Alejandro Arias

El Niño Predicador


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realmente comenzó a echar raíces. En un principio, no sabía exactamente cómo acercarme a Dios, pero decidí que iba a averiguarlo. Comencé a acompañar a mi madre cada vez que ella visitaba la pequeña iglesia en la calle de nuestra casa. Yo tenía deseo de asistir a las reuniones siempre que fuera posible. La congregación se reunía en el patio y algunos de los servicios más gloriosos a los que he asistido sucedieron en esa pequeña y humilde iglesia. Si por alguna razón mi madre no podía asistir, yo tomaba el Nuevo Testamento que me habían regalado en la campaña evangelística ¡y me hacía la escapada! Día y noche, me dedicaba a aprender más sobre la Palabra de Dios. De esta manera, crecí espiritualmente y la Biblia se convirtió en el libro más atesorado.

      Yo escuchaba la radio cristiana y me mantenía informado de los eventos cristianos que sucedían en Costa Rica. Las diversas "Marchas para Jesús", por ejemplo, a las cuales les pedía a mis padres que me llevaran. También me llevaban a vigilias de oración. En ese tiempo, mi padre tenía un trabajo como instalador de ventanas. Un día le pedí: "Papito, ¿puedo tener un rótulo especial de vidrio, para la Marcha Nacional Cristiana de marzo? ¿Me construirías uno?" En Costa Rica las pancartas o carteles con frases escritas solían hacerse de ese material. Él sonrió y dijo: "Sí, voy a hacerte uno." Yo estaba muy emocionado. Cuando llegó el día de la "Marcha para Jesús", mi padre tenía mi rótulo listo. Sin embargo era tan pesado, ¡que mi madre tuvo que ayudarme a cargarlo! Todos fuimos caminando por las calles de San José, orando por nuestra ciudad y nuestra nación. La marcha terminó con un concierto de alabanza y adoración con diferentes delegaciones representando a todo Costa Rica y con mi propio pastor predicando la Palabra.

      Cerca de allí, había docenas de cristianos repartiendo tratados a los transeúntes. Cuando vi esto, me sentí muy emocionado, ya que repartir tratados era mi pasatiempo favorito. Yo siempre iba por mi barrio entregando tratados en la calle. Si alguien no me abría la puerta, ¡simplemente deslizaba el tratado por debajo de la puerta!

      Me acerqué a uno de los hombres del equipo de evangelización y le pregunté con una sonrisa tímida: – "Señor, ¿puedo ayudarle a entregar tratados?" El hombre me miró sorprendido y dijo: – "Por supuesto que me puedes ayudar, muchacho." Me entregó un fajo de panfletos. Sintiéndome como si la Navidad hubiera llegado, me dirigí a distribuirlos con mucho gozo. Mi madre me había perdido de vista y estaba cada vez más preocupada, preguntándose dónde estaría yo. Me había metido en lo profundo de la multitud ¡y estaba... efectivamente perdido! Después de que sus intentos frenéticos por localizarme no tuvieron éxito, ella reclutó a algunos de los ujieres para que se unieran a ella en la búsqueda. Media hora más tarde, estaba todavía repartiendo tratados cuando oí un anuncio por los altoparlantes. Algo sobre un niño perdido, cuya descripción sonaba exactamente como si fuera... ¡yo! De mala gana me dirigí hacia la plataforma, donde mi madre me recibió con un suspiro de alivio. Luego nos fuimos a casa. Incluso en el autobús de regreso, sin embargo, no pude resistirme y seguí entregando algunos tratados más.

      ¡La Pasión es el ingrediente del éxito!

      Una de las cosas que aprendí cuando Dios me llamó, es que la pasión es el termómetro de nuestro destino. Esto causará que hagamos lo que hacemos con excelencia y con celo santo. Si usted es un apasionado del fútbol, por ejemplo, usted hablará de fútbol. Usted sabrá todo lo que debe saber acerca de él. Usted conocerá todos los nombres de los jugadores. ¡Usted amará el juego! Si usted es apasionado por las computadoras, usted sabrá acerca del último software y las capacidades de cada programa. O, si usted es un apasionado de la actuación, usted va a estudiar sus líneas de forma diligente y se asegurará de asistir a cada ensayo.

      La realidad es que la pasión es el motor de la vida. Esto debe ser así especialmente en el caso en nuestra relación con el Señor. De hecho, se nos instruye que:

      "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas." Deuteronomio 6:5 (NVI)

      Si lo hacemos, tendremos una nueva perspectiva de la vida. Nuestros sueños, metas y propósito de vida serán transformados.

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      Mis padres José y Dámaris el dia de la boda.

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      Primera cruzada en Guatemala a los 12 años.

      Capítulo 4

      Vigilias de oración, obras de teatro y la estación del autobús

      La oración es el secreto fundamental de la vida cristiana y como creyentes, debemos tener una vida de oración. ¡Debemos hacer de la oración un hábito diario y disfrutarlo al máximo! Las noches de oración (vigilias) eran mi evento favorito al cual asistir y recuerdo que tenía una gran expectativa cuando éstas se acercaban. Se llevaban a cabo en diferentes iglesias y provincias de Costa Rica. Cuando se realizaban en otra provincia y era necesario hacer un viaje para llegar al lugar del evento, a veces la iglesia contrataba un autobús para llevar a la gente a las reuniones. ¡El tomar el autobús prometía la diversión adicional de detenernos en el camino, en algún lugar para comer y a veces quedarnos despiertos toda la noche, durante el largo viaje de regreso a casa!

      Esos servicios eran impresionantes. El Pastor William Magaña era uno de los que convocaba a estas concentraciones de oración. Cuando él tomaba el micrófono y oraba, ¡todo el lugar se sacudía con la Presencia de Dios! ¡El tiempo de la danza durante la alabanza y la adoración era mi favorito! Todos los chicos iban hasta la parte delantera del auditorio y bailaban con un gozo y una emoción tan contagiosa, ¡que muchos adultos también se nos unían!

      A medida que mi hambre por la oración comenzó a desarrollarse, mi deseo de servir a Dios en la iglesia local creció. De pasar el recipiente de la ofrenda, a cantar una canción, a hacer un mimo con el departamento de artes, o a salir en una misión de evangelismo en las calles y en los barrios... para mí todo era muy divertido. A veces nos presentábamos en otras iglesias, o nos invitaban a presentarnos con otros grupos. Todo esto fue la preparación para los días que iban a venir. De niño, yo era muy consciente de que Dios estaba haciendo algo en mi vida y que un día, todo iba a llegar a cumplirse.

      Me interesé en las artes, sobre todo en el teatro. A menudo me tocaba interpretar el papel de un profeta. En otras ocasiones, yo era un ángel. ¡Pero nunca el diablo o cualquiera de los demonios! Yo me cuidaba de aceptar esas ofertas cuando me llegaban y gracias a Dios nuestros maestros nunca nos obligaron a interpretar esos papeles. Marisol y su esposo Wilbur trabajaban en equipo enseñando a los niños de nuestra iglesia. Estaré eternamente agradecido con esa pareja por inspirarme a amar a Dios y servirle con excelencia y diligencia. Recuerdo a Marisol como una dama muy disciplinada, que nunca perdió una oportunidad para transmitirnos los principios divinos, incluso en los ensayos. Nuestras obras de teatro se hicieron tan conocidas, que ganamos algunos premios a nivel regional y nos invitaron incluso a actuar en las graduaciones escolares seculares.

      La estación del autobús

      Eran las tres de la tarde y todo el mundo en nuestra clase esperaba con impaciencia el sonido del timbre de salida. Ni bien sonaba, ya estábamos afuera de la puerta, corriendo, charlando con los amigos y regocijándonos en que otro día escolar hubiese acabado.

      Fui a la estación de autobús adonde creí que encontraría a mi hermana mayor, aguardando para llevarme a casa, pero me alarmé al ver que no estaba allí. Seguramente se había olvidado de mí y ya había salido para la casa. Iba a tener que esperar el siguiente autobús. Me sentí muy ansioso con cada minuto que pasaba y me enteré de que el próximo autobús no llegaría hasta una hora después. En lugar de esperar, consideré el caminar hasta mi casa. Pero como la escuela a la que asistía en ese momento se encontraba demasiado lejos, decidí quedarme. Sin embargo presentí ¡que Dios tenía un propósito