ocupado por las columnas es pequeño para contenerlas y en su avance hacia las regiones sólidamente defendidas por el enemigo, deben enfrentarse con fuerzas poderosas. En este instante, las columnas se reúnen, se ofrece un frente de lucha compacto, se llega a una guerra de posiciones, una guerra desarrollada por ejércitos regulares. Sin embargo, no puede desligarse el antiguo ejército guerrillero de su base, y se deben formar nuevas guerrillas detrás del enemigo, que actúen en la misma forma en que actuaban las primarias en el otro territorio y vayan penetrándolo hasta dominarlo.
Así se llega al ataque, al cerco de las plazas, a la derrota de los refuerzos, a la acción cada vez más enardecida de las masas en todo el territorio nacional y al objetivo final de la guerra: la victoria.
En lenguaje militar, táctica es el modo práctico de llevar a efecto los grandes objetivos estratégicos.
Es, en algunos modos, un complemento de la estrategia y en otros una especie de reglamento de la misma; mucho más variables, mucho más flexibles que los objetivos finales, los medios deben adaptarse a cada momento de la lucha. Hay objetivos tácticos que permanecen constantes durante una guerra y otros que van variando. Lo primero que hay que considerar es el acoplamiento de la acción guerrillera a la acción del enemigo.15
Característica fundamental de una guerrilla es la movilidad, lo que le permite estar en pocos minutos lejos del teatro específico de la acción y en pocas horas lejos de la región de la misma, si fuera necesario; que le permite cambiar constantemente de frente y evitar cualquier tipo de cerco. De acuerdo con los momentos de la guerra, puede dedicarse la guerrilla exclusivamente a huir de un cerco, única forma de obligarla a una batalla decisiva que puede ser muy desfavorable, y también a establecer luchas de contracerco (pequeñas partidas de hombres presumiblemente están rodeadas por el enemigo cuando de pronto el enemigo está rodeado por contingentes mayores, o esos hombres, colocados en un lugar inexpugnable han servido de señuelo y todas las tropas y el abastecimiento que va para el ejército agresor, han sido cercados, han sido aniquilados de alguna manera). Característica de esta guerra de movilidad es lo que se denomina minuet, por la analogía con el baile de ese nombre: las guerrillas cercan una posición enemiga, una columna que avanza por ejemplo: la cercan absolutamente, por los cuatro puntos cardinales,16 pero con cinco o seis hombres en cada lugar y convenientemente alejados para no ser a su vez cercados; se entabla la lucha en cualquiera de los puntos y el ejército se moviliza hacia él; la guerrilla retrocede entonces, manteniendo siempre contacto visual con el enemigo y se inicia el ataque desde otro punto. El ejército repetirá la acción anterior y la guerrilla también. Así sucesivamente se puede mantener inmovilizada una columna enemiga haciéndola gastar cantidades grandes de parque, debilitándole la moral a la tropa, sin mayores peligros.
Esta misma práctica debe aplicarse a las horas de la noche, pero acercándose más, demostrando mayor agresividad, porque es mucho más difícil un cerco en esas condiciones. Es decir, la nocturnidad es otra característica importante de la guerrilla que sirve para avanzar hacia posiciones que van a ser atacadas y también para movilizarse en territorios no bien conocidos donde existe el peligro de delaciones. Naturalmente, su inferioridad numérica hace muy necesario que los ataques sean siempre por sorpresa, esa es la gran ventaja, es lo que permite al guerrillero hacer bajas al enemigo sin sufrir pérdidas porque no es lo mismo, en un combate entre cien hombres de un lado y diez del otro, tener una baja por cada lado. La baja enemiga es recuperable en cualquier momento y corresponde en este ejemplo a un uno por ciento; la baja de la guerrilla necesita más tiempo para ser recuperada porque constituye un soldado de alta especialización y es el diez por ciento del conjunto de las fuerzas operantes.
Nunca un soldado muerto de parte de las guerrillas debe ser dejado con sus armas y con su parque. El deber de todo soldado guerrillero es, inmediatamente que cae un compañero, recuperar estos preciosísimos elementos de lucha. Precisamente, el parque, el cuidado que hay que tener con él y su metodización al gastarlo, es otra característica de la guerra de guerrillas. En cualquier combate entre una fuerza regular y otra guerrillera se puede identificar a una y a otra por su manera de hacer fuego: grandes concentraciones de fuego de parte del ejército regular y tiros aislados y precisos de parte del guerrillero.
Cierta vez uno de nuestros héroes, ya muerto, debió emplear su ametralladora durante casi cinco minutos, ráfaga tras ráfaga, para impedir el avance de los soldados enemigos y este hecho trajo una considerable desorganización en nuestras fuerzas porque consideraron, por el ritmo del fuego, que esa posición clave estaba tomada por el adversario, pues era una de las poquísimas ocasiones en que se había hecho caso omiso de la necesidad de guardar tiros, precisamente por la importancia del punto defendido.
Otra característica fundamental del soldado guerrillero es su flexibilidad para adaptarse a todas las circunstancias y convertir en favorables todos los accidentes de la acción. Frente a la rigidez de los métodos clásicos de guerrear, el guerrillero inventa su propia táctica en cada momento de la lucha y sorprende constantemente al enemigo.
En primer lugar, solamente hay posiciones elásticas, lugares específicos de donde no puede pasar el enemigo y lugares de diversión del mismo. Es frecuente observar la sorpresa con que éste nota que un avance gradual, sorteando dificultades fácilmente, se encuentra de pronto férreamente detenido y no hay posibilidades de seguir adelante. Es que las posiciones defendidas por los soldados guerrilleros, cuando se ha podido hacer un estudio cabal del terreno son casi inexpugnables. No se cuenta cuántos soldados atacan sino cuántos soldados pueden defenderla, y una vez establecido ese número se defiende contra un batallón y casi siempre con éxito. Gran tarea de los jefes es elegir adecuadamente el momento y el lugar en que una posición será defendida hasta el final.
La forma de ataque de un ejército guerrillero también es diferente; se inicia sorpresiva, furibunda, implacable, y se convierte de pronto en una pasividad total. El enemigo sobreviviente, reponiéndose, cree que el atacante se ha ido, empieza a tranquilizarse, a normalizar la vida interior de la posición sitiada y de pronto surge un nuevo ataque en otro lugar, con las mismas características, mientras el grueso de la guerrilla espera los refuerzos presuntos. Otra vez, una posta que defiende un cuartel es atacada de pronto, dominada, y éste cae en las manos de la guerrilla. Lo fundamental es la sorpresa y la rapidez del ataque.
Muy importantes son los actos de sabotaje. Es preciso diferenciar claramente el sabotaje, medida revolucionaria de guerra, altamente eficaz y el terrorismo, medida bastante ineficaz, en general, indiscriminada en sus consecuencias, pues hace víctimas de sus efectos a gente inocente en muchos casos y que cuesta gran número de vidas valiosas para la revolución. El terrorismo debe considerarse como factor valioso cuando se utiliza para ajusticiar algún connotado dirigente de las fuerzas opresoras, caracterizado por su crueldad, por su eficiencia en la represión, por una serie de cualidades que hacen de su supresión algo útil; pero nunca es aconsejable la muerte de personas de poca calidad que traen como consecuencia un desborde de la represión con su secuela de muertes.
Hay un punto sumamente controvertido en la apreciación de terrorismo. Muchos consideran que al usarse y al exacerbar la opresión policial, impide todo contacto más o menos legal o semiclandestino de las masas e imposibilita su unión para las acciones que serían necesarias en un momento determinado. Esto, en sí, es exacto, pero sucede también que en los momentos de guerra civil, ya la represión del poder gobernante es tan grande que, de hecho, está suprimida toda clase de acción legal y es imposible una acción de masas que no sea apoyada por las armas. Por eso hay que tener mucho cuidado en la adopción de medidas de este tipo y analizar las consecuencias generales favorables que puedan traer para la revolución.17 De todas maneras, el sabotaje es siempre un arma eficacísima, bien manejada. No debe emplearse el sabotaje en inutilizar medios de producción que deje paralizado algún sector de la población, es decir, que deje gente sin trabajo, sin que influya esa paralización en la vida normal de una sociedad; es ridículo un sabotaje contra una fábrica de refrescos, pero es absolutamente correcto y recomendable un sabotaje contra una central