en los procesos de separación y divorcio, que sin una adecuada gestión deja secuelas psicológicas y emocionales en los más pequeños. Ya Andolfi (1989) consideraba que las necesidades insatisfechas en las relaciones con los miembros significativos de la familia de origen quedan impresas en cada persona, y Framo (1996) destacaba que en las relaciones íntimas del presente ejercen una influencia decisiva las fuerzas transgeneracionales ocultas. Por ello es fundamental la prevención y promoción de la salud mental infantojuvenil a través de la familia.
Es destacable mencionar que casi la mitad de los problemas de salud mental tienen su inicio en la infancia o adolescencia; por tanto, el diagnóstico y tratamiento en etapas precoces es una valiosa oportunidad de mejorar el pronóstico de las enfermedades mentales (Kessler et al 2005; Parellada 2013). Para ello, el autor comparte en estas páginas estudios, datos, testimonios, experiencias, consejos, ejemplos y herramientas para que tanto profesionales como padres y madres podamos prevenir e intervenir adecuadamente en estas situaciones, muchas veces inevitables, otras incluso necesarias.
Por consiguiente, le animo a que lea esta guía con atención, calma y disposición a incorporar esta bonita perspectiva que José Luis Gonzalo, con tanta generosidad, nos brinda, promoviendo habilidades de crianza, de afectividad y de comunicación emocional. Sabemos que la calidad de las primeras experiencias de apego con personas significativas, y con una respuesta sensible, van a determinar el desarrollo de la personalidad de las personas.
El autor también ha querido revisar y adaptar el contenido de este libro a la situación actual que estamos viviendo como sociedad, en tiempos de COVID, para que los estragos del post COVID-19 generen el menor impacto emocional en nuestra infancia. En el año 2000, tuve la oportunidad de colaborar en una investigación en la Universidad de Berkeley1, donde ya se prestaba importancia a la mirada incondicional para generar vínculos reparadores, donde el menor puede mejorar su rendimiento y aprendizaje. En este libro nuestro querido Jorge Barudy también destaca la relevancia del rol «tutor resiliente», que muchas veces nos toca desempeñar como profesora, maestra, tía… y, por supuesto, como psicoterapeutas.
El 9 de junio de 2020 se aprobó en el Consejo de Ministros el anteproyecto de la Ley de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, que los profesionales de la infancia venimos pidiendo desde 2015. Consiste en un Proyecto de Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, que trata de dar respuesta a la obligación de protección de las personas menores de edad establecida en la Convención sobre los Derechos del Niño (adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y ratificada por España en 1990), en el artículo 3 del Tratado de Lisboa y en el artículo 39 de la Constitución Española. A través de este proyecto esperamos que la sociedad disponga de los recursos necesarios para proteger a la infancia de situaciones traumáticas, de maltrato, violencia directa o indirecta, y desamparo.
En segundo lugar, escribo este prólogo también con gran ilusión y emoción, ya que se trata del primer título de la colección Sentilibros, una colección que la editorial Sentir lanza para dar respuesta a los adultos que solicitan orientación, pautas y herramientas para poder manejar diferentes situaciones a las que la infancia se enfrenta a lo largo de su desarrollo evolutivo emocional. Además, la editorial también ofrece diferentes colecciones de cuentos2 para los más pequeños, entre los que recomiendo Cuando mi corazón tiembla, del que José Luis también es autor. Desde la editorial se ha querido seguir apoyando a la infancia a través de estos títulos que abordarán diferentes temáticas y especialidades por parte de profesionales de reconocido prestigio, para seguir difundiendo el buen trato a la infancia.
Teniendo en cuenta que el 75 % de los problemas de salud mental en la edad adulta tuvieron su inicio en la edad escolar o adolescente (Costello, et al., 2006), cada día que pasa es un día de retraso que no estamos viendo, reconociendo y legitimando a los niños y niñas.
Es una responsabilidad social hacer llegar esta perspectiva de infancia a los adultos que puedan necesitarlo, quienes probablemente tampoco recibieron esa mirada bientratante que José Luis Gonzalo ampara en cada una de sus páginas. Cuidemos a nuestra infancia; no son el futuro, son el presente.
Mercedes Bermejo Boixareu
Presidenta del Instituto Madrileño de Sistémica Infantojuvenil y otros Sistemas Humanos
1 University of California. Anne Cunnigham. University Avenue, Berkeley, CA. (Oct.- My 2001) Research on the relationship of the early acquisition of reading in the child with respect to the knowledge of teachers.
2 Senticuentos, Crecicuentos, Neuricuentos, Neuroaventuras.
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INTRODUCCIÓN
Si algo he aprendido a lo largo de mi vida profesional —en especial desde que tuve la dicha de conocer a mis maestros y mentores, el doctor Jorge Barudy y la psicóloga Maryorie Dantagnan— es el poder que tienen los buenos tratos para favorecer un adecuado desarrollo y asegurar el bienestar infantil. Y, a la inversa, las devastadoras consecuencias que los malos tratos tienen sobre el cerebro, mente y cuerpo en desarrollo de los niños. El mundo adulto a menudo ignora que estos son seres humanos y que tienen derechos1.
Una de las situaciones más dolorosas, e incluso traumáticas, que los niños sufren es el divorcio de los padres. Tenemos datos para la alarma, pues, por ejemplo, desde 2010 hay aproximadamente el mismo número de nuevos matrimonios que de separaciones. En la actualidad, se calcula que cada 3-4 minutos hay una ruptura de pareja.
Las investigaciones realizadas por Judith Wallerstein (2018)2, psicóloga experta en temas de divorcio, reportan los siguientes resultados:
El cuarenta y uno por ciento (41 %) de los hijos de padres separados son temerosos, agresivos, tienen baja autoestima y presentan dificultades en su comportamiento o desempeño escolar. Solo un cuarenta y cinco por ciento (45 %) de los niños superan satisfactoriamente el divorcio de sus padres.
El cincuenta por ciento (50 %) de las mujeres y el treinta por ciento (30 %) de los hombres continúa siendo agresivo con su expareja después del divorcio.
Durante el primer periodo del divorcio, los padres tienen menos tiempo disponible para compartir con sus hijos y están emocionalmente menos capacitados para apoyarlos y disciplinarlos.
En España se producen casi siete rupturas por cada diez matrimonios, lo que supone una ratio muy superior a la media europea, que no llega a cinco. A ello contribuye el hecho de que cada vez se celebran menos matrimonios —de 5.4 matrimonios por cada mil habitantes en el 2000 se ha pasado a 3.4 en 2014— y se tramitan más divorcios —la cifra se ha duplicado en los últimos diez años—, según pone de manifiesto el último informe sobre la evolución de la familia en España que ha presentado el Instituto de Política Familiar (IPF).
El diario ABC, por su parte, en septiembre de 2018, publicaba que, cada vez en número más creciente, los padres separados mantienen un conflicto permanente que provoca que tengan que recurrir a los juzgados para plantear disputas que ellos mismos no son capaces de resolver: «los “jueces están actuando como terceros padres” y se está produciendo un “colapso” de los juzgados especializados en Familia y de Instancia. Así lo afirma la presidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA), María Dolores Lozano, quien asegura que está teniendo lugar una “judicialización de la vida familiar y cotidiana”. En los últimos años, denuncia esta letrada, “se está poniendo en evidencia una constante dificultad de los progenitores a la hora de ejercer y tomar decisiones en la patria potestad”.
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