julio de 1936, en la retaguardia republicana, pues, de este modo, cobran más sentido otros procesos que se pueden observar también en algunos otros análisis comprendidos en este volumen. Y del mismo modo sucede en el caso de Calzado, donde la mayor atención a los nuevos estudios regionales, provinciales y locales, además de la consideración de aspectos no tenidos en cuenta (tipos de dietas y, por tanto, la influencia en ellas de los cultivos que se realizan, extracción social de aquellos que dan testimonio de dichas dietas, la climatología, la gestión de los transportes y las comunicaciones, las acciones de resistencia de los cultivadores, la corrupción, etc.), suponen un cambio en las conclusiones en torno a la política y las acciones en torno al abastecimiento, la producción y la productividad, en este caso de la retaguardia republicana, rompiendo las argumentaciones en torno a la mayor o menor eficacia de cada una de las retaguardias. Bien oportuna es la pregunta que se hace Calzado en su texto y que reproducimos también aquí: si tan eficaces fueron los gestores franquistas durante la guerra, «¿se olvidaron de sus mecanismos cuando la guerra terminó y se conquistó la totalidad del territorio provocando miseria, hambre y corrupción generalizada hasta 1952?».17
Por ello, esa debe ser una vía fundamental para continuar los análisis del conflicto: intentar comprender y explicar desde abajo, con la interrelación de esferas, ámbitos, perspectivas y acciones, cómo y por qué se produjeron algunas cuestiones fundamentales del período. Todo ello, además, con el estudio de nuevas fuentes disponibles en archivos antes vedados o mal organizados, como los archivos militares, e incluso revalorizando, gracias a la posibilidad de contrastación que hoy existe, fuentes antes despreciadas como la Causa General o las fuentes procedentes de la justicia, tanto civil como militar. Igualmente, seguir profundizando en el conocimiento de los archivos locales, revisitándolos y analizando sus fuentes desde miradas renovadas, es también necesario para construir explicaciones que vayan más allá de lo conseguido en esta últimas y fructíferas cuatro décadas.
Resulta tremendamente complicado sintetizar el amplio abanico de temas y debates que se abren a lo largo de las páginas de este libro. Por eso, trataremos simplemente de esbozar algunas de las principales conclusiones que podemos extraer de su lectura y que nos ofrecen una radiografía (sin ninguna pretensión de que sea un estado de la cuestión exhaustivo) sobre los estudios de la Guerra Civil en la actualidad y los retos o perspectivas que, en nuestra opinión, quedan todavía por desarrollar.
En primer lugar, no puede sino resaltarse que la historia política continúa siendo el eje principal en las investigaciones sobre la Guerra Civil, si bien se han incorporado perspectivas poco abordadas hasta el momento y que son de un interés fundamental para completar la visión del conflicto. Resultan especialmente relevantes los análisis de los poderes locales que incluyen miradas novedosas, como la presencia de las mujeres en dichos poderes, las formas de abordar cuestiones como el abastecimiento, la corrupción, las influencias y redes políticas, y las continuidades –o no– entre el antes, el durante y el después de la guerra en dichos poderes, tan importantes, además, para la gestión posterior al 1 de abril de 1939.
Seguramente se echa de menos también un impacto mayor de perspectivas de una historia cultural y social de la política que abrieran el camino a la comprensión de cómo las experiencias y prácticas de muy diverso tipo en un contexto tan específico pudieron contribuir a que los individuos llegaran a construir o transformar una identidad (política o nacional, por ejemplo) que impulsara su actividad en los años del conflicto. Por otra parte, hay todavía análisis de historia política más tradicional que están por hacer. Si nos centramos en el ámbito valenciano, siguen siendo necesarios estudios sobre fuerzas políticas tan importantes como Izquierda Republicana, el PCE o el POUM, o sobre el sindicato creado por el PCE durante el conflicto, la Federación Provincial Campesina, cuya presencia fue esencial en la deriva marcada por CNT y UGT desde el golpe de estado18. Y, del mismo modo, nos falta un análisis global de la propia UGT y sus múltiples federaciones, más allá de la campesina,19 tan importantes para el desarrollo del conflicto bélico como del conflicto interno del socialismo español. También serían interesantes los análisis en profundidad de las fuerzas del valencianismo político, así como rastrear, desde el ámbito local, la evolución y deriva de las fuerzas políticas fundamentales de los sublevados, Falange y Derecha Regional Valenciana, sobre todo en aquellas comarcas donde habían tenido una gran fuerza durante el período de paz, como Horta Nord o Camp de Túria.20 Además, se hace cada vez más necesario el desarrollo de análisis sobre el funcionamiento e interacción de los diferentes niveles del Estado en territorios donde todavía no se ha profundizado en ello, como es el propio caso valenciano, así como la elaboración de biografías sobre los principales protagonistas en los ámbitos medios de la política de retaguardia.
En segundo lugar, cabe insistir en la necesidad de continuar desarrollando estudios sobre la educación y la cultura. En relación con la educación, el protagonismo debe pasar a instituciones y políticas aún abordadas con debilidad y fragmentación, sin olvidar el protagonismo de los niños en todo ello. Por resaltar únicamente una cuestión, si el Auxilio Social falangista cuenta con bastantes estudios desde su período de formación, ya en los años del conflicto bélico, debe comenzarse a caminar la senda que nos lleve a responder qué pasó con las instituciones de asistencia y beneficencia en el bando leal. Se insiste, muy oportunamente, en que los refugiados son un colectivo esencial en el devenir de dicha retaguardia, pero qué sucedió con los huérfanos –más allá de las evacuaciones y colonias escolares–, los ancianos asistidos, las instituciones existentes, sus trabajadores –muchas veces religiosos en período de paz.21 Como esta, son muchas aún las cuestiones en las que poder abundar y profundizar, como ya lo han ido haciendo otras historiografías europeas, como la italiana en torno a la Primera Guerra Mundial.22 En este caso, son esenciales análisis de la historia política de la educación23 que profundicen el carácter crítico de los análisis, más allá del factualismo, conectando estos aspectos con otros producidos en las retaguardias y que sufrieron mutaciones profundas desde julio de 1936. De hecho, en el caso de la retaguardia republicana, ayudaría a asentar explicaciones como las implementadas por Martín Ramos para lo político en este mismo volumen.
Por lo que respecta a la cultura, contamos ya con una sólida tradición de estudios sobre instituciones y producción cultural e intelectual que han puesto de manifiesto cómo los años de la guerra fueron momentos de una gran efervescencia cultural marcada, sin duda, por el conflicto y la politización. Un buen ejemplo de ello fue el Segundo Congreso Internacional de Escritores por la Defensa de la Cultura, celebrado en julio de 1937, y sobre el que se han publicado numerosos trabajos desde los años ochenta.24 También contamos con investigaciones sobre el interés de grupos o asociaciones políticas por emplear la cultura como forma de socialización política y/o arma de propaganda.25 La prensa, el cartelismo, la producción literaria, teatral o cinematográfica son ámbitos trabajados, sobre todo desde los años noventa, si bien el interés por ellos parece haberse reducido notablemente en los últimos años.26 Seguramente quedan no pocos autores, obras, géneros, etc., sobre los que todavía queda mucho por investigar, pero más necesario todavía sería renovar las perspectivas a la hora de estudiar la cultura. La introducción de nuevos objetos de estudio y metodologías o la ampliación del propio concepto de «cultura» son perspectivas que han transformado la historiografía sobre la cultura en las últimas décadas, pero parecen haber tenido un impacto limitado en los estudios sobre la Guerra Civil. Resulta muy necesario, por ejemplo, pasar de los estudios que se centran en la producción y/o en las grandes figuras