Claudio Daniel Bo

Desafiando a las alturas


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a dos o más. De caminar por lo llano a caminar a la vera del Río Tegua subiendo y bajando barrancas, e incluso caminaba por el agua en contra de la corriente y con el agua hasta la cintura. La bicicleta hacía mucho que no la usaba y rápidamente llegué a recorrer entre 18 y 25km por hora, hora y cuarto. El circuito era de sur a norte por el campo y esos vientos fríos y fuertes de invierno más alguna llovizna no me detuvieron. Hasta recorría las vacas en bicicleta. El escalador lo usaba a la madrugada cuando todavía era de noche para salir a trabajar. Y en promedio hacía unos 20–25km, 65–70 minutos. Lo máximo sin parar fueron 100 minutos, eran como retos que me proponía. Corría entre diez y quince kilómetros, hora hora y media. Y en los últimos meses incorporé los ejercicios aeróbicos dos veces por semana.

      Con la preparación física en quince días perdí un kilo de peso, lo que me llevó a pensar: en cinco meses desaparezco. Pero al segundo mes recuperé mi peso normal y ahí se estabilizó.

      En algún momento estos ejercicios se volvían rutinarios y cansadores y el solo hecho de verme haciendo cumbre y de rodillas mirando al Cielo agradeciendo…recargaba energía, pura adrenalina.

      Nunca fui a un gimnasio y me hacía tiempo extra a mi trabajo diario para poder entrenar. Algunos momentos difíciles en temporada de toros en exposiciones o con la siembra, no podía entrenar. Así y todo en 10 meses recorrí unos 5000km y 400horas de ejercitación.

       Además de no ir a un gimnasio, tampoco hice salidas previas a otras montañas a modo de adaptación y experiencia.

      Y en cuanto a la alimentación incorporé a mi dieta huevos, bananas, zanahoria y masitas saladas. Kilos de bananas y zanahoria y docenas de huevo. Quise reemplazar el dulce de leche por la mermelada sin éxito, pero si le di espacio. Le dije adiós al café y el te lo suplió. El resto de la alimentación siguió la habitual basada en carnes. Cosas simples que me ayudaron en mi entrenamiento.

       VESTIMENTA Y MÁS

      La vestimenta comprendía remeras térmicas manga corta y manga larga, buzo micro polar, campera de plumas fina y gruesa, rompe vientos. Pantalón de trekking, calza de primera piel, pantalón de polar y polainas. Medias de primera piel, de trekking y gruesas de alta montaña. Guantes de primera piel, de sky o mitones de pluma. Pañuelo tipo buff, pasamontaña, gorro de polar, casco. Calzado liviano de trekking, botas dobles y grampones.

      Parte del equipamiento: Mochila, bolsa de dormir, remeras térmicas,

      pantalón de polar con impermeable,guantes, bolsa de hidratación.

       Pregunté por mis zapatillas Topper de tela liviana para llevar a lo que me dijeron NO contundentemente. Igual las llevé y me acompañaron hasta Cólera.

      Bolsa de dormir para –27°C. La carpa la proveía la empresa.

      Bastones de trekking, lentes de sol UV 4, protector solar y labial.

      Recipientes para agua y bolsa de hidratación.

      Cubiertos: cuchara: cuchillo y tenedor, plato, vaso o jarro.

      Elementos de aseo: toalla de mano, jabón, champú chico, papel higiénico, toallitas de bebé, peine.

      Linterna frontal y pilas de repuesto.

      Opcional: papel, lápiz, cámara de fotos, binoculares.

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      Utensilios para las comidas. Esto lo usaba solamente

      en la cena ya que el almuerzo era una vianda que llevaba en la mochila.

       Cuando me orientaban con las cosas que debía llevar en la excursión, mencionaron las toallitas de bebé. No entendía ¿para qué? El tiempo se encargó de explicarme. Era la manera de higienizarse. La dificultad fue a mayor altura cuando las toallitas se congelaban.

       DECISIÓN

      “Viajar es invertir no gastar.” Pero el costo de la expedición era un gasto importante a afrontar y debía decidirlo con ocho meses de anterioridad. Momento difícil si lo había, año muy malo para el campo, el clima no acompañaba, deudas pendientes, en fin, mucha responsabilidad en mis espaldas.

      Decidir me llevó muchos días, muchos cuestionamientos: sueño–realidad, moral–sentimientos, obligaciones–placer. Todo pasaba por lo que quería hacer, que es algo personal, y por lo que estaba a mi alrededor, mis compromisos.

      Sabía que lo que elegiría no tendría vuelta atrás y eso me presionaba porque cualquier decisión que tomara me podía arrepentir. Y en un momento cerré los ojos y me dejé llevar por el sentimiento, por lo que quería hacer aún sin saber exactamente lo que se vendría.

       PARA PENSAR

      Durante el invierno que por cierto fue bastante cruel en cuanto a temperaturas, recuerdo unos días de viento sur con temperaturas de 8–10°C bajo cero. Andar por el campo alimentando a los toros y si que estaba frío, y pensaba en los seis mil y pico metros con fuertes vientos y temperaturas de 20–25°C bajo cero. Debía ser tremendamente cruel.

      Entre tantas cosas leídas, el índice de mortalidad en el Aconcagua es el más alto de Sudamérica. Los escaladores palidecen ante el mal de altura y los cambios climáticos extremos. Más de una vez recordé éstas letras, realmente era para pensar. Nunca me había expuesto a semejantes temperaturas. Confiaba en el asesoramiento de la vestimenta adecuada para tal fin y en que la expedición me llevaría y no me expondría.

       Sin dudas que el frío fue la mayor preocupación, más que la propia vida, pero el entusiasmo por ir todo esto quedaba de lado.

       RECTA FINAL

      Fueron pasando los días, las fiestas, comenzó 2019 y durante el mes de enero debía dejar todo más que acomodado y organizado para que mis hijos atendieran las distintas actividades en el campo. Esto me llevó mucho tiempo y el entrenamiento lo hice en menor intensidad y frecuencia, con lo que aumenté tres kilos de peso.

      Comenzaba la cuenta regresiva tachando los días para la partida. Nadie sabía, aunque lo había dicho en reuniones familiares, que realmente iba a hacer la expedición ni cuando era la fecha. Esta fue una decisión muy personal para no generar preocupaciones o malestares. Tampoco quise que se sepa mucho.

      Y llegado el momento me despedí de mis padres, de mi hermana y su familia, y de mis hijos. Era el momento de viajar a Mendoza, La Cordillera y el Aconcagua me esperaban.

       EL ENCUENTRO

      Días antes de la fecha de salida, uno de los guías armó un grupo de wassapp, donde nos fuimos conociendo, recibimos algunas informaciones de cómo solicitar el permiso de ascenso, fechas y horarios, vestimenta. Si bien había una lista del equipamiento, un guía hizo unos videos explicando y recomendando que cosas llevar y que debíamos ser simples y prácticos.

       Para solicitar el permiso de ascenso hay que llenar un formulario, y una de las preguntas era a qué altura había llegado haciendo trekking. Sin ningún tipo de experiencia y para llenar el casillero, puse 3500mts, claro, lo que no aclaré que en auto no caminando.

      Mis compañeros tenían al menos una cumbre de experiencia en otras montañas de más de 5000mts.

      Otro ítem a completar era que cada uno es responsable de su seguridad. O sea que vamos sabiendo que podemos no volver.

      Hotel Crillón en la ciudad de Mendoza es el lugar de encuentro. Llegué temprano, una hora antes de la hora indicada. Poco a poco fueron apareciendo y presentándose los integrantes del grupo. Llegó Germán “Ger”, Horacio y Alejandro “Ale” estaban de la noche anterior, Jimena “Jime”, Luciano “Lucho”, Ricardo