Cecilia Magaña

Mar de voces


Скачать книгу

      ni todo el tiempo cuando todavía se volcaba a esa orilla

      ni toda la poesía que te une conmigo en su guerrear

      y tampoco esa constelación de palabras

      porque sólo tú me habitas al nombrarme

      y una palabra, una estrella, se vuelve en ti un grano de sal líquida

      como si el mar nos desvistiera

      hasta que se alza en su bandera el tiempo (territorio infinito)

      desde ese octubre de eco y ruidos

      y qué decir de tu herida otoñal

      y qué de la ebriedad de tu navío

      donde eras la distancia hacia todo

      porque ningún día he dejado de buscarte en esta costa

      mi volcán furioso

      mi saliva patriarcal

      imposible e intacta

       II

      Sobre el mármol de la noche te escribo

      a la espera de tu voz

      cuando apenas eres una distancia en la memoria

      y la seda que se tejió en el silencio

      brama como una rosa de Hiroshima

      voy repitiendo lo deshecho por la noche

      porque quiero fundar ante ti la piedra sin vestido

      quiero estar escribiendo en tu sombra llena

      y abrir la piel nuclear del tiempo

      queriendo huir quiero oír más allá de las sirenas

      un sol mudo que sea también tu luz

      para volver al polvo que dejo de ser ahora

       III

      Contigo por las calles he dejado crecer la luz

      desde la alcoba de tu sombra

      y ningún día he dejado de buscarte en las estaciones de la ceniza

      tocando en la sustancia del vacío tu voz corpórea

      hambriento de ti como un océano de ciclones

      y desiertos y abismos que agonizan

      abierto hasta ese angosto relámpago tuyo donde revivo devorado

      y donde este silencio que soy nace desde tu raíz

      hasta la profundidad de las otras cosas que

      tal vez se ahoguen en el retorno de tu mudez

      nada de lo que soy y lo que digo ha madurado en el limo

      igual que esa costilla tuya que me fue mutilada

      y ahora que lo sé te lo digo

      contigo retorno al comienzo del fallecimiento de la luz

       IV

      Cómo será vivir sin ti la transparente ausencia

      construir los andamios de tu nombre

      traspasar verbalmente el mediodía

      cómo será desatar tu sed

      cabalgar tu fuego con mi trueno

      abrir el otoño en su silencio

      cómo será, mi perdida flama

      vaciar este recuerdo de tu sexo

      extenderme en todo su horizonte

      cómo será ver en ti el aire

      escuchar el fuego

      recordar el infinito libro de Funes

      ser en ti

      nacer en ti

      andarte andándome

      cómo será

       V

      Allí en el nombre de tu vientre

      en el verbo que transpira tu voz

      en la respiración pretérita de tu profundidad

      y también en esa constelación de rimas

      en tu abecedario de instantes

      a la luz del cosmos de las palabras

      allí nace la vibración del presente

      allí brota la conjugación

      y se alza la bandera de los ciegos

      en ese vaivén de trueno

      donde mi esperanza es un rojo estrellar

      y mi saliva germina imposible e intacta

      allí anido mi lanza

      mi silencio

       Roberto Pérez Jiménez

      Preparatoria 7

       La tristeza no es una referencia, es un estado sólido del ser sólo penetrable por su mirada

      Imagen deseada que emerge y se diluye en esta noche que la pienso.

      Demanda estremecida bajo el brillar de la luna

      evocada desde las entrañas de este cuerpo que se le insinúa;

      prístina realidad nocturna acechada por los recuerdos

      espasmo de voces

      risa de nervios

      cintura de mariposas

      olor de vino seco:

      desde mi ayer, esta noche sin su mirada

      es ciudad en llamas, infierno en el que fallezco.

       Cuando la medida es un frágil suspiro

      Cinco muertes con tiro de gracia, tres asaltos

      dos camiones incendiados bloquearon el tráfico

      de la ciudad, un caos.

      Yo, temeroso, camino las calles nocturnas sin ti.

      La anarquía emerge

      el miedo cunde

      las sombras dejan su rostro figurado

      en las banquetas

      el horizonte está ante nuestros ojos

      pegado a nuestra nariz:

      el siguiente paso es a la nada.

      El amor se eclipsó, no hay memoria

      la locura se posesiona en cada esquina y gesticula

      deambulan gritos desolados;

      sin tu mirada…

      todo es un desconcierto.

       Cuando