Antonio Galindo Galindo

Las mentiras del sexo


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púbico y axilar. Un examen de sus genitales externos no reveló ninguna anormalidad. Sin embargo, había algunos problemas con los genitales internos. La vagina medía sólo cuatro cen­tímetros de longitud y el útero no estaba desarrollado. Los médicos de Anne llega­ron a la conclusión de que era un hombre. No, esto no es una errata de imprenta. Llegaron a la conclusión de que Anne, la atractiva y joven ama de casa, era en realidad un hombre felizmente casado .Y Anne tiene lo que se llama síndrome de insensibilidad androgénica. Síndrome androgenital (citado por Pinel, 2001, pág. 344) El síndrome androgenital es un trastorno del desa­rrollo que da como resultado una hiperactividad adrenal compensatoria y un exceso de liberación de andróge­nos adrenales. Esto tiene poco efecto en el desarrollo de varones, aparte de acelerar el inicio de la pubertad, pero tiene efectos importantes sobre el desarrollo de hembras genéticas. Las hembras que sufren el síndro­me andrenogenital suelen nacer con un clítoris agranda­do y los labios especialmente fusionados. Si el síndrome androgenital se diagnostica en el momento del nacimiento de la niña, las anormalidades de los genitales externos pueden ser corregidas por medio de cirugía y cortisol, que se administra para reducir los niveles de los andrógenos adrenales circu­lantes.

      Los casos expuestos ilustran que la propia naturaleza tiene excepciones en cuanto a la regla aparente de definirse varón o hembra en base a los genitales o atributos sexuales que tenemos. Es decir que la clasificación de dos sexos, hombre o mujer, chico o chica, tiene sus cuestionamientos. Y no sólo a nivel físico, sino a nivel mental, lo cual es aún más apasionante:

       ¿Todos los seres humanos con pene y testículos se sienten hombres?

       ¿Todos los seres humanos con vagina se sienten mujeres?

La identidad de género (concepto desarrollado por Willerman,26 entre otros) no tiene que ver con la orientación sexual. Se refiere al sentimiento interno de la persona y es individual: sentirse hombre, mujer o ambivalente.Existen aparte atributos sexuales masculinos y femeninos que sólo explican el envoltorio físico, pero no lo que hacemos sexualmente. A ello le llamaremos sexo biológico.Finalmente, la orientación sexual se refiere a la elección de la pareja sexual, que puede ser hombre, mujer o ambas cosas.

      No es oro todo lo que reluce y en cuestiones sexuales las apariencias engañan. Y no estoy hablando todavía de la orientación sexual (que será tema específico en un capítulo posterior). De lo que estoy hablando es de lo que Willerman (citado por Pueyo, 1997) define como la experiencia privada o autoconciencia de ser hombre, mujer o ambivalente –ambas cosas–, lo que se llamaría la identidad de género, que puede o no coincidir con los atributos sexuales externos27 o sexo biológico, lo cual a su vez es diferente de la orientación sexual (si eliges hombres o mujeres o ambos como parejas sexuales). Pero como verás son tres conceptos diferentes, que funcionan de forma independiente, pero que, por creencias culturales, morales y religiosas, parece ser que han de coincidir forzosamente. Sin embargo, la realidad da cuenta de que esto no es así y ninguno de los siguientes casos que presentaré son enfermizos, ni representan perversiones o aberraciones sexuales, sino diferentes opciones de los seres humanos. Veamos:

Lo que creemos normal se podría reducir a dos opciones y el problema social es dónde meter a aquel que se sale del esquema Tener cuerpo de hombre con identidad de género masculino (sentirse hombre) y que te gusten las mujeres.Tener cuerpo de mujer con identidad de género femenino (sentirse mujer) y que te gusten los hombres.Pero la realidad informa que hay infinidad de variantes:Sexo biológicoIdentidad de géneroOrientación sexualTener atributos sexuales:Sentirse por dentro:Gustándole a la persona:– Masculinos o – Femeninos– Con identidad masculina – Con identidad femenina – Con identidad ambivalente– Mujeres – Hombres – Ambos sexos Y todas estas opciones combinadas entre sí

      Por lo tanto, hay tantas combinaciones como seres humanos. Y si combinamos dos sexos biológicos con tres posibles identidades de género y todo ello con tres orientaciones sexuales como poco (lo que desarrollaremos en el capítulo 8), tendríamos dieciocho posibilidades sexuales y no sólo dos: hombre y mujer). Y aun así me quedo corto con excepciones que pueda haber y que no estoy contemplando en este momento:

Tengo cuerpo de hombre con identidad masculina y elijo parejas hombres.Tengo cuerpo de hombre con identidad masculina y elijo parejas mujeres.Tengo cuerpo de hombre con identidad masculina y elijo parejas ambivalentes.Tengo cuerpo de hombre con identidad femenina y elijo parejas hombres.Tengo cuerpo de hombre con identidad femenina y elijo parejas mujeres.Tengo cuerpo de hombre con identidad femenina y elijo parejas ambivalentes.Tengo cuerpo de hombre con identidad ambivalente y elijo parejas hombres.Tengo cuerpo de hombre con identidad ambivalente y elijo parejas mujeres.Tengo cuerpo de hombre con identidad ambivalente y elijo parejas ambivalentes.Tengo cuerpo de mujer con identidad masculina y elijo parejas hombres.Tengo cuerpo de mujer con identidad masculina y elijo parejas mujeres.Tengo cuerpo de mujer con identidad masculina y elijo parejas ambivalentes.Tengo cuerpo de mujer con identidad femenina y elijo parejas hombres.Tengo cuerpo de mujer con identidad femenina y elijo parejas mujeres.Tengo cuerpo de mujer con identidad femenina y elijo parejas ambivalentes.Tengo cuerpo de mujer con identidad ambivalente y elijo parejas hombres.Tengo cuerpo de mujer con identidad ambivalente y elijo parejas mujeres.Tengo cuerpo de mujer con identidad ambivalente y elijo parejas ambivalentes.

      Búscate en esta relación a ver dónde te identificas y así empezarás a ampliar tu concepto de aquello a lo que le llamas lo normal. Lo normal es como mínimo dieciocho opciones, lo cual quiere decir que en cuestiones sexuales nada es normal, sino personal y subjetivo. Aclaro además que en esta relación he integrado a los transexuales (números 4, 5, 6 y 10, 11, 12, y quizás otros), entendiendo que transexuales serían quienes se sienten de un sexo en el cuerpo del sexo opuesto y deciden adaptar –o no– los atributos físicos a la identidad de género.28 Y es posible que deje fuera algún caso más que salga de esta clasificación. Pido disculpas anticipadamente a quienes no se vean reflejados en esta relación porque las clasificaciones nunca definen las realidades individuales.

      Pero el empeño de nuestra cultura es meternos en alguna clasificación, cuando insisto en que lo importante sexualmente es reconocernos como seres humanos, que vivimos consciente y libremente sin hacer daño a los demás. El resto de circunstancias son cuestiones morales, religiosas, que no llegan a explicar la enorme diversidad de conductas sexuales.

      Sucede, por lo tanto, que, al querer encajarnos a la fuerza en un determinado patrón –como cuando intentamos ponernos un zapato de menor número que nuestro pie–, conseguimos que no lleguemos a comprendernos en lo profundo de nuestra sexualidad como lo que somos, es decir, seres tremendamente subjetivos, personalísimos y no susceptibles de ser encajados en ninguna clasificación, sin por ello descartar que vivimos en sociedad.

      Hay tantas vivencias sexuales como seres humanos. Pero este hecho no lo acabamos de entender y menos aún de soportar…, ni siquiera, a veces, quienes lo sienten dentro de ellos mismos. Por eso, querido lector, tu primera responsabilidad contigo mismo es reconocerte en lo que sientes; si no, nadie lo hará por ti.

      Por lo tanto:

       Ser transexual no es ningún problema psicológico, el problema puede ser no reconocerlo o no aceptarlo.

       Ser mujer y que te gusten las mujeres no es ningún problema psicológico. El problema es lo culpable que te sientas de que así sea.

       Que te gusten hombres y mujeres indistintamente no es ningún problema mental. El problema es cuando no te lo permites si así lo sientes.

      Nuevamente es el deseo consciente o inconsciente de querer ser normales según los patrones culturales y sociales el que causa los problemas emocionales y psicológicos, no el hecho de tener tal o cual vivencia o preferencia sexual.

       El caso de Marian