Felipe Portocarrero Suárez

Dilemas de la educación universitaria del siglo XXI


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en la medida en que ella nos ayuda a comprender que:

      •Las verdaderas culturas son plurales, no únicas.

      •Las verdaderas culturas argumentan, resisten y contestan las normas.

      •En las verdaderas culturas, lo que la mayoría de las personas piensa probablemente difiere de lo que piensa la mayoría de los artistas e intelectuales más famosos.

      •Las verdaderas culturas tienen diversos campos de pensamiento y actividad.

      •Las verdaderas culturas tienen un presente y un pasado.

      Es así como, en correspondencia con las habilidades que busca formar su propuesta educativa, el estudio de culturas no occidentales se vuelve esencial. En gran parte, la incorporación de estos temas tiene el propósito de evitar la reproducción de lo que Nussbaum concibe como «vicios» cuando se aborda reflexiva y valorativamente otra cultura, de los cuales la autora identifica dos tipos: vicios descriptivos y vicios normativos. Existen, a su vez, dos expresiones de vicios descriptivos, a saber, el chovinismo y el romanticismo. Mientras que el primero «consiste en recrear al otro a nuestra imagen, interpretando lo exactamente extraño como familiar» (Nussbaum, 2005, p. 155), el segundo implica «la expresión de un anhelo romántico por experiencias exóticas que nuestras propias vidas parecen negarnos» (Nussbaum, 2005, p. 163), es decir, la «exotización» arbitraria del otro.

      En cuanto a los vicios normativos, nos encontramos con tres tipos de manifestaciones: el chovinismo, el arcadianismo y el escepticismo. El primero refleja la actitud en la que «el evaluador juzga que su propia cultura es la mejor, y en la medida en que la otra cultura es diferente, será considerada inferior» (Nussbaum, 2005, p. 171). El arcadianismo, en segundo lugar, se asemeja mucho al romanticismo descriptivo, pues implica un sujeto que imagina «a los países no occidentales como paradisiacos, pacíficos e inocentes, en contraste con Occidente, visto como materialista, corrupto y agresivo» (Nussbaum, 2005, p. 174). Finalmente, el escepticismo implica que «quien investiga simplemente narra el modo en que son las cosas, dejando de lado todo juicio normativo sobre lo bueno y lo malo» (Nussbaum, 2005, p. 176). Por oposición a estos vicios, lo que se debe entender es que, si bien existen elementos que difieren entre las culturas, pueden también identificarse elementos que son semejantes y equiparables, de manera que, al momento de introducirnos en el estudio de culturas distintas a las propias, debemos comprender que en la diversidad de culturas hay también rasgos compartidos, independientemente de su carácter moral, lo que no significa que no puedan estar sujetos a una evaluación crítica. Es por esta razón que un enfoque comparado se muestra como la mejor herramienta para acercarse al estudio de otras culturas.

      En lo que concierne a los estudios de la mujer, «los nuevos conocimientos sobre la vida de las mujeres han transformado virtualmente todas las disciplinas principales en el currículo de pregrado en ciencias sociales y letras» (Nussbaum, 2005, p. 202). La contribución más controversial ha supuesto el desafío a las metodologías tradicionales de investigación y, por lo tanto, el cuestionamiento y obsolescencia de ciertos métodos, la introducción de otros nuevos y el ensanchamiento de nuestros horizontes cognoscitivos sobre múltiples asuntos. La autora nos recuerda que «Mill sugirió correctamente que la ignorancia sobre la vida de las mujeres estaba respaldada por la exclusión de las mujeres de la vida académica» (Nussbaum, 2005, p. 197). Un claro aporte proveniente de la filosofía, la historia, el derecho y las ciencias sociales es el que puede advertirse en el estudio de la familia y la complejidad de sus dinámicas. La familia, como unidad primera e instancia inicial en el proceso de socialización, ha pasado a entenderse como un medio en el que subsisten prácticas y relaciones asimétricas, en muchos casos amparadas en la legalidad y en regulaciones institucionales. En el ámbito legal, por ejemplo, se plantean cambios que permitan situar a la mujer en condiciones más equitativas con respecto a sus pares masculinos. En filosofía, los estudios de la mujer atienden a la importancia del papel de los afectos y de la imaginación en la configuración de la racionalidad y, asimismo, han revitalizado el interés en áreas que se encontraban reverberando sobre los mismos contenidos. En historia, han dado nuevas luces en la manera de abordar la antigüedad que, a su vez, han irradiado en el contenido de los cursos propuestos. En antropología, el aporte ha venido de la mano de nuevas metodologías y de una manera novedosa de concebir la construcción de la racionalidad humana. Los estudios de la mujer, de esta manera, demuestran en múltiples instancias su valor para la investigación académica, la reforma institucional, las políticas públicas y, también, para el «cultivo de la humanidad» y la formación del «ciudadano del mundo».

      La filosofía feminista, como los estudios de la mujer en general, se ha desarrollado en estrecha relación con los objetivos políticos del feminismo. Es difícil separar la reflexión sobre los temas de desigualdad sexual del interés por una reforma. Gran parte de la enseñanza feminista sobre las mujeres ha hecho tal conexión. Esto no parece una mala cosa. Ver lo que se considera como una necesidad humana urgente y no preocuparse de si esa necesidad alguna vez se abordará parecería un defecto de carácter, un falso desapego que no es una virtud en la vida académica (Nussbaum, 2005, p. 217).

      Finalmente, en relación con los estudios sobre la sexualidad, Nussbaum se pregunta acerca de las razones que explicarían la persistente «resistencia a la enseñanza histórica, antropológica y científica sobre la sexualidad» (2005, p. 237). Desde su perspectiva, ese rechazo obedece a la tensión existente entre quienes argumentan el carácter naturalmente determinado de la sexualidad y aquellos otros que la conciben como un concepto y una práctica socialmente construidos. Nuestra autora identifica cinco áreas en las que se pueden entender ciertos elementos de la vida humana como construidos socialmente (Nussbaum, 2005, pp. 241-244):

      •Comportamiento. La sociedad moldea el comportamiento de los individuos respecto de su sexualidad a partir de normas.

      •Normas sobre la sexualidad en sí, como un todo. La sociedad enseña a interpretar su sexualidad de distintas maneras.

      •Normas sobre otras evaluaciones dentro de la categoría. La sociedad enseña a dar –o quitar– valor a ciertas cuestiones referidas a la sexualidad.

      •Categorías. Las categorías sexuales están socialmente construidas y normadas, tal es el caso de la heteronormatividad (este sería el punto polémico, según Nussbaum).

      •Ubicación de los individuos dentro de las categorías. Las presiones y sanciones sociales fuerzan a los individuos a satisfacer las normas establecidas e, inevitablemente, a asumir una categoría como descriptiva de su propia y compleja identidad individual.

      Así, el indagar reflexivamente y comprender la sexualidad humana, tanto en su expresión como en la identificación, como algo configurado socialmente y de manera progresiva cambia no solo la forma como el tema se aborda intelectualmente, sino también la manera como se desarrollan prácticas sociales alrededor del mismo.

      En relación con la introducción de estos asuntos en el ámbito educativo, los ejemplos