del Espíritu Santo, ellos proclamaron: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:2 – 4).
¿Ahora puedes ver cuál es la prioridad? Para los líderes de la Iglesia de Dios no existe la opción de descuidar la oración, ni el estudio y la enseñanza de las Escrituras. Por supuesto, tampoco era una opción que la Iglesia dejara a las viudas morir de hambre. Pero los líderes se dieron cuenta de que perderían todo si descuidaban su oración. Toda la generosidad requerida para cuidar de las viudas se habría secado si los líderes no hubieran seguido sumergiendo sus baldes en el pozo de la misericordia de Dios, a través de la oración por el pueblo de Dios. Si queremos tener ministerios que se parezcan a los ministerios del Nuevo Testamento, entonces debemos entender y practicar la prioridad que se le daba a la oración en el Nuevo Testamento.
5. Orar por el pueblo de Dios los llevará a cambiar. Como pastores, deseamos ver que nuestra gente crezca y cambie. Esa es una de las razones por las que hacemos lo que hacemos. Anhelamos ver que el Señor Jesucristo haga que su pueblo crezca a la estatura de Cristo por el poder del Espíritu Santo. Y debido a que tenemos ese anhelo, hacemos lo que pensamos que le ayudará a nuestra gente a crecer. Preparamos sermones porque creemos en el poder que la Biblia tiene para cambiar vidas. Vivimos de una manera ejemplar delante del rebaño porque sabemos que la gente sigue a sus líderes. Pero ¿acaso también oramos con la misma intención? ¿También estamos creyendo que el poder de Dios que sustenta nuestros esfuerzos se desata a través de la oración? Es verdad, necesitamos las oportunidades de consejería, predicación y entrenamiento. Pero debemos confesar que todos estos esfuerzos son inútiles sin el poder de Dios desatado a través de la oración. El apóstol Pablo veía a la oración como uno de los medios principales para promover la santificación del pueblo de Dios. Esto es lo que él oró:
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad.
Colosenses 1:9 – 11
Para el apóstol Pablo, el conocimiento, la sabiduría, el entendimiento, las vidas cambiadas, los frutos, la fortaleza, el poder, la paciencia, y la longanimidad eran cosas que venían a través de la oración.
En su carta a los Filipenses, Pablo escribe: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1:9 – 11).
Aquí vemos una vez más que el amor, el conocimiento, el discernimiento, la pureza, y los frutos de justicia para gloria y alabanza de Dios son bendiciones que vienen a través de la oración. ¿Las congregaciones a las que servimos manifiestan estas características? Posiblemente no lo hacen porque no se lo hemos pedido a Dios (Santiago 4:2). ¡Oh, Dios, muévenos a orar!
6. A través de la oración los hombres ordinarios pueden hacer cosas extraordinarias para Dios. Durante años, los ancianos de la iglesia a la que sirvo han buscado ser obedientes al llamado de Dios para orar por los enfermos de acuerdo con Santiago 5:14. Cada vez que nos reunimos con uno de los santos sufrientes de Dios para pedirle al Señor que los sane, soy animado por un solo versículo del libro de Santiago. Santiago nos recuerda que “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (5:17). Siempre he creído que Dios ha sido muy misericordioso al colocar este versículo casi al final del capítulo 5.
Piensa en esto. Santiago acaba de decirle a los enfermos que llamen a los ancianos de la iglesia para que oren por ellos con la esperanza de que sean sanados. Parece que Santiago no tiene en mente que la sanidad ocurrirá de la nada, sino más bien es algo que debemos esperar que Dios haga. Él escribe: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará” (5:15). ¡Qué promesa! En pocas palabras, los ancianos son llamados a pedirle a Dios que haga un milagro. Pero Santiago sabe que el pastor promedio pensará: “¿Quién? ¿Yo? ¡Tan solo soy un hombre ordinario!” Así que, Santiago se anticipa a esa objeción y escribe: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (5:17–18).
Es como si Santiago estuviera diciendo: “Ancianos, ustedes son iguales a Elías, aquel que Dios usó para cambiar los patrones climáticos durante tres años y medio. Seguramente Dios podrá usar hombres promedio como ustedes para hacer cosas extraordinarias.” ¡Qué palabras tan animantes! No necesitamos ser personas extraordinarias para que Dios haga cosas extraordinarias a través de nuestro ministerio. Más bien, debemos aceptar plena y alegremente el hecho de que somos personas ordinarias y debemos aferrarnos a las extraordinarias promesas de Dios.
Hermanos, mi esperanza es que estas seis verdades tengan un impacto en sus conciencias y muevan sus corazones a tener una pasión más profunda y puedan tomar la resolución de orar. Entreguen sus vidas a la oración por su gente. Nuestra obediencia fluye de mentes que son transformadas por la palabra de Dios (Romanos 12:1–2). Así que deja que tu mente sea renovada de tal manera que seas llevado a tomar una nueva determinación de orar. La oración da gloria a Dios, sigue el ejemplo de los grandes hombres del pasado, refleja la prioridad de la iglesia primitiva, cambia a nuestro pueblo, y es usada por Dios para permitir a los hombres ordinarios hacer cosas extraordinarias. ¡Que Dios nos ayude a orar!
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