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Política y memoria
A cuarenta años de los golpes de Estado en Chile y Uruguay
Ana Buriano Castro
Silvia Dutrénit Bielous
Daniel Vázquez Valencia
(editores)
Índice
Ana Buriano Castro y Silvia Dutrénit Bielous
1. Los golpes de Estado: ayer, hoy y mañana
Los cuarenta años del golpe de Estado de 1973 en Uruguay
Gonzalo Varela Petito
Revisiones sobre la caracterización del golpe y la dictadura en Uruguay
Álvaro Rico
Darío Salinas Figueredo
Ricardo A. Yocelevzky R
Anexo I. 1973 en la memoria de los protagonistas: testimonios
Iván Altesor
Guillermo Ravest
Gonzalo Martínez Corbalá
2. Justicia transicional: retos y experiencias
Algunas reflexiones sobre la ruta de la justicia y la memoria: Chile 1973-2013
Elizabeth Lira
La larga lucha contra la impunidad en Uruguay
Jo-Marie Burt
A propósito de Patricio Henríquez y Virginia Martínez
Nelson Carro
Anexo II. Tiempo y verdad: reflexiones de los documentalistas
Patricio Henríquez
Virginia Martínez
Transición y justicia: el caso mexicano
Mariclaire Acosta
A cuarenta años de los golpes de Estado: tesis para una reflexión
Daniel Vázquez Valencia
Estudio introductorio
Ana Buriano Castro y Silvia Dutrénit Bielous
En un arco temporal de la historia reciente, América Latina tiene un pasado abigarrado de dictaduras de Seguridad Nacional, de autoritarismos y conflictos prolongados como, por ejemplo, el centroamericano o el colombiano. Es un pasado que afecta a las sociedades actuales en tanto sus huellas mantienen presencia y son fuente de una controversia que todavía involucra diferentes ámbitos sociales y políticos. Dentro de ese arco se ubican los golpes de Estado de 1973 en Chile y Uruguay. Pese a que ambas experiencias se engloban dentro del mismo contexto doctrinario de la Seguridad Nacional y coinciden en su prolongada historia secular de estabilidad democrática y en un sistema político integrador de sólidas comunidades partidarias y organizaciones sindicales autónomas, esos golpes rematan muy distintas crisis generadas en los años previos.
¿Por qué volver desde el presente a la historia del pasado traumático latinoamericano de la segunda mitad del siglo xx? Porque es un pasado que afecta a varias generaciones coetáneas pero que a la vez transciende lo meramente referencial para encarnar en un presente impregnado de múltiples reflejos que provienen del mundo globalizado.[1] A su vez, esos reflejos refractan luces y sombras hacia el futuro. En esa dimensión, en los abismos y las tensiones temporales, se sitúa este libro, al decir de Koselleck, entre “el espacio de experiencia y el horizonte de expectativa”.[2]
Sin duda, las miradas desde el presente imponen nuevos sentidos y demandas de conocimiento renovados a la luz de otras preguntas. Hacia dónde va el continente en el nuevo siglo es una interrogante que alumbró distintas inquietudes y reflexiones desde que este despuntó.[3] Sin embargo, a la hora de buscar respuestas, las miradas pretenden entender hechos y procesos presentes por la pervivencia de tendencias y legados culturales con arraigo social. Esa reiterada observación de un pasado que de manera insistente se hace presente parte también de un lente puesto en un futuro abierto y desconocido pero con expectativas acotadas.
Cuarenta años después de los golpes de Estado, un mundo de interrogantes agita la vida social y política impactada por viejos y nuevos fenómenos en escenarios transformados. Este libro, inscrito en una intención conmemorativa, ofrece análisis y algunas claves para entender aquellos hechos como las herencias que se plasman en estos nuevos escenarios.[4]
La coincidencia de las fechas convoca y “vehiculiza”[5] esta empresa colectiva. En ella convergen académicos, profesionales del séptimo arte y testigos. Abren con su acompañamiento distintas dimensiones analíticas. Sin duda, quienes fueron protagonistas de aquel 1973, encontraron el espacio para vencer el silencio y dar testimonio de aquello que antes no pudo ser expresado. Un antecedente cercano en este contexto conmemorativo fue un coloquio internacional que, con motivo de los cuarenta años de los golpes de Estado, se realizó en 2013 en la Ciudad de México.[6]
Esa ocasión dio lugar a que se expresara “la emergencia de una profunda seducción por las huellas del pasado”, en virtud de que la memoria “constituye un núcleo sustantivo de pertenencia y de reforzamiento identitario”, ligado sin duda al fortalecimiento de las “esferas públicas de la sociedad civil”.[7] Las instancias conmemorativas como se plasmaron en los países involucrados y en otros (monumentos, placas, marcas) resultaron activadoras de la rememoración e hicieron posible que fluyeran distintas memorias.
El diálogo y los testimonios