David Ponce

Silvia Infantas


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      Silvia Infantas. Voz y melodía de Chile

      David Ponce

      © SCD / Editorial Hueders

      © David Ponce

      © Silvia Infantas

      Primera edición: diciembre de 2018

      ISBN edición impresa 978-956-365-107-2

      ISBN edición digital 978-956-365-188-1

      Agradecimientos a quienes facilitaron fotografías e imágenes de

      Silvia ­Infantas: Patricia Leal Badani, Miguel Infantas, Hugo Morales

      y Missael Godoy.

      Todos los derechos reservados.

      Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin la autorización de los editores.

      Diagramación digital: ebooks Patagonia

       www.ebookspatagonia.com [email protected]

      Diseño: Valentina Mena

      Fotografía de portada: Colección personal Patricia Leal Badani

      SCD | www.scd.cl

      Editorial Hueders | www.hueders.cl

      santiago de chile

      Silvia Infantas fue una figura de singular importancia en la música popular de raíz folclórica en Chile durante los años 50 y 60. Primero, junto al grupo Los Baqueanos y luego acompañada por Los Cóndores.

      Solía ser casi lógico que septiembre se dejara anunciar con su hermosa voz en los receptores radiales del territorio nacional. Personalmente, conservo fresco el recuerdo de esos momentos mágicos de la infancia, cuando la temperatura ambiente anunciaba que habría un cambio de estación: mi madre preparando el desayuno, mientras en la radio sonaba esa magnífica voz de mujer que me llenaba de emoción. Creo no exagerar que, sin nunca haberla visto en persona, amaba a la dueña de ese timbre cálido y melodioso.

      En aquella época no había pocas voces femeninas en el género identificado como música criolla o música típica. Carmencita Ruiz, Margarita Alarcón, María Eugenia de Ramón y Silvia Infantas eran las que más se escuchaban cuando septiembre cubría de flores las copas de los árboles, la gente comenzaba a pintar sus casas y los jardines cobraban nueva vida.

      La radio y las revistas de la época a menudo nos traían semblanzas de estas estrellas de la canción y entonces nos enterábamos de sus giras por América (la clásica foto de grupos de artistas descendiendo por una escalerilla de avión) y sus frecuentes presentaciones en lugares de moda, centros de una bohemia intensa y muy publicitada, como El pollo dorado o El Waldorf. Ahí, Silvia Infantas era infaltable y brillaba con luz propia. De ese modo descubrí que la dueña de esa voz era, además, una mujer hermosa.

      Era un Chile diferente, en el que la música popular se vivía de otra manera. Había menos gente y las distancias eran más largas, pero no era impedimento para que florecieran grandes figuras del espectáculo, que de alguna manera cimentaban el imaginario de una chilenidad estéticamente homogénea, inspirada en nuestra ruralidad “centrina”.

      Sin duda, ese ambiente artístico de la música popular de raíz folclórica había nacido y crecido gracias al desarrollo de la radiotelefonía. Seguramente con Los Cuatro Huasos como pioneros, en la década de 1930.

      No eran fundamentalistas del folclor ni en extremo nacionalistas estos grupos de música típica chilena, a pesar de sus atuendos campestres tan uniformes. Muchos de ellos interpretaban boleros, valses, incluso algún tango o zamba argentina. Y Silvia Infantas no fue la excepción, porque también grabó música que hoy sería calificada como música popular a secas. Sin duda, su más grande acierto fue la interpretación de las “Tonadas de Manuel Rodríguez”, “Romance de los Carrera” y el “Canto a Bernardo O’Higgins”, acompañada por la orquesta de Vicente Bianchi. Un clásico que debiera ser inmortal.

      Los 60 se vinieron con un desarrollo muy poderoso de géneros y subgéneros en la medida en que la industria de la música se diversificaba y atomizaba. Es así como personajes de una gran notoriedad y fama van quedando en el olvido para las nuevas generaciones.

      La publicación de esta biografía de Silvia Infantas, gestada en el Comité de Publicaciones de SCD y escrita por David Ponce, pretende –entre otros objetivos– reinstalar la imagen y la relevancia que este y otros nombres tienen para la historia y construcción de lo que hoy conocemos como música popular de raíz folclórica.

      Silvia Infantas es quizás la pieza cúlmine y probablemente la más brillante de esa especie de movimiento que construyó las bases para muchas estrellas de la canción que posteriormente vinieron a poblar nuestra galería de la fama, y que gracias a los avances de las comunicaciones hoy se instalan con luces enceguecedoras en nuestro inconsciente colectivo, a una velocidad que hace 60 años costaba siquiera imaginar.

      En el 2008, la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales la nombró –con justa razón y méritos– Figura Fundamental de la Música Chilena, y ya en ese entonces rescatar su nombre fue como sacar una sagrada reliquia del baúl de los recuerdos. Hoy, 10 años después, insistimos en la tarea de mantener viva la memoria de nuestros grandes valores y queremos dejar testimonio de manera categórica que Silvia Infantas es de las más grandes intérpretes vocales en la historia de nuestra música popular.

      Mario Rojas

      Presidente comité de publicaciones SCD

      ESPLENDOR Y MISTERIO EN

      SILVIA INFANTAS

      Silvia Infantas entra al locutorio de Cooperativa y se sienta ante un micrófono de la radio. Ya no es Cooperativa Vitalicia. Es Cooperativa a secas. Porque no son los inicios de los años 40, cuando ella debutara en esta misma emisora. Ahora es septiembre de 2012 y ella es invitada al espacio de conversación “Acordes mayores”, un programa de encuentros con figuras de gran trayectoria en la música chilena que conducen el experimentado locutor radial Miguel Davagnino con la cantante y actriz Carmen Barros.

      Han pasado cuatro décadas y más desde que Silvia Infantas puso fin a su carrera en los escenarios, a comienzos de los años 70. Y tal vez la cantidad de tiempo explique que ella haya accedido a dar una de las contadas entrevistas de su vida tras el retiro, buena parte de ellas frente al mismo periodista que produjo el citado programa “Acordes mayores” y que firma estas páginas. Así fue en 2006, por la redacción de su reseña biográfica para un sitio web de música chilena. Así fue en 2007, para reconstruir parte de su discografía con motivo de una serie de reediciones del sello EMI titulada Colección Bicentenario, y en 2009, a raíz del ciclo documental “Himnos locales”, de Radio Uno. Así fue también en 2012, en la entrevista previa al citado programa de Cooperativa, y hasta fines de 2015 en las conversaciones destinadas a este libro.

      En esas sesiones, Silvia Infantas hizo memorias, reconstituyó historias y repertorios, revisó archivos de fotos, discos y prensa. Y en uno de los encuentros hizo un regalo: un ejemplar de la carátula de su primer disco con Los Cóndores, conservado a la perfección dentro de una carpeta. Tiene más de medio siglo esa hoja, pero no está sepiada por los años. El blanco del papel permanece inmaculado, luminoso casi, mantenido por décadas en esa guarda, con el mismo tono que debe haber tenido cuando fue un disco nuevo, recién lanzado, en los primeros días del grupo, como un mensaje directo desde otra era. La era de esplendor de Silvia Infantas.

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