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Actuel Marx 28.


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muy larga, de setenta años, por tanto sin paralelo en la historia del capitalismo, de acumulación ininterrumpida». Las recesiones generalizadas de 1974-1976 y de 1980-1982 habrían «provocado un cambio de ritmo en los países capitalistas avanzados, pero no habrían afectado la dinámica de reproducción ampliada a nivel mundial».

      Otros autores, que parten de las leyes que rigen el funcionamiento del modo de producción capitalista y en particular de la Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, consideran el carácter histórico y social del capitalismo, y analizan la crisis como parte orgánica del proceso de acumulación del capital, de sus límites y contradicciones. Ven la crisis actual como una crisis «normal» del modo de producción capitalista, cuyo origen se sitúa en la esfera productiva, en la forma y lógicas de la acumulación, que son esperables, inevitables, dado su contradictorio funcionamiento, y necesarias para su continua reproducción.

      De esta manera sitúan los movimientos financieros como una consecuencia de la crisis, una de las formas de manifestarse y uno de los elementos detonantes. En esta corriente se señala que el capitalismo necesita modificar constantemente su coraza, con el fin de preservar intacto su núcleo central. Sostienen que este régimen de producción, particularmente el estadounidense, tras recuperar la tasa de ganancia, desde la crisis de los 70, enfrenta en la actualidad un colapso generado por una caída abrupta de las tasas de interés. La crisis actual entonces sería el resultado del agotamiento del mecanismo implementado para recuperar la tasa de ganancia perdida durante la crisis anterior, mecanismo conformado por un incremento de la tasa de explotación y una consecuente disminución del salario real, con una reducción acelerada de la tasa de interés, con el objeto de recuperar las ganancias de los sectores empresariales. Para estos autores, las leyes del capitalismo no admiten modificación y aunque en algunas coyunturas puedan mitigarse sus efectos, las contradicciones congénitas darán lugar a crisis que serán cada vez más profundas y con efectos cada vez más desastrosos para la clase trabajadora. Se insiste que no hay lugar para la gestión ni para un cierto perfeccionamiento del capitalismo. Esta es entonces la explicación de la crisis actual, una crisis analizada por Marx, con las respectivas particularidades del periodo o momento histórico dado.

      La crisis de 2007-2008, y su subsecuente desaceleración económica, estaría asociada a la explosión de una inmensa burbuja en el sector inmobiliario y en la bolsa de valores como consecuencia del relativo estancamiento económico, siendo la continua caída de la tasa de ganancia el elemento explicativo esencial. Para Marx, la acumulación está directamente determinada por la tasa de ganancia y más aún por el monto total de las ganancias. En el capitalismo, la tasa de acumulación refleja, en general, el comportamiento de la tasa de ganancia.

      En el prefacio del libro Marx y las crisis (texto inédito), Daniel Bensaïd (2009) señala que detrás de la apariencia económica de la ley de «la baja tendencial» se manifiesta en realidad el conjunto de las barreras sociales con las cuales viene a chocar la acumulación del capital. Esta extraña ley, en que Marx expone en los capítulos siguientes «las contradicciones internas», ha alimentado bastantes controversias. Parece, de hecho, no poder imponerse sino que a través de sus propias negaciones: el aumento de la tasa de explotación que apunta a redireccionar la ganancia; la depredación imperialista que permite rebajar la composición orgánica del capital por la explotación de una fuerza de trabajo a buen mercado y por la baja del costo de las materias primas; la aceleración de la rotación del capital gracias a la publicidad, al crédito y a la gestión de los stocks para compensar la baja de la tasa de ganancia por el aumento de su masa; la intervención pública del Estado por la vía de gastos públicos, las ayudas fiscales y principalmente los gastos en armamentos. Fuertemente bizarra entonces, esta ley se contradice y se contraría ella misma. Y agrega que según Marx, la depreciación periódica del capital, que es un medio inmanente al modo de producción capitalista de estancar la baja de la tasa de ganancia y de acelerar la acumulación del capital por la formación de capital nuevo, perturba las condiciones dadas en las cuales se cumplen el proceso de circulación y de reproducción del capital y, enseguida, se acompaña de bruscas interrupciones y de crisis del proceso de producción.

      A continuación señala que cuando la tasa de ganancia baja, el volumen de capital que debe disponer el capitalista para invertir aumenta. A ello sigue una concentración de capitales que lleva a una nueva baja de la tasa de ganancia, en la medida que ella se traduce por una acumulación creciente de capital constante. La tasa de ganancia es la relación de la plusvalía dividida por la suma del capital constante y del capital variable.

      Dividiendo la tasa de ganancia

1 por v encontramos en el numerador la tasa de explotación (o de la plusvalía): pl/v y al denominador la composición orgánica c/v (+1) y obtenemos la ecuación de la baja tendencial de la tasa de ganancia. Si la composición orgánica aumenta cuando la tasa de explotación permanece igual, la tasa de ganancia disminuye. Mientras mas el trabajo muerto (c) se acumula en detrimento del trabajo viviente (v) (la «composición orgánica» del capital c/v aumenta), y la tasa de ganancia pl/c+v tiende entonces a bajar. Esta no es una ley mecánica o física, aclara Bensaïd, sino una «ley social» (si es que el término de ley es aún apropiado). Su aplicación depende de múltiples variables, de luchas sociales de salida incierta, de relaciones de fuerzas sociales y políticas inestables. Ella entonces no cesa de contrariarse a sí misma, suscitando las contra-tendencias.

      Según Daniel Bensaïd, las contra-tendencias serían las siguientes:

       El aumento de la tasa de explotación tiende a restablecer la tasa de ganancia, sea por la prolongación del tiempo de trabajo, sea por el aumento de su productividad, sea por la compresión de los salarios por debajo de las tasas de inflación, sea aun por la amputación del salario indirecto (la protección social);

       Los mecanismos de dominación imperialistas contribuyen a hacer bajar la composición orgánica del capital por el llamado al trabajo a buen mercado y por la reducción del costo de producción de una parte del capital constante;

       La aceleración de la rotación del capital compensa la baja de la tasa de ganancia por el aumento de su masa;

       La intervención económica del Estado sostiene la economía por la vía del gasto público, de los gastos en armamentos, de las ayudas fiscales y por «la socialización de las pérdidas»;

      El aumento de la tasa de plusvalía (pl/v) puede entonces contrarrestar la «baja tendencial» de diversas maneras:

       Por la intensificación del trabajo: aumento de la plusvalía relativa.

       Por la prolongación de su duración: aumento de la plusvalía absoluta.

       Por la reducción del capital variable por la baja de los salarios directos e indirectos.

       Por la reducción del capital constante por la baja de los costos de las materias primas, la producción a flujos tensionantes, el stock 0…

      Bensaïd añade que la caída efectiva de la tasa de ganancia no conlleva automáticamente una baja de su masa. Si el ritmo de rotación del capital se acelera, la masa puede continuar aumentando, aunque la tasa de ganancia caiga. Si cierra, por ejemplo, cuatro veces su ciclo en el año, en lugar de una sola, la masa puede, por el contrario, ser multiplicada por dos incluso si la tasa disminuye de la mitad. La facilidad del crédito, el marketing, la publicidad, la gestión de los grandes consumos, la obsolescencia integrada y la falsa novedad de la moda contribuyen precisamente en acelerar esta rotación y a dar la sensación de una aceleración de la historia.

      La extensión geográfica del campo de la producción mercantil puede igualmente retardar los momentos de la crisis. El desdoblamiento en veinte años de la fuerza de trabajo disponible en el mercado mundial del trabajo significa también a la vez un aumento del capital variable (una baja relativa de la composición orgánica global) y un aumento del grado de explotación (de la vulnerabilidad social de una mano de obra a menudo desprovista de derechos laborales y de protecciones sociales). Ambos factores son susceptibles de frenar la caída de la tasa de ganancia, ver en este sentido su restablecimiento