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Kant después del neokantismo


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que esto no sea tan utópico como suena—.» (H. Arendt y M. Heidegger, Correspondencia 1925-1975, Barcelona, Herder, 2000, pág. 188). En la carta siguiente del intercambio, Heidegger agradece a Arendt su referencia y reconoce que no es un pasaje suficientemente claro (Heidegger, carta de 4 de agosto de 1970, en Correspondencia 1925-1975, ed. cit., pág. 189).

      43 «Comprensión y política», en De la historia a la acción, Barcelona, Paidós, 1995, pág. 29.

      44 Ibid., pág. 31.

      45 Ibid., pág. 25.

      46 Como complemento al papel de la filosofía cabe considerar que la similitud entre filosofía y arte también se manifiesta en la permanencia de toda gran filosofía, más allá del contexto de su génesis. Para Arendt, la filosofía, si es auténtica, es tan permanente y duradera como las obras de arte (La condición humana, ed. cit., pág. 300).

      47 La condición humana, ed. cit., pág. 187.

      48 «Los procesos cognitivos de las ciencias no son básicamente distintos de la función cognitiva en la fabricación; los resultados científicos que se producen mediante la cognición se añaden al artificio humano de la misma manera que las otras cosas» (La condición humana, ed. cit., pág. 188). La distinción heideggeriana entre la ciencia y el pensar resuena en las páginas de Arendt. Heidegger, quien había en efecto indicado que la técnica es algo más que técnica y la pregunta por la ciencia es algo más que ciencia (Heidegger, ¿Qué significa pensar?, Madrid, Trotta, 2010, pág. 76), también habla de la escasa relación del pensar con las ciencias (op. cit., pág. 209) y de que la ciencia no piensa (pág. 98), hay un salto entre ellas (pág. 98).

      49 En defender lo específico de la esfera filosófica y no resolverla en epistemología (al servicio de la ciencia), Arendt estará más próxima a la filosofía crítica kantiana que a Max Weber, por lo menos en alguna de sus formulaciones más radicales.

      50 La vida del espíritu, Madrid, CEC, 1984, pág. 72.

      51 El concepto mismo de ‘progreso ilimitado’, coetáneo del nacimiento de la ciencia moderna y que sigue siendo su principio inspirador dominante, es la mejor prueba de que toda ciencia se mueve todavía en el ámbito de la experiencia de sentido común, sujeta al error y engaño rectificables» (La vida del espíritu, ed. cit., pág. 72).

      52 La vida del espíritu, ed. cit., pág. 73.

      53 La vida del espíritu, ed. cit., pág. 75.

      54 Ibid., pág. 76. De hecho en otra nota reconoce que solo el estudio de Eric Weil, «Pensar y conocer, la fe y la cosa en sí», del libro Problemas kantianos, puede ser citado en apoyo de su propia comprensión de la distinción de Kant entre razón y entendimiento (La vida del espíritu, ed. cit., pág. 81, nota) (véase también N. Campillo, Hannah Arendt: lo filosófico y lo político, Valencia, Publicaciones de la Universitat de València, 2013, pág. 140).

      55 Véase R. Bernstein, «Arendt on Thinking», en D. Villa (ed.), The Cambridge Companion to Hannah Arendt, Cambridge University Press, 2000, págs. 278 y ss.

      56 La vida del espíritu, ed. cit., pág. 11. La referencia procede de la edición de las lecciones de 1951-1952, M. Heidegger, ¿Qué significa pensar?, Madrid, Trotta, 2010, pág. 216. En este texto, Heidegger presenta el pensar mismo como camino y el preguntar cómo permanecer en el camino. Arendt muestra en su obra un ejemplo de vinculación al pensar y de permanecer en torno a las preguntas específicas a las que se vinculó.

      57 La vida del espíritu, ed. cit., pág. 24.

      58 Ibid., pág. 223.

      59 Ibid., pág. 96.

      60 Ibid., pág. 106.

      61 Ibid., pág. 107. Por tanto, debe matizarse la suposición de Parekh de que Arendt, a diferencia de Kant, concibe la experiencia como inherentemente estructurada (B. Parekh, Hannah Arendt and the Search for a new Political Philosophy, Londres, MacMillan, 1981, pág. 69).

      62 «En cualquier caso, dado que las palabras —portadoras de significado— y los pensamientos se parecen, los seres pensantes sienten la necesidad de hablar y los hablantes de pensar» (La vida del espíritu, ed. cit., pág. 119).

      63 La vida del espíritu, ed. cit., pág. 80.

      64 Idem.

      65 A. Heller, «Hannah Arendt on the vita contemplativa», en A. Heller y F. Fehér, The Grandeur and Twiligh of Radical Universalism, New Brunswick-Londres, Transaction Pub., 1991, págs. 427-442. También de Heller, «Open letter to Hannah Arendt on Thinking», en A. Prior y A. Rivero (eds.), Agnes Heller and Hannah Arendt. A Dialogue, Cambridge, Cambridge Scholars Publishing (en prensa). Sobre la estructura tripartita de La vida del espíritu, véase Ch. Delmas, Hannah Arendt. Une pensée trinitaire. Une nouvelle aproche de son oeuvre, París, L’Harmattan, 2006.

      66 La vida del espíritu, ed. cit., pág. 95.

      67 Véase R. Bernstein, en D. Villa (ed.), The Cambridge Companion to Hannah Arendt, ed. cit., pág. 278 y ss.

      68 La vida del espíritu, ed. cit., pág. 88.

      69 Ibid., pág. 89.

      70 A. Heller, «Open letter to Hannah Arendt on Thinking», en A. Prior y A. Rivero (eds.), Agnes Heller and Hannah Arendt. A Dialogue, ed. cit.

      71 Heller, «Open letter to Hannah Arendt on Thinking», ed. cit. Véase también «The Three Logics of Modernity and the double Bind of the Modern Imagination», Public Lecture Series, núm. 22, Collegiunm Budapest, 2000, págs. 1-23, y Per un’antropologia della modernitá (ed. de U. Perone), Turín, Rosenberg & Sellier, 2009. Para Heller, comentando el ensayo de Heidegger sobre la técnica, «it is the dominating imagination of the modern sciences and the carrier of the modern concept of truth which identifies truth with true knowledge (the correspondence theory of truth) and with the unlimited progression of knowledge, technology, and science. Science as an ideology (to employ Habermas’s term) has become (in place of religion) the dominating imaginary institution of the moderns» (A. Heller, «The Three Logics», ed. cit., pág. 5).

      72 Arendt, «Verdad y política», en Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política, Barcelona, Península, 1996, págs. 239-278. Por otro lado, para refrendar la radicalidad del planteamiento arendtiano deben recordarse sus críticas dirigidas a Heidegger, tanto respecto a que finalmente hace coincidir el pensar y la verdad, como a la conexión también por él establecida entre pensar y acción, dos confusiones nada fenomenológicas y además fatídicas en sus consecuencias para la autora (A. Prior, Voluntad y responsabilidad en Hannah Arendt, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009, pág. 78).

      73 Véase la referencia en la correspondencia con Mary McCarthy: «En cuanto a los puntos que plantea Nicola: mi libro es un informe y, por consiguiente, deja de lado todas las preguntas de por qué ocurrieron las cosas tal como ocurrieron. Describo el papel desempeñado por los consejos judíos. No fue mi intención, ni fue la tarea que me encomendaron, explicar todo este asunto, ya sea refiriéndome a la historia judía o a la sociedad moderna en general» (Arendt, carta de 3 de octubre de 1963, en H. Arendt y M. McCarthy, Entre amigas. Correspondencia entre Hannah Arendt y Mary McCarthy (1949-1975), Barcelona, Lumen, 2006, págs. 246-247).

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