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E-Pack Jazmín B&B 2


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que Pretorius escanee por completo el sistema durante la limpieza. Así no estará pendiente de lo que ocurre en el resto de la casa durante al menos mediodía y no se dará cuenta de que ha habido más gente en la casa hasta que se hayan marchado.

      Una rápida mirada a Daisy le dijo a Justice que ella aún no había terminado.

      –¿Algo más?

      –Bueno, sí. Es sobre tu casa.

      –¿Qué es lo que tiene mi casa de malo aparte de la limpieza?

      –Es que no hay donde sentarse.

      –Supongo que tienes razón.

      –Pues nos gustaría sentarnos y supongo que algunas camas y otros muebles no vendrían mal.

      –¿Estarías dispuesta a ocuparte tú de encargar lo que haga falta?

      –¿No te opones? Considerando el tamaño de esta casa, podría ser bastante costoso.

      –Dinero no es lo que me falta.

      –Gracias –dijo ella–. Hay algo más que me preocupa.

      –¿Aparte de la limpieza y los muebles?

      –Sí. ¿De verdad crees que cuando se produce un fallo catastrófico y lo que se está intentando producir no funciona en ningún nivel, lo mejor es tirarlo y volver a empezar?

      –Sí.

      –Pues podríamos decir que nuestra relación experimentó un fallo catastrófico.

      –Yo diría que esa descripción es bastante exacta –admitió él.

      –Y yo. Y la mañana siguiente después de que hiciéramos el amor, tú te deshiciste de nuestra relación, al menos del potencial que podría tener como relación.

      –Lo intenté, sí.

      –Tal vez ahora podríamos volver a empezar. Tal vez podríamos reutilizar las partes buenas y conseguir que esta vez nos salga bien. Porque hay partes buenas. Ocasiones en las que nos hemos comunicado perfectamente.

      –Estoy de acuerdo.

      –Entonces, ¿qué dices, Justice?

      Él se no se podía resistir a Daisy, al igual que le había ocurrido diez años atrás. Por primera vez en su vida, no dudó. No se puso a ponderar y a considerar. Simplemente se aferró a ello con todas sus fuerzas.

      –Me gustaría –susurró. La tomó entre sus brazos–. ¿Cómo te sientes? –añadió contra los labios de ella.

      –Tengo mucha, mucha hambre.

      Justice la sacó del laboratorio en brazos y la llevó a su dormitorio.

      –Luces –ordenó–. Bajo voltaje.

      Las lámparas de la mesilla de noche se encendieron, pero con una luz muy tenue, iluminando suavemente los hermosos rasgos de Daisy.

      Se dio cuenta de que no quería darse prisa. El tiempo ya no tenía ningún significado. Lo único que importaba era que Daisy gozara. La colocó en la cama y se tumbó a su lado. Entonces, comenzó a besarla. Sin embargo, se contuvo. Tenía la intención de que aquella noche fuera completamente memorable. Un tierno suspiro se escapó de los labios de Daisy, un suspiro que expresaba un gozo absoluto. En ese momento, él experimentó una felicidad y un sosiego que no había experimentado desde la última vez que la tuvo entre sus brazos y en su cama.

      –Si no quieres quedarte, no tienes por qué hacerlo –susurró–. Rescindo mi tercera condición.

      –Preferiría que no lo hicieras…

      –¿De verdad?

      –Por supuesto. De ese modo, no me vería obligada a sacrificar mi virtud y podría sentirme obligada a marcharme.

      –¿Significa eso que no deseas hacerlo?

      –En absoluto.

      –¿Estás dispuesta a sacrificar tu virtud?

      –Bueno, si insistes… por favor, insiste –susurró ella contra la boca de Justice.

      –En ese caso, olvido mi rescisión e insisto en que permitas que me aproveche de ti –bromeó mientras le mordisqueaba suavemente el labio inferior.

      –Dado que no tengo elección –suspiró ella exagerada y dramáticamente–, soy toda tuya. Pero espero que cumplas tu promesa y te aproveches muy bien de mí. Muy pero que muy bien.

      Justice le acarició la mejilla y luego un poco más abajo. La piel de Daisy era tan suave como la seda.

      –¿Como yo quiera?

      –Si necesitas alguna sugerencia, estaré encantada de proporcionártela.

      –Creo que no hará falta, pero si hay algo que haga que tu sacrificio resulte más soportable, no dudes en hacérmelo saber.

      –Tal vez otro beso me ayudaría a tolerarlo un poco mejor…

      –¿Un beso así…?

      Justice volvió a adueñarse de sus labios, permitiendo que su pasión se le escapara ligeramente a su control. Ella suspiró y agradeció el esfuerzo, separó los labios y se rindió ante él antes de devolverle el beso de un modo igualmente apasionado.

      –Esta vez es diferente, ¿verdad? –preguntó ella.

      –¿Cómo?

      –Bueno, la primera vez que hicimos el amor éramos unos niños y yo fingía ser alguien que no era –explicó ella–. La segunda vez, tú pensaste que yo era alguien que no era, pero en esta ocasión…

      Justice lo comprendió.

      –Es real. Sincero. Sabes quien soy yo y yo sé quién eres tú.

      –A mí me gusta más así –comentó ella.

      –A mí también.

      Así fue. Aquella vez añadió una nueva dimensión a sus relaciones íntimas. Fortaleció el vínculo que había entre ellos. Sin poder resistirse más, Justice desabrochó el camisón y descubrió que, debajo de la suave tela de algodón, la piel de Daisy era aún más suave. Trazó las curvas de su cuerpo y se familiarizó con los sutiles cambios que la maternidad le había provocado. Este hecho los unió aún más. Habían creado juntos una nueva vida y siempre estarían unidos por su hija. Durante el resto de sus vidas, tendrían eso en común. Si tenían suerte, Noelle sería solo el principio.

      Sus bocas se unieron de nuevo. Brazos y piernas se entrelazaron, aferrándose con creciente urgencia. Solo un preludio de lo que estaba a punto de llegar. Ella se puso de rodillas sobre la cama y se quitó el camisón. La suave luz de la mesilla de noche le iluminaba suavemente los senos y la ensombrecida entrepierna. Entonces, muy suave y tiernamente, él la abrazó y la besó con una pasión que la dejó sin aliento. El deseo se apoderó de ambos. Justice le agarró uno de los senos y se lo metió en la boca para estimular el rosado pezón con la lengua y los dientes. Daisy se acercó a él con las piernas separadas, ofreciéndole las caderas y haciendo que se tumbara encima de ella.

      –La próxima vez iremos más despacio. Ahora no. Ahora te quiero entero. Y rápido.

      Ella le envolvió entre sus piernas. Justice le acarició los suaves muslos y el sedoso trasero antes de levantarlo ligeramente. Entonces, se hundió en ella con un único y fluido movimiento. Los gemidos de placer se transformaron en sollozos frenéticos y suplicantes, por lo que Justice comenzó a moverse desesperadamente dentro de ella, ansioso por hacerle alcanzar el placer, por satisfacerla de todas las maneras posibles. Lo vio en sus ojos un instante antes de que ella alcanzara el clímax, segundos antes de él. Brillante deseo. Entonces, vio algo más. Algo que amenazaba con destruirlo. En aquellos maravillosos ojos verdes, vio lo único en lo que no había confiado nunca. En lo que nunca se había atrevido a creer.

      Vio amor.