a jugar a las escondidas en el cementerio y vos aceptaste no pude dar marcha atrás. Nico estaba tan entusiasmado que me dio pena frenarlo, por eso decidí continuar con el plan.
La noche nos pareció perfecta. El cementerio estaba oscuro, no se veía nada. ¿Te acordás? Las pocas luces que había encendidas parpadeaban y eso hacía que todo se sintiera aún más aterrador. Hasta yo estaba medio asustado.
Vos llegaste puntual como siempre y Nico ya estaba escondido detrás de una lápida esperando el momento indicado para salir.
No contábamos con la tormenta. Ahí todo se volvió un poco confuso y el chiste se nos fue de las manos. No sé cómo se las arregló Nico para que su sombra se viera tan aterradora. Sus manos parecían garras esqueléticas y alargadas y su cabeza... juro que yo también me espanté al ver cómo brillaban en la oscuridad.
Todo salió mucho mejor de lo que habíamos planeado. Vos estabas ahí parada sola, desorientada, buscándome.
¿En serio creíste que Nico era un fantasma? Tiene cara de muerto el pobre, pero nada que ver. Es solo el chico nuevo tratando de hacerse el gracioso, un genio. Le encanta hacer ese tipo de bromas y yo que soy un nabo total decidí seguirlo.
Y después de verte salir corriendo toda despatarrada y gritando, no pudimos parar y comenzamos a planear nuestro próximo susto.
Para colmo el colegio da para eso. Con tantos pasillos oscuros y la sala de música siempre vacía. Fue tentador que te enviaran a buscar los instrumentos. Yo sabía que vos odiabas entrar sola a esa sala y se lo dije a Nico.
Inmediatamente pedimos permiso para ir al baño y nos adelantamos cortando camino por el otro pasillo. Como tardaste en llegar tuvimos tiempo de escondernos detrás del piano. La idea fue de Nico. Nos cubrimos con esa tela blanca que estaba sobre los instrumentos y apagamos las luces.
Estábamos agachados esperándote cuando escuchamos que abrías la puerta. Algo me dijo que ya estabas un poco asustada.
No resistimos la tentación de darte otro susto.
Hasta a mí me pareció que la tela flotaba sola. Otra vez este Nico con sus increíbles trucos. Es casi extraordinario. No sé cómo lo hace, pero sus sustos están buenísimos. Yo estaba asombrado y no había notado tu reacción hasta que ¡te desmayaste!
Perdón. Soy lo peor y Nico es un inadaptado.
Se le fue la mano cuando hizo que todas las luces de la escuela comenzaran a parpadear. Yo ni siquiera estaba enterado de lo que iba a hacer. No sé cómo se las arregla para aparecer y desaparecer tan rápido. Te prometo que no voy a dejar que te asuste más. Ya hablé con él. Creo que se enojó conmigo, pero no me importa.
Dale, Aye, ¿me perdonás? No vas a podés evitarme para siempre…
Teo
Teo:
¡No voy a ser más tu amiga! Y no me dejés más papelitos en la mochila. Los van a ver las chicas y van a pensar que yo tuve algo que ver con todo esto… En serio, alejate. No quiero tenerte cerca.
¿No te das cuenta?
Vos no tenés ningún amigo llamado Nicolás.
Estás hablando solo y eso me da mucho miedo.
Ayelén
2.
Nico se guardó las cartas sin dar más explicaciones. Algo en su mirada les dijo que no estaba contento con lo ocurrido.
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