target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_97eabe10-f93e-51b9-9976-64e2dd8a8751">63 Drake, Galileo: A Very Short Introduction, p. 48.
64 Blaise Pascal, Pensees, trad. A. J. Krailsheimer (London: Penguin Classics, 1995), p. 66.
65 Tarnas, Western Mind, p. 305.
66 Shea, “Galileo and the Church” p. 125.
67 Sean Carroll, “El bosón de Higgs y más allá“, The Great Courses, http://www.thegreatcourses.com/courses/the-higgs-boson-and-beyond.html
68 Marcelo Gleiser, The Dancing Universe: From Creation Myths to the Big Bang (Hanover, Nuevo Hampshire: Dartmouth College Press, 2005), p. 52.
69 Gerhard F. Hasel y Michael G. Hasel, “The Unique Cosmology of Genesis 1 Against Ancient Near Eastern and Egyptian Parallels”, en The Genesis Creation Account and Its Reverberations in the Old Testament, ed. Gerald A. Klingbeil (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 2015), p. 15
70 David Bentley Hart, Atheist Delusions: The Christian Revolution and Its Fashionable Enemies (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 2009), p. 68.
71 Charles Singer, A Short History of Science to the Nineteenth Century (Mineola, Nueva York: Dover Publications, 1997), p. 50
72. Galilei, Dialogue, p. 131.
73 Aristotle, Metaphysics, trad. W D. Ross, en Daniel C. Stevenson, Internet Classics Archive, http://classics.mit.edu/Aristotle/metaphysics.html; t. 1, parte 1, parr. 1.
74 Stephen Dobyns, “Spiritual Chickens” Cemetery Nights (Nueva York: Viking, 1987), p. 37.
75 Citado en Shermer, Moral Arc, p. 103.
Capítulo 3
Mente y cosmos
En el Museo Hirshhorn, en Washington, DC, entré en una exhibición, un cuartito tan oscuro que una acomodadora tuvo que guiarme. La única luz que había era una pared tenuemente iluminada del lado opuesto a mi asiento. Aunque siempre apelo a la fe cuando se trata del “arte moderno”, esa fe comenzó a flaquear al estar sentado, viendo la pared. En cuestión de minutos, la pared comenzó a brillar más y, de manera fascinante, comenzó a emerger luz desde la parte baja de la pared hasta una especie de estante que estaba aproximadamente a un metro del suelo y a mitad de la sala.
Mientras estaba allí, y me preguntaba qué sería todo aquello, la acomodadora llevó a otro hombre hasta una silla, como lo había hecho conmigo. Pero ¿por qué? Había bastante luz ahora.
Luego me di cuenta: la habitación, para mi mente que se había ajustado a la luz, parecía lo suficientemente iluminada. Pero para el hombre que recién había ingresado, en su mente, la sala estaba tan oscura que necesitó de la acomodadora. En otras palabras, la realidad de la habitación era una para mí y otra para el señor.
Había solo una habitación con solo una luz. Entonces, ¿la visión sobre la sala y la luz de cuál de los dos (la mía o la suya) era la verdadera, la que correspondía de manera más precisa al ambiente inmediato a nuestro alrededor?76
Si bien podemos extraer varias cosas de esta anécdota sobre la cultura en general o el arte moderno en particular, lo que no deberíamos dejar pasar es lo que plantea sobre los límites inherentes en todos los intentos humanos por entender el mundo. No se nos ha dado acceso sin mediación a la realidad. Somos parte de la realidad que queremos investigar; estamos hechos (en los niveles más profundos) de los mismos campos cuánticos, y estamos existiendo en las mismas dimensiones en que está lo que estamos estudiando. Quizá, como el narrador de Flatland, la obra de 1884 de Edwin Abbot, nuestras mentes “han sido abiertas a visiones más elevadas de las cosas”,77 pero no podemos introducirnos a esa “visión más elevada” y mirar hacia abajo desde allí a lo que vemos aquí. O quizás esta “vista más elevada” sea otro ángulo de la misma realidad en la que ya estamos. Hablando sobre los límites inherentes en el estudio del mundo, Paul Feyerabend escribió que “no podemos descubrirlo desde adentro [...]. Necesitamos un mundo de ensueño para descubrir las características del mundo real que creemos que habitamos”.78 Podemos conocer el mundo a través de nuestras mentes, que al ser parte de la realidad que estudian están entretejidas de manera inseparable con esa realidad y, por consiguiente, son irremediablemente subjetivas al respecto.
Thomas Nagel escribió: “Pero ya que somos lo que somos, no podemos salir completamente de nosotros mismos. En cualquier cosa que hagamos, seguimos siendo subpartes del mundo con acceso limitado a la naturaleza real del resto de él y de nosotros. No hay manera de decir cuánta realidad hay detrás del alcance de la objetividad presente o futura o de cualquier otra forma de comprensión humana concebible”.79 En otras palabras, las paradojas y los límites, inevitablemente, restringirán lo que sea que podamos conocer sobre la realidad. Estas restricciones incluyen los esfuerzos científicos, que explican por qué tan a menudo la ciencia (al igual que todos los intentos humanos de llegar al conocimiento) entiende mal las cosas.
¿Perdiendo la verdad?
Y la ciencia se equivoca más a menudo de lo que la gente se da cuenta. En 2013, la revista The Economist publicó un artículo titulado: “Cómo se equivoca la ciencia”,80 una mirada franca a algunos de los secretos de la ciencia de los que no deberían estar al tanto los simples mortales.
El artículo dice: “Muchos de los hallazgos que habitan el éter académico son el resultado de experimentos mal conducidos o de análisis deficientes. Un cálculo estimativo entre los capitalistas emprendedores de la biotecnología es que la mitad de las investigaciones publicadas se basan en experimentos que no pueden repetirse. Incluso eso puede ser optimista. El año pasado, los investigadores de una compañía de biotecnología, Amgen, descubrieron que podían repetir solo seis de 53 estudios fundamentales en la investigación del cáncer. Anteriormente, un grupo en Bayer, una empresa farmacéutica, se las arregló para repetir solo un cuarto de 67 documentos importantes similares. Un científico informático destacado está preocupado porque tres cuartos de los documentos en su sub área son mentira”.81
¿Esto es lo que sucede en la ciencia, la explicación objetiva e imparcial de la realidad?82
¿Y la comprobación de solo seis de 53 estudios relevantes? ¿Cómo puede ser eso? La repetición, o replicación, de los experimentos es la base de la verificación científica. Alguien hace algún reclamo sobre los resultados en un experimento o un estudio, y ¿qué mejor manera de verificar los