profunda. Sus egos habían sido humillados por el evangelio de Jesucristo, y sus corazones habían sido vueltos hacia el mundo. Cuando hicieron un esfuerzo poético, no lo hicieron para exaltarse y vaciar la cruz, sino para ver, saborear y mostrar la verdad y la belleza de Dios, es decir, lo hicieron por amor.
5. Decir las cosas de una manera nueva es una forma de ver y saborear de nuevo
Una quinta razón por la que no creo que Pablo tuviera la intención de condenar todo esfuerzo poético es que, desde mi propia experiencia, el esfuerzo poético no solo es provechoso para otros cuando les hablo de las glorias de Cristo, sino que también es beneficioso para mí, pues me ayuda a verlas y saborearlas mejor. Este es el origen real de este libro. George Herbert fue la inspiración principal.
El esfuerzo poético como comunión con Cristo
En su poema llamado «Quidditie», Herbert tiene estas líneas sobre lo que es para él escribir poesía:
No es oficio, arte o noticia;
Ni el Exchange, ni el Busie Hall; Sino es que mientras vivo
Yo estoy contigo…40
Sus poemas son «eso que mientras vivo Yo estoy contigo». Esto pone en palabras lo que he descubierto que es cierto durante décadas. El esfuerzo por poner la verdad de Dios, y todos Sus caminos y obras, en un lenguaje fresco —algo que tal vez nunca se haya dicho antes— es una manera de acercarse a Dios, porque se ve y siente más adecuadamente. «Mientras vivo [es decir, mientras hago un esfuerzo poético], Yo estoy contigo».
Herbert me confirmó en su experiencia lo que ha sido una parte indispensable de mi predicación y escritura. No me refiero solo a la escritura de poemas, sino también a la escritura de sermones, libros, cartas y casi cualquier otra cosa que sea importante. Cada sermón era una oportunidad no solo para expresar, sino para ver y saborear. Cada esfuerzo por hablar las maravillas de la Palabra de Dios se convirtió en una nueva visión y un nuevo sabor. La presión de preparar una palabra fresca de Dios semana tras semana fue uno de los mayores regalos de mi vida. El esfuerzo por hablar bellamente fue una forma de ver la belleza. El esfuerzo por poner un destello de gloria en palabras impactantes o conmovedoras hizo que el destello creciera. El esfuerzo por encontrar palabras dignas para Cristo me abrió más plenamente el valor de Cristo.
Creo que esto es cierto para todos. Y esa es una de las razones por las que he escrito este libro.
6. Tres grandes ejemplos: George Herbert, George Whitefield y C. S. Lewis
Por último, creo que la elocuencia que exalta a Cristo y que se humilla a sí misma, o el esfuerzo poético (como la llamo en este libro) es válida e importante para la vida y el habla cristianos porque los tres personajes de este libro lo demuestran en sus vidas. Los recomiendo para tu propia inspiración y guía. Los tres, por supuesto, están mucho más dotados que yo y tal vez que tú. No dejes que eso te desanime. No me acerco ni mucho menos al talento poético de George Herbert, el poder dramático de George Whitefield o el poder imaginativo de C. S. Lewis. Pero, ¡oh, cómo me han enseñado a ver y comunicar la verdad y la belleza! La gloria de Cristo es más brillante, más clara y más dulce para mí debido a su esfuerzo poético, el esfuerzo por ver, saborear y hablar las glorias que ellos han visto de maneras frescas y poderosas. Le doy gracias a Dios por ellos.
Sí, hay una elocuencia humilde que exalta a Cristo. Sí, el esfuerzo poético es bueno. No es el factor decisivo en la salvación. Dios lo es. Pero la fe y todos sus frutos vienen por el oír y el oír por la Palabra (Romanos 10:17; Gálatas 3:5). Esa Palabra en la Biblia es extendidamente elocuente: las palabras son unidas de manera que tengan un gran impacto. Y Dios nos invita a crear nuestras propias frases frescas para Su gloria, no la nuestra. Y en el misterio de Su gracia soberana, Se glorificará en nosotros y en el corazón de otros, a pesar de y por las palabras que hemos elegido. De esa manera, nos mantendrá humildes y obtendrá toda la gloria para Si mismo.
THE QUIDDITIE
Dios mío, un verso no es una corona,
Ni una cuestión de honor, ni un traje gozoso,
Ni un halcón, o banquete, o renombre,
Ni una buena espada, ni un laúd:
No puede saltar, o bailar o jugar;
Nunca estuvo en Francia o España; Tampoco puede entretener el día Con un gran establo o el día de mañana: No es oficio, arte o noticia; Ni el Exchange, ni el Busie Hall; Sino es que mientras vivo Yo estoy contigo, y Todo es para ti.
George Herbert
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