Fernando Pineda Ochoa

Balada marina y otras historias


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Recordando a Perogrullo puedo decir que sí pero no. Es cierto que el tema guerrillero sigue siendo el referente nodal, el centro de la temática. Sin embargo, la intención no es alargar el tema sino profundizarlo. Si logré el objetivo es un asunto pendiente que sólo el lector calificará.

      Integro asimismo un par de reseñas. En la primera intento trazar algunas características del pueblo donde llegué al mundo, Zirándaro, y la siguiente apertura nos remite a la violencia universitaria, ligada directamente al quehacer político en la ciudad de José María Morelos y Pavón: Morelia. Además, incluyo un apéndice en el que presento una crítica al socialismo real. El contenido de lo escrito se compone en su conjunto de cinco partes.

      Inicio con el apartado que lleva el nombre de “Zirándaro” y que, como dije, contiene una pincelada de mi pueblo natal. El siguiente, “El Jardín de la Nueva España”, describe un panorama del contexto universitario que permeaba en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en los años sesenta del siglo pasado. Lo anterior vinculado con lo que podrían considerarse los inicios de mi formación político-ideológica.

      “AK-47” es el título de la tercera parte y está estructurada a partir de una gama de sucesos que determinan un periodo histórico tanto nacional, como internacional. Tomando como punto de partida el viaje a la República Popular Democrática de Corea, continúa con el levantamiento de la guerrilla en el México de la segunda mitad del siglo recién concluido a partir de la organización del Grupo Popular Guerrillero comandado por Arturo Gámiz y Pablo Gómez Ramírez. Siguiendo el torrente guerrillero se incluyen pasajes del entrenamiento político-militar en Corea del Norte (arribando a una concepción teórica y política referente a la preparación militar) enlazándose con las semblanzas de ciertos ejes guerrilleros rurales montados en el territorio nacional desde las coordenadas que integran el llamado Cuadrilátero de Oro, al norte del país, pasando por Guerrero y Oaxaca (se hace una referencia breve a la guerrilla hidalguense) hasta llegar a la selva chiapaneca. Sigo con la pretensión de rascar en algunos espacios de la órbita mundial y nativa, en el entendido de adquirir una mayor comprensión del fenómeno social contemporáneo. El apartado finaliza con ciertos señalamientos críticos que espero contribuyan a valorar de mejor manera los episodios aquí narrados.

      La cuarta parte del presente libro es “Expediente 100/71”. Y, aquí, de modo implícito presento un tramo, una pequeña rendija de la justicia mexicana: las cárceles clandestinas, la tortura, los ajusticiamientos, la desaparición forzada (también en la sección anterior expongo señalamientos de este tipo, poniendo como ejemplo la represión de que es objeto la Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres, sus bases de apoyo y referencias relacionadas con otras organizaciones armadas del mismo tipo). Intento ilustrar, lo más fidedigno posible, la vida en los presidios de Lecumberri y el estreno del Reclusorio Norte. Un mes secuestrado y torturado junto con otros compañeros me lleva a detenerme para denunciar y exigir la erradicación definitiva de esta práctica brutal (junto con la de la desaparición forzada) aún aplicada en pleno siglo XXI por los cuerpos policíacos y castrenses con la complicidad de la autoridad civil. La violación de los derechos constitucionales queda exhibida en el proceso del expediente 100/71 abierto para juzgar a los miembros pertenecientes al Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR). Fuimos absueltos o sentenciados (según el caso) ¡siete años después! de permanecer en el presidio. También aparece un careo, en uno de los juzgados del Reclusorio Norte, con el exjefe de vigilancia del vetusto presidio porfirista, el teniente coronel Edilberto Gil Cárdenas, que muestra la prepotencia del juez hacia mí y el servilismo mostrado al castrense, así como el cinismo del mismo militar acusado de asesinato, entre otros delitos.1

      Los personajes y las historias narradas son un esfuerzo para tratar de comprender mejor la vida en el presidio. No obstante, estoy convencido de que lo aquí descrito está lejos de captar vívidamente los secretos, las historias y relatos (ciertos o ficticios), las vejaciones, las arbitrariedades, el mercadeo millonario de la dirección del penal (droga, licor, prostitución etc.), las decenas de muertos (o quizás cientos, contando el transcurso de sus setenta y seis años de existencia como cárcel), personas que no volvieron a caminar por las calles de sus ciudades o poblados, prisioneros convertidos en carne de presidio. El abuso de poder manifestado principalmente en el papel criminal de las autoridades del palacio negro bien podría formar parte de la cronología perteneciente a la novela de ficción o de terror. La crujía O Poniente, donde estuvimos recluidos el grueso “de los marinos” y de la que hablo detenidamente, fue demolida y ahora ocupa su lugar un jardín. Cuando lo visité, obviamente luego de salir del Reclusorio Norte, creí estar en un panteón de recuerdos, fantasmas que me trajeron sentimientos y emociones contradictorios.

      En el nuevo penal intimamos un poco más (por lo menos en lo que toca a los hacinados en la O Poniente) con el resto de los internos, lo que permitió conocer mejor a la población. Convivimos con hombres de diferente naturaleza: criminales, rateros (en todas las modalidades), drogadictos. Una verdadera fauna. La inmensa mayoría pertenecía a la esfera de los degradados, aunque no faltaban quienes pertenecían a la clase media. Personalidades heterogéneas, como un gusano cubano, ex policías corruptos, capos de las drogas (lejos de lo que ahora significa este negocio del crimen organizado) y un líder provocador de dudoso plumaje: Miguel Castro Bustos, conocido en el ámbito universitario de la UNAM. La sorpresa fue encontrarnos con un intelecto como el de Guillermo Rousset Banda (amigo y compañero de José Revueltas, Enrique González Rojo, Félix Lugo, Eduardo Lizalde, Juan José Arreola, y Rubén Bonifaz Nuño, todos intelectuales de primer orden en el México de entonces).

      El contraste entre Lecumberri y el Reclusorio Norte: dos intenciones correctivas distintas, la primera terminó cancelada y la segunda abortada. El equipo de especialistas que enarbolaba la posición alternativa, encabezado por Sergio García Ramírez, Antonio Sánchez Galindo, Fernando García Cordero, Alfonso Quiroz Cuarón, maestras de educación especial, trabajadoras sociales y psicólogos, perdió la batalla. Las inercias, la corrupción, la impunidad, el desprecio a las normas jurídicas resistieron el intento de renovación y terminaron imponiéndose. Hábitos que hoy se han potenciado en todos los centros penitenciarios del país. Abandoné el último presidio junto con cinco compañeros y una compañera (interna en la cárcel de mujeres) el 8 de agosto de 1977, luego de haber transcurrido veinticuatro horas de ser indultados de los delitos políticos atribuidos y absueltos del delito de robo con violencia. El resto de nuestros compañeros salieron de Santa Marta Acatitla días después.

      Respecto al “Epílogo” hay varios aspectos que es necesario precisar. La intención es presentar, ante los lectores, siete temas que desde mi criterio los militantes y simpatizantes de la izquierda del tercer milenio debemos indagar y debatir para tomar una posición política acorde con la nueva realidad que vivimos. Sin embargo, por lo “titánico” del contenido de cada uno de los siete tópicos apuntados y acosado por la premura de no seguir posponiendo la publicación del libro que estoy presentando, me vi obligado a dejar pendientes seis de los contenidos, cuyos títulos menciono en el esquema programado. De tal modo, como puede deducirse sólo expongo en estas líneas un punto: “Significado de la caída del llamado socialismo real”. Espero que en un tiempo perentorio pueda editarse el esbozo completo.

      Chilpancingo, Guerrero, febrero de 2013

      1 Ver, de mi autoría, En las profundidades del MAR (El oro no llegó de Moscú), Plaza y Valdés Editores, México, 2003.

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