al lado
la tortuga le sonríe
y así la ha contestado.
“Lenta, lenta, no parece
su forma de caminar
pues lo hace muy deprisa
yo no le podría alcanzar”.
La elefanta pensativa
un poquito se ha quedado
luego mira a la tortuga
y así le ha contestado.
“Perdona no me di cuenta
de que hablaba contigo
sé que tú eres muy lenta
más yo sé lo que me digo”.
“¿Lenta yo?” ha preguntado
la tortuga enfadada
“pues no existe ningún lado
en donde yo no llegara”.
“Puedo nadar por el mar
subir las cuestas muy pinas
cruzar por todos los campos
y dormir por las esquinas”.
“De eso estoy segura”
la elefanta la decía
“pues siempre estas caminando
por la noche y por el día”.
El pequeño que escuchaba
ahora ha interrumpido
“no quiero andar por la noche”
y corriendo se ha ido.
Riéndose la elefanta
a la tortuga decía
“como siempre has ayudado
si no nadie le movía”.
“Cuando quieras otra vez
que te vuelva a ayudar
no tienes más que decirlo
ya sabes dónde voy a estar”.
“Adiós”- dice la elefanta-
que de allí se marchaba
para seguir a su hijito
que muy rápido andaba.
Porque era muy miedoso
y no quería salir
por la noche a caminar
él prefería dormir.
Metido en su casita
al lado de su mamá
acostado en su camita
donde peligro no habrá.
AMOR
3. UNA NOCHE DE TORMENTA
Una noche de tormenta
una tortuga escuchaba
los truenos que a lo lejos
se oían y ella pensaba.
“Seguro que poco a poco
esta se irá acercando
y cuando llegue aquí
habrá que salir nadando”.
Alguien que la ha escuchado
enseguida preguntó
―¿Por qué pensabas tan alto?
dormidita estaba yo.
Es que no se ha dado cuenta
de que muy fuerte hablaba
nerviosa con la tormenta
y a la amiga despertaba.
Un relámpago muy grande
en ese momento vio
y metiendo la cabeza
un gran chillido lanzó.
La otra que le ha escuchado
enseguida la decía
―Así no puedo dormir
ya lo haré otro día.
Pero lo piensa un poquito
y enseguida escuchó
―Si la tormenta se acerca
de aquí me marcho yo.
―¿A dónde te vas la dice?
―La vecina que encogida
está en el caparazón
allí asustada metida.
―Ahora que aún hay tiempo
yo me voy a otro lado
me subiré a un monte
donde el agua no ha llegado.
―Espera que voy contigo
―la tortuguita decía
y sacando la cabeza
a la otra la seguía.
Y así poquito a poco
las dos iban caminando
a lo lejos se oyen truenos
que se vienen acercando.
Una roca en el camino
las tortugas encontraron
y sin pensarlo dos veces
hasta arriba la treparon.
Allí se quedan muy quietas
la gran tormenta llegó
las tortuguitas a dentro
y ninguna se mojó.
Dormir ninguna ha podido
pues mucha agua caía
y hacía mucho ruido
pero allí no llegaría.
El tiempo pasa deprisa
la tormenta ha acabado
las tortuguitas entonces
sus cabezas han sacado.
Felices están las dos
el sol ya está saliendo
el peligro ha pasado
y allí están riendo.
AMOR
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