AAVV

Conocimiento y lenguaje


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los 70 a propósito de la capacidad de los chimpancés para inferir estados mentales ajenos. La teoría de la mente podría considerarse como una versión desarrollada de las teorías clásicas que caracterizan al ser humano por su propiocepción, cuyo correlato lingüístico es, como sabemos, la capacidad metalingüística. En el ámbito cognitivo, la teoría de la mente nos permite establecer suposiciones y premisas acerca de lo que puede sentir / pensar / creer una tercera persona. Investigadores como Mendoza (2002) o Garayzábal (2004) han utilizado el déficit de teoría de la mente para caracterizar algunas patologías, estableciendo por ejemplo similitudes de comportamiento y de déficits pragmáticos entre los hablantes con síndrome de Williams, los hablantes del espectro autista, y los hablantes que tienen alguna lesión en el hemisferio derecho.

      Otros problemas infantiles se revelan en la etapa de escolarización, pues implican el aprendizaje del código escrito. En la dislexia, el niño tiene problemas para la lectura; en la disgrafía, para la escritura. Inicialmente los problemas disléxicos se relacionaron con los problemas de lectura que aparecían en adultos afásicos, por lo que se caracterizó la dislexia como «ceguera congénita para las palabras» (J. Hinshelwood). Entre 1925 y 1940, Samuel T. Orton (neuropsiquiatra y neuropatólogo) estudió un amplio grupo de personas con problemas de lectura, escritura y lenguaje en general, y relacionó el síndrome con un problema de lateralización lingüística. En los años 60 es M. Critchley quien acuña el término de dislexia del desarrollo, y propone una base neurológica (congénita) similar a la de Orton. En la actualidad, no existe una postura consensuada sobre las causas y etiología de la dislexia; a partir de la exposición de Monfort (2001: 348), podemos agrupar las teorías explicativas en tres grupos:

      - causas internas (de base neurológica o bioquímica): la dislexia tendría un origen en causas hereditarias o en una disfunción cerebral mínima, o sería vista como un síntoma más en un cuadro general de trastornos del lenguaje,

      - causas internas psicológicas: origen en dificultades instrumentales funcionales, origen psicológico en procesos vinculados a la ansiedad por el aprendizaje,

      - causas exógenas: la dislexia sería consecuencia de los fallos del sistema de escolarización, o de los sistemas concretos de enseñanza de la lectoescritura.

      Padilla (2004) incide en la dimensión cognitiva de la competencia lectora, en la que diferencia tres niveles: alfabético, ortográfico y textual, que deben ser considerados desde una perspectiva integradora para facilitar al niño una correcta adquisición de la lectoescritura.

      3.4.3 Alteraciones por lesión cerebral (afasias)

      Las afasias son patologías del lenguaje causadas por la existencia de alguna lesión en el hemisferio izquierdo del cerebro; las causas más habituales pueden ser un accidente cerebro-vascular (ACV), un traumatismo cráneo-encefálico o un tumor. La tradición afasiológica suele distinguir diversos tipos de afasia de acuerdo con la agrupación de ciertos síntomas (semiología de las afasias), si bien las tipologías están lejos de ser aceptadas por todos:

      El núcleo de la cuestión radica en si la afasia es un trastorno unitario o si existen varias clases de afasia. En realidad, la respuesta no está clara y las diversas opiniones formuladas al respecto desde la época del propio Wernicke avalan la opinión de que ambos pronunciamientos parecen ser correctos. El trastorno afásico es básicamente uno, si bien se observan una serie de grupos semiológicos predominantes como consecuencia fundamentalmente de la localización anatómica de la lesión causal y en segundo lugar como consecuencia de las peculiaridades biológicas de la organización cerebral de cada sujeto, aunque éste sigue un patrón mayoritariamente uniforme en la especie humana (Vendrell, 1999).

      A continuación detallamos los tipos clínicos que identifica la tradición afasiológica más conocida:

      – La afasia global presenta alteraciones en las cuatro destrezas comunicativas: comprensión y producción orales y escritas; en casi todos los casos, además, el hablante presenta también hemiplejia derecha. La recuperación, por lo general, empieza a partir de estereotipias (una sílaba, palabra, o frase repetida que el hablante repite en sus intentos de hablar y que no se adecuan a la ilocutividad que pretende) y rutinas.

      – La afasia de Broca (motora, expresiva, anterior) se caracteriza por dificultades en la expresión que impiden la fluidez; la articulación es costosa (a veces el paciente presenta déficit de movilidad en la parte derecha del cuerpo), y hay serios problemas de denominación (anomia); la comprensión oral y escrita están relativamente preservadas; lectura y escritura alteradas; dificultades para la repetición.

      – La afasia motora transcortical (afasia dinámica) también es una afasia no fluente, con tendencia al mutismo y la ecolalia. La repetición, sin embargo, es buena.

      – La afasia de conducción (afasia central, afasia motora aferente) presenta un lenguaje fluido, y una comprensión relativamente conservada; hay dificultades de denominación y articulación, y la repetición está seriamente alterada.

      – La afasia de Wernicke (sensitiva, acústica, semántica) es también un síndrome fluido; presenta serias alteraciones de comprensión, pero el lenguaje es fluente; la repetición está relativamente conservada; la denominación presenta serios problemas, y la escritura y la lectura están alteradas.

      – La afasia sensorial transcortical conserva bien la repetición, pero el discurso puede estar próximo a la jergafasia (discurso sin sentido), con frecuencia de ecolalias y neologismos (no-palabras).

      La investigación afasiológica desarrollada en los años 90 ha comenzado a integrar en el estudio de estas patologías los avances de la pragmática; como consecuencia, los planteamientos gramaticalistas de la afasiología tradicional se han visto enriquecidos con perspectivas centradas en la eficacia comunicativa de los hablantes. A este respecto queremos destacar los siguientes puntos:

      – los investigadores asumen planteamientos globales de la comunicación, y tratan de superar la perspectiva «estratificacional» que consideraba por separado los distintos componentes del lenguaje,

      – en consonancia con una de las premisas básicas de la pragmática, los binomios correcto/incorrecto, gramatical/agramatical se sustituyen por eficaz/ ineficaz, adecuado/inadecuado,

      – la afasia se contextualiza: al adoptar los planteamientos de la pragmática interaccional, la afasia ya no es considerada como rasgo de uno de los hablantes, sino que afecta a toda la interacción en virtud del principio griceano de cooperación (Gallardo, 2003). De ahí que hayan surgido iniciativas diversas que se plantean, paralelamente a la rehabilitación del hablante afásico, el entrenamiento de lo que Anne Whitworth, Lisa Perkins y Ruth Lesser (1997) llaman «interlocutor clave», es decir, las personas que habitualmente se relacionan con él. La iniciativa más conocida en este sentido es la Terapia de Conversación Asistida, creada por la canadiense Aura Kagan (1998), que se sigue en varios hospitales norteamericanos y europeos. En nuestro ámbito se están diseñando actualmente programas de este tipo centrados en el interlocutor-clave (Gallardo, 2005).

      – la atención concreta a las categorías pragmáticas enunciativas (implicaturas conversacionales, presuposiciones, actos ilocucionales, superestructuras textuales) y receptivas (sobreentendidos, superestructuras dialógicas, toma de turno) conduce a los investigadores a prestar atención a los síndromes donde estas categorías sí se ven alteradas. Surge así la evidencia (Joanette y Ansaldo, 1999) de que puede identificarse una afasia pragmática en hablantes que presentan lesiones en el hemisferio derecho. El paso (el reto) siguiente es plantearse que los hablantes con lesión en el hemisferio izquierdo, que tienen preservadas las categorías pragmáticas, puedan rentabilizar estas categorías en sus terapias de rehabilitación (Gallardo, 2002).

      Al dedicar un apartado a la psicolingüística del discurso queremos dar cabida a una línea de investigación que entrelaza las preocupaciones sobre el uso verbal cotidiano y la cognición de los hablantes que motiva y justifica tales actuaciones. La pragmática es, sin duda, el marco epistemológico óptimo para establecer estas conexiones, pues nos proporciona dos conceptos básicos para su descripción:

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