, en un instante, en el momento oportuno. Tampoco les da crédito a la prevención, ni al saber como causa inmediata de una mutación subjetiva. Se puede entender de qué se trata, pero eso no necesariamente lleva a un cambio rápido en el sujeto; es decir, la pedagogía es inoperante en el análisis. No es posible cortocircuitar las curas, sin embargo Freud se pregunta: ¿cómo terminar con ese stuck? (‘resto’ en alemán). Sobre este punto Miller refiere que Lacan hablará del “resto fecundo”, y que en la historia humana lo más fecundo son los restos. ¡Lacan mismo fue un resto de la operación IPA!

      Freud también se interroga respecto de la duración de lo obtenido en el final, es decir, por cuánto tiempo podremos beneficiarnos del éxito terapéutico. Si existe una conclusión natural para cada análisis, ¿a qué llamamos final de un análisis? ¿Se puede ir hasta el final sin que algo retorne más tarde? No se trata sólo de ir más rápido, sino de a dónde vamos.

      Como ya he mencionado, Freud argumenta en 1926 que el análisis termina cuando el paciente ya no sufre a causa de sus síntomas y ha superado sus angustias e inhibiciones. Define así un final práctico y terapéutico cuando el analista juzga haber hecho consciente lo reprimido en el paciente, esclarecido lo incomprensible, eliminado sus resistencias. Y si por algún motivo externo, por ejemplo una mudanza o falta de dinero, el paciente no alcanza estas metas, habla de análisis imperfecto más que de uno no terminado.

      Podemos constatar que, si bien Freud propone al yo como un poder de dominio, hay para él un