entre reinos y seres diferentes, a diferencia de lo que hacen las explicaciones de la ciencia fragmentaria de Occidente.
En un momento de la conversación, el hombre de la compañía de seguros afirma que la destrucción de los aviones le hace pensar en la leyenda del Triángulo de las Bermudas. Los lectores blancos de Almanac pueden leer la historia de la vieja yupik como una rescritura de esa leyenda, incluyendo los “campos electromagnéticos” que (como las chispas de la piel de castor sobre el televisor de Alaska) enloquecen a los instrumentos de barcos y aviones. Pero la narradora de Almanac da una vuelta más a este círculo y dice que lo que sucede en el Triángulo tal vez sea una serie de actos de defensa de curadores aborígenes que manejan y crean campos electromagnéticos para proteger a su tierra caribeña de los Destructores, como se los llama en la novela.
El pasajero blanco compañero de vuelo de Lecha no le entiende. Hay razones para eso: el hombre de los seguros no entiende porque la cultura occidental no tiene herramientas para comprender esa historia, no consigue traducirla. Los sistemas occidentales de representación carecen de equivalentes para ese tipo de “realidades”. Por eso, las últimas palabras del hombre son las de un ciego. Como no tiene los significantes necesarios para representar ciertas ideas, el pasajero las niega, ya que prefiere traducirlas como “mentiras”: “None of that stuff is true, you know. It can all be explained”, le dice a Lecha (Nada de eso es cierto, usted ya lo sabe. Todo se puede explicar, 160). Para la visión blanca del mundo, la palabra “explained” se relaciona siempre con el pensamiento racional y científico, el único pensamiento capaz de ordenar la realidad, dentro de la cultura occidental contemporánea. Para Lecha, en cambio, la explicación es simple: en Alaska y en Bermudas, hubo y hay pueblos que ejercen el poder de la historia y la ceremonia y se defienden y sus mecanismos no siempre son los de la ciencia.
El episodio ilustra en unas pocas páginas el uso de la apropiación inversa en la lucha por la resistencia. Es una rescritura literaria de los actos de Serafina Cruz en Bélgica: es imposible obligar a una asamblea de accionistas a escuchar las razones de los collas sin el conocimiento necesario para comprar acciones con las cuales entrar a la asamblea. Las ideas que quieren transmitir los collas (no se puede lastimar y contaminar a la Tierra porque es nuestra Madre) son “mágicas” e “ilógicas” para los accionistas, que solo razonan dentro de la explicación del mundo que pone al “mercado” y al afán de lucro en la cúspide de los valores de la civilización. Por eso, Serafina Cruz y los suyos compran dos acciones: para garantizarse una voz en la asamblea (nadie puede negar a un accionista el derecho a decir algo en una asamblea general). Ahora bien, los motivos de la compra son muy distintos de los motivos de cualquier comprador de acciones en el mercado de valores, y por eso, ella viene con su traje típico, pues la presión de los medios también es funcional a su protesta. “Lecha had seen what the old Yupik woman could do with only a piece of weasel fur, a satellite weather map on a TV screen and the spirit energy of a story” (159),28 explica Silko. La enumeración de los elementos del acto de resistencia (el hechizo para derribar aviones) sostiene a ese acto como fundamentalmente mestizo: la tecnología de los satélites y la televisión son blancas pero la ceremonia es india y es la ceremonia (una ceremonia narrativa) la que tiene el poder.
La literatura como arma de lucha
En estas narraciones, las “historias” tienen un poder enorme. Si la representación puede cambiar al objeto representado, la narración tiene poder para cambiar el mundo y, por lo tanto, no es solamente diversión o belleza. Como Betonie, el Medicine Man de Ceremony, la vieja yupik teje una historia con lo que tiene a su alrededor, incluyendo la tecnología de la televisión y los satélites. Para defender lo suyo, no tiene por qué limitarse a usar solo los elementos de su propia cultura —que los blancos llamarían “primitiva”—, elementos que, por otra parte, están contaminados por la invasión cultural de los blancos. Se apropia de los elementos del enemigo para aumentar su poder.
Por otra parte, lo que se defiende aquí no es una visión del mundo cualquiera, pues se defiende una visión del mundo que podría salvar al planeta. La visión occidental del mundo es destructiva y suicida (el juez argentino Eugenio Zaffaroni afirma lo mismo en su libro La pachamama y el humano29). La existencia de actos de lucha en contra de esa visión cierra estas historias en un tono de esperanza. En estos libros y películas, los finales felices son esenciales como lo son en cualquier lucha política, ya que es imposible luchar si no se cree que es posible cambiar las cosas.30
En Almanac of the Dead, un párrafo antes del final, Silko habla de lo que creen la mayoría de las culturas indias: el planeta tiene más importancia que cualquier individuo, más importancia que la especie humana. Cuando los personajes descubren una enorme serpiente de piedra que mira al sur, el hallazgo es una señal contundente al respecto: “The snake didn’t care if people were believers or not; the work of the spirits and prophecies went on regardless. (...) humans had desecrated only themselves with the mine, not the earth. Burned and radioactive, with all humans dead, the earth would still be sacred” (A la serpiente no le importaba que la gente creyera o no; el trabajo de los espíritus y las profecías seguía adelante y para ese trabajo, no importaba (...) los seres humanos se habían profanado a sí mismos solamente con la mina, no a la tierra. Quemada y radioactiva, con todos los humanos muertos, la tierra seguiría siendo sagrada, 762).
La cita vuelve sobre lo que se defiende en la resistencia, la sacralidad de la Tierra. En Almanac, hay que luchar por el planeta y la lucha puede enfocarse de muchas formas: con apropiaciones, como hace la vieja yupik en Alaska, contando historias como Lecha o con la rebelión política directa como quiere Angelita La Escapía con su análisis indio del marxismo.31 Pero más allá de las formas de resistencia, lo cierto es que desde el punto de vista indio, aunque no hubiera un solo ser humano capaz de luchar ceremonial o políticamente, la Tierra permanecería.
Sin embargo, tal vez porque los finales esperanzados importan, en Almanac, el futuro promete más que una Tierra vacía. Cuando aparece, la serpiente de piedra está mirando al sur, de donde vendrán el pueblo, el futuro, la revolución. En los Estados Unidos, el sur es México y en la novela se nombra específicamente Chiapas. Así, unos cuantos años antes de que surgiera el movimiento zapatista, Silko nombra ya este lugar como espacio futuro de rebelión y esperanza. Como el EZL, que utiliza Internet para difundir sus mensajes al mundo, los personajes de Silko y otras autoras y autores indios consideran la apropiación inversa y la defensa contra la violencia de la traducción caminos necesarios para la salvaguarda del planeta y de las culturas que ponen esta defensa en el centro del sistema de valores de la civilización humana.
1 Una versión de este capítulo se publicó como “Technology, ‘Magic’ and Resistance in Native American Women Writing”, en Femspec, Feminine Speculation 2.2 (2001): 7-17, y más tarde en la base de datos on line Gender Watch.
2 Diario, página 12 (June, 5, 1998), Buenos Aires, Argentina. (Sí: nosotros lo llamamos “Diario”).
3 John Rowe, “Postmodernist Studies”, Redrawing the Boundaries: The Transformation of English and American Studies, ed. Stephen Greenblatt and Giles Gunn, New York: MLA Press, 1992, págs. 179-208.
4 Eric Cheyfitz, The Poetics of Imperialism: Translation and Colonization from The Tempest to Tarzan, Philadelphia: Pennsylvania University Press, 1997.
5 Louis Owens, Other Destinies: Understanding the American