Brian Croft

Cuidar al pueblo de Dios


Скачать книгу

embargo, ser pastor también es algo difícil. Predicamos, pero no todos reciben nuestro mensaje. Compartimos el evangelio, pero no vemos conversiones. Vemos que las personas a las que guiamos hacia el Señor abandonan la fe que antes profesaban. Recibimos noticias de bebés que mueren al nacer o que mueren durante el proceso de gestación. Vemos y sentimos el dolor cuando un matrimonio fracasa. Observamos a las personas que amamos luchar día a día para cubrir sus necesidades básicas. Por lo general, somos los que tienen asientos de primera fila para ver a nuestros miembros sufrir y morir. La obra del ministerio pastoral es bastante dura, en ocasiones es desgarradora, y justo cuando pensamos que se acerca un momento de alivio, ocurren cosas que nos quebrantan el corazón.

      Así que, ahí tenemos la gran paradoja de ser pastor. Unas veces nos encontramos en las cumbres más altas, y otras veces, en las profundidades más bajas. Caminamos junto a personas que experimentan las mayores alegrías de la vida, y también junto a personas que soportan las angustias más intensas. Recibimos las muestras de amor más grandes de parte de la gente, pero también recibimos las críticas más severas. Vivimos y nos desenvolvemos en medio de las cosas temporales, al mismo tiempo que tratamos de mantener nuestros ojos y los ojos de otras personas en las cosas eternas. Y al igual que todas las personas, los pastores nos sentimos atraídos hacia las cosas que nos producen alegría, y tratamos de escapar de las que nos producen dolor.

      Un área común de responsabilidad que puede traerle alegría o frustración a un pastor es la tarea de administrar y delegar. Algunos prosperan en esto; otros lo ven como un mal necesario. Algunos creen que su éxito en el ministerio está directamente relacionado con su eficacia en ese ámbito; otros hacen todo lo posible por evitarlo. Algunos piensan que el tiempo dedicado a administrar eficientemente la iglesia es su vocación principal; otros lo ven como algo secundario, algo que puede ser descuidado siempre y cuando pasen un tiempo de calidad con su gente.

      Creemos que hay un malentendido inicial con respecto a la administración y la delegación en la iglesia local, y pensamos que esta confusión está presente en muchos de los que están a cargo del ministerio pastoral. Muchos creen erróneamente que el trabajo de administración y delegación es algo separado o distinto de su tarea de pastoreo. En congregaciones más pequeñas, es común encontrar pastores que no se sienten dotados para administrar y delegar tareas, por lo que dejan muchas de estas responsabilidades esenciales sin hacer, o peor aún, tratan de hacerlo todo por su cuenta.

      En ese sentido podemos escuchar este tipo de excusas:

      • “Yo necesito ocuparme de pastorear a mi gente, no estar sentado distrayéndome con esa clase de trabajo de oficina.”

      • “Simplemente no estoy dotado para hacer esa tarea.”

      • “Yo soy el único que sabe qué hacer, y alguien tiene que hacer todo eso.”

      Por otra parte, principalmente en congregaciones más grandes, otros pastores, que tienen abundancia de recursos, consideran la tarea de administración como un aspecto de suprema importancia para el ministerio, y terminan invirtiendo la mayoría de su tiempo y energía en “dirigir a la iglesia”, y no se involucran en las vidas de las personas de su congregación. En ese contexto, es muy común que algunos terminen contratando a alguien que se encargue de dirigir la iglesia, que por lo general es un hombre que no tiene dones pastorales ni siente un verdadero llamado pastoral, sino que simplemente es un hombre bien organizado, que tiene la capacidad de hacer que las cosas salgan bien. En ese sentido, existe el tipo de pastor que descuida la administración de la iglesia porque considera más importante la tarea de pastorear a la iglesia; y existe otro tipo de pastor que descuida la tarea de pastorear porque está muy ocupado administrando la iglesia.

      Pero nosotros creemos que existe un balance apropiado para dirigir el ministerio de la iglesia local de manera bíblica y saludable. Así que, este libro está fundamentado sobre dos realidades importantes: (1) el ministro es llamado a pastorear, y (2) la administración es sinónimo de pastorear.

      Dios llama a los pastores a apacentar a la grey, y eso significa que, en cierto grado, deben administrar la iglesia. Dios ha dotado de manera única a los pastores con el conocimiento de la palabra de Dios, el discernimiento en el liderazgo, y la sabiduría en la toma de decisiones. No todos los pastores pueden desempeñar su obligación con el mismo nivel de destreza, ni con el mismo tipo de dones. Algunos tienen que esforzarse más por aprender a cuidar de la gente, mientras que otros se enfocarán más en aprender a administrar. Independientemente de su inclinación personal, cada pastor debe esforzarse por organizarse de manera sabia, eficiente y creativa para tener un conocimiento práctico de cada área de la iglesia, sin que su tiempo esté dominado por la responsabilidad de coordinar las actividades diarias. ¿Cómo es que un pastor puede hacer esto de manera balanceada? ¿Cómo luce ese tipo de pastoreo balanceado?

      El objetivo de este libro es ayudar a cada pastor a encontrar ese balance, por esa razón, yo (Brian) colaboré con mi experimentado compañero, Bryce, para escribir este breve libro. Bryce sirvió como pastor ejecutivo en la Sojourn Community Church, en Louisville, Kentucky, durante los años en los que esta congregación fue una de las 50 iglesias de más rápido crecimiento en los Estados Unidos. Así que él está muy familiarizado con la locura de las agendas ocupadas y los grandes listados de miembros de una mega iglesia en crecimiento. Y a pesar de eso, Bryce nunca perdió de vista la gran importancia de su rol como pastor. Siempre trató de abordar su ministerio dándole su lugar a la tarea de pastorear. Bryce posee una rara combinación del talento administrativo y cuidado pastoral, y eso es lo que lo convierte en un recurso invaluable para este libro. Además, es un querido amigo que se ha asociado conmigo en la expansión de nuestro ministerio de Pastorado Práctico. Me emociona la idea de que los lectores puedan aprender de Bryce en lo que respecta a esta área crucial del ministerio de un pastor, de la misma forma en la que yo he aprendido de él.

      A través de nuestros esfuerzos combinados, vamos a tratar de resaltar las diferentes áreas de responsabilidad que son necesarias para apacentar a la iglesia. La primera sección se enfoca en los fundamentos bíblicos y teológicos del pastorado fiel. La segunda sección complementa esos fundamentos con una perspectiva pastoral. Y en la tercera sección, ambos les ofrecemos consejos prácticos para pastorear sabiamente a la iglesia, con la actitud de un pastor fiel y confiable. Nuestra esperanza es poder apoyarte, justo en el contexto en el que ahora te encuentras, con ideas y consejos útiles. Si pastoreas una pequeña congregación y estás tratando de hacer malabares con cada pequeño detalle y el peso de todo esto parece aplastarte, oramos para que este libro te proporcione la libertad de discernir mejor las cosas que debes seguir haciendo y las que pueden ser delegadas a otros líderes de la iglesia. Del mismo modo, en el caso de aquellos que ya se sienten cómodos desempeñando un papel administrativo, queremos inculcarles la importancia bíblica de abrazar su plena vocación de pastores. Necesitas recordar que un día le darás cuenta al Príncipe de los pastores por el cuidado fiel de las almas de tu congregación (Hebreos 13:17; 1 Pedro 5:4). Independientemente de cuál sea el punto en el que nos encontramos con respecto a la tarea de apacentar la grey de Dios, nuestra oración es que Dios nos dé gracia para saber cómo usar de la mejor manera nuestros dones pastorales, para el bien del cuerpo de Cristo; no solamente con el fin de ser obreros eficientes, sino también con el fin de ser hallados fieles cuando el Príncipe de los pastores regrese.

      UN AMIGO MÍO fue contratado para ser pastor administrativo en una iglesia grande. Su contratación tenía sentido por muchas razones. Él era cristiano, y amaba la iglesia local. Había tenido éxito en el mundo empresarial teniendo un puesto ejecutivo. Tenía una habilidad sobresaliente para entender todo lo relacionado con estructuras y organización. Tenía bastante experiencia en el trato con el personal, y tenía un conocimiento práctico de las problemáticas de los recursos humanos. Cuando los líderes de esta iglesia grande vieron la necesidad de contratar a alguien que se encargara de dirigir