Gemma Bernado Ferrer

La paz: perspectivas antiguas sobre un tema actual


Скачать книгу

frente a frente, tras a Aquiles asesinar, regresara; mejor, a su vez, a la discordia empujarnos…).

      Así pues, si desde el punto de vista formal se presenta una congruencia en el uso de verbos en tiempo futuro y modo subjuntivo,7 dada la función que cumplen en las oraciones condicionales en las que se encuentran, en lo que tiene que ver con la intención es claro que el propósito de Héctor es plantearse la posibilidad de encontrar una solución conciliada, diplomática, razonada, es decir, por medio del logos (διάλογος). En efecto, a diferencia de Aquiles quien parece que no tuviera nada que perder (pues ya perdió lo más valioso, Patroclo), la derrota de Héctor representa la caída de todo su pueblo, como lo señaló en los versos 104-105: “Ahora, luego de que destruí a mi pueblo con estas vanidades mías, siento respeto hacia los troyanos y troyanas de alargados peplos”.

      El uso del adverbio ahora en este contexto evidencia el padecimiento presente de Troya. Para Héctor, la ruina ya no es un asunto futuro; la inminencia de la destrucción es totalmente patente. Por tanto, el príncipe troyano quiere convencerse de que por la violencia es imposible solucionar el conflicto (Il. 22.107): “Héctor, en su fuerza convencido, destruyó a su pueblo”, pues su contrincante es mucho más fuerte que él; y no solo es más violento, sino también más irreflexivo (Il. 22.127-129): “De ningún modo ahora es posible desde el roble ni de la roca con este estar charlando las cosas que una muchachita y un mancebo, las que una muchachita y un mancebo charlarían entre sí”.

      Debido a la persuasión de Atenea, transfigurada en Deífobo, y a su propia percepción del enemigo, Héctor termina optando por trabar combate con Aquiles (Il. 22.252-253): “Ahora una vez más a mí el ánimo ha llegado para pararme en frente de ti”. Entonces, el tono del discurso de Héctor cambia, de modo que empiezan a percibirse las mismas características discursivas que en las palabras del pasional Aquiles: el adverbio ahora encabezando la oración y el verbo con un sentido de presente. Sin embargo, pese a su opción por una salida violenta, en este mismo discurso el príncipe troyano le plantea a Aquiles una propuesta para después de la confrontación:

      ἀλλ’ ἄγε δεῦρο θεοὺς ἐπιδώμεθα· τοὶ γὰρ ἄριστοι

      μάρτυροι ἔσσονται καὶ ἐπίσκοποι ἁρμονιάων·

      οὐ γὰρ ἐγώ σ› ἔκπαγλον ἀεικιῶ, αἴ κεν ἐμοὶ Ζεὺς

       δώῃ καμμονίην, σὴν δὲ ψυχὴν ἀφέλωμαι·

      ἀλλ’ ἐπεὶ ἄρ κέ σε συλήσω κλυτὰ τεύχε’ Ἀχιλλεῦ

      νεκρὸν Ἀχαιοῖσιν δώσω πάλιν· ὣς δὲ σὺ ῥέζειν.

      Pero ¡ven aquí! A los dioses observemos: pues para ti ellos los mejores

      testigos serán y observadores de los convenios:

      pues yo a ti, terrible, con gran deshonor no te trataré, si acaso Zeus

       me diera resistencia, y tu alma me arrebato.

      En su lugar, luego de que a ti te despojara de tus gloriosas armas, Aquiles,

      tu cuerpo a los aqueos daré de nuevo. Así mismo tú debes obrar.

      Una vez más se puede observar el uso de verbos en futuro (serán, trataré, daré), en subjuntivo (observemos) y potencial (diera, despojara), así como el empleo de oraciones condicionales (si acaso Zeus me diera resistencia y tu alma arrebato) y otras construcciones equivalentes (luego de que a ti despojara…, Así mismo tú debes obrar). Es evidente que Héctor, aunque sabe que el conflicto terminará de manera violenta, sigue pensando en el futuro; en este caso, está buscando escenarios posibles para el tratamiento de los cuerpos después de la muerte del vencido. Esta petición es rechazada de una manera vehemente por parte de Aquiles en 261-270.

      Finalmente, ya herido y a punto de morir, Héctor vuelve a dirigirse a Aquiles, implorando que respete su cuerpo y lo devuelva a su familia (Il. 22.338-343).

      λίσσομ’ ὑπὲρ ψυχῆς καὶ γούνων σῶν τε τοκήων

      μή με ἔα παρὰ νηυσὶ κύνας καταδάψαι Ἀχαιῶν,

      ἀλλὰ σὺ μὲν χαλκόν τε ἅλις χρυσόν τε δέδεξο

      δῶρα τά τοι δώσουσι πατὴρ καὶ πότνια μήτηρ,

      σῶμα δὲ οἴκαδ’ ἐμὸν δόμεναι πάλιν, ὄφρα πυρός με

      Τρῶες καὶ Τρώων ἄλοχοι λελάχωσι θανόντα.

      Ruego por tu alma, por tus rodillas así como por tus progenitores:

      ¡No permitas que a mí junto a las naves aqueas me devoren los perros!

      En cambio tú bronce suficiente así como oro has de recibir,

      dádivas que te entregarán mi padre y mi augusta madre;

      mas el cuerpo mío a casa regresa de nuevo, para que al fuego a mí

      los troyanos y las esposas de los troyanos me hayan concedido, ya muerto.

      De hecho, a cambio de su cadáver, el héroe troyano le promete al Pelida una recompensa. Una vez más, es posible observar las mismas características textuales del racional: verbos en futuro (has de recibir, entregarán), así como una oración final (para que al fuego…). Pero la intención del héroe ahora no es resolver el conflicto, sino que se respete su cadáver después de su muerte. Y esta petición es totalmente comprensible. La presencia de un cuerpo es necesaria para honrar la memoria de los muertos. Y para este acto se requiere que los restos estén preservados de la mejor manera. En este pasaje Héctor más que en su futuro, ya trágicamente trazado, está pensando en la honra de su memoria, en su recuerdo. Así pues, en su intervención el príncipe troyano evoca a los progenitores de Aquiles (tus progenitores) y a sus propios padres (mi padre y mi augusta madre); además, al final, usa el participio aoristo θανόντα (ya muerto), que claramente indica la anterioridad de esta acción con respecto a la principal.

      Es posible ver, pues, que en los discursos de Héctor hay una marcada presencia de recursos lingüísticos que evocan el futuro; pero hacia el final de su última intervención, él recurre a los padres, tanto suyos como de Aquiles, lo que sin duda representa una conexión con el pasado, con la memoria. Y es precisamente su padre, la otra víctima, quien debe reivindicar la memoria mediante las honras fúnebres de su hijo. Para ello, antes debe ir al rescate del cadáver y aplacar la ira de Aquiles. En medio de ese objetivo, la memoria se vuelve ahora el recurso. En efecto, el emotivo discurso de Príamo, presente en el canto XXIV (486-506), está marcado por la evocación al pasado:

      μνῆσαι πατρὸς σοῖο θεοῖς ἐπιείκελ› Ἀχιλλεῦ,

      τηλίκου ὥς περ ἐγών, ὀλοῷ ἐπὶ γήραος οὐδῷ·

      καὶ μέν που κεῖνον περιναιέται ἀμφὶς ἐόντες