Barbara E. Mundy

El Códice mendocino: nuevas perspectivas


Скачать книгу

cumplió la misma función, como una hoja de guarda al final del Códice mendocino (que ahora sirve como un espacio en blanco que separa el Códice mendocino de la segunda parte del volumen). Originalmente, estaba colocada más profundamente en la costura, con una lengüeta bastante amplia que, tal vez, estaba plegada alrededor o dentro del Cuadernillo VIII; el área de su antiguo pliegue contiene trazas de decoloración que podrían indicar que en algún momento estuvo alineada en la parte externa con un pliegue de papel de reparación, aunque ahora no queda nada de esto.

      Gráfico 17. Cuadernillo VIII [cont.]

      Llama la atención que la firma del cuadernillo del siglo XVII, propiamente “8” en la secuencia, no es visible en la parte superior derecha del folio 66r (hay un posible borrado en lo que sería el mismo lugar, pero la luz ultravioleta no muestra nada). Su ausencia —o posterior borrado, si alguna vez estuvo presente— podría implicar que en ese sistema estas hojas finales fueron consideradas como parte del cuadernillo anterior (Cuadernillo VII). De ser así, esto podría sugerir que el encuadernador del siglo XVII se las habría ingeniado para poner estas hojas juntas, a fin de elaborar un cuadernillo grande con los folios 56-65 + 66-71 + ¿72? Dada la artificialidad de tal estructura (no se intentó un gráfico), esto podría ser posible incluso con dos conjuntos de hilos, tal como se muestra ahora entre los folios 60-61 y 67-68. Sin embargo, es peligroso confiar demasiado en evidencia negativa de una firma de cuadernillo faltante.

      Estructura original del Cuadernillo VIII, reconstrucción hipotética

      La dirección de los lados de molde y fieltro muestra que ninguna de las cinco hojas desde la 66 a la 70 podrían haber estado unidas unas con otras, y sugiere que el cuadernillo VIII se parecía a los cuadernillos anteriores en su estructura original (es decir, originalmente pudo ser un cuadernillo de diez hojas, con los folios 66-70 como primeras cinco hojas, todas con sus recto como lados de “molde”). El sistema anterior de firmas de cuadernillo muestra el signo en forma de “7” como de costumbre, en el centro superior del folio 66r (esta vez sin la posterior firma del cuadernillo, tal como se explicó anteriormente). La última hoja original, folio 71 (lado “molde” en verso), vuelve a introducir una marca de agua de Peregrino (patrón D), pero en otra subvariedad. La única hoja con la que es absolutamente probable que la 71 haya estado unida es el folio 70, aunque hay algunas diferencias en la textura (tal vez debido a los daños posteriores).

      Gráfico 18. Estructura original del Cuadernillo VIII, reconstrucción hipotética

      Parte 2 (folios 73-85)

      Tablas monetarias y guardas inferiores

      Las tablas ilustran el valor comparativo de los patrones monetarios romanos y griegos contra sus equivalentes ingleses y franceses de finales del siglo XVI. Los títulos están en inglés, y en la primera tabla se menciona plata inglesa de 1563 (folios 73v-74r).

      Cada una de las nueve tablas fue escrita en una hoja grande individual (las seis primeras están numeradas del 1 al 6 en tinta antigua en la esquina inferior derecha). Las tablas fueron dobladas y pegadas juntas, como se muestra abajo, para formar un folleto tosco dentro de un pliegue estrecho del pergamino. Una nota sobre las tablas, en un bifolio más pequeño (folios 83-84, sin marca de agua), se mantuvo con ellas: John Greaves pregunta si, en vista de sus errores, las tablas eran realmente las de Sir Thomas Smith elogiadas en Elizabeth de Camden.

      Gráfico 19. Tablas monetarias y guardas inferiores

      Códice mendocino: Resumen de reconstrucción de la historia de encuadernación

      Primera etapa (década de 1540-¿1560?)

      Jerónimo López informó haber visto un volumen “con tapas de pergamino”, de forma similar y tal vez identificable con el Códice mendocino, en el hogar del maestro-pintor indígena Francisco Gualpuyogualcal, hacia 1541 (Nicholson 1992, 1:1-2). Sin embargo, la identificación de ese libro con el Códice mendocino está en discusión. El propio códice no ofrece ninguna evidencia física de la existencia de una encuadernación en, más o menos, las primeras tres décadas de su existencia (antes e inmediatamente después de su travesía desde México a Francia), pero en cambio puede llegar a contener algunas pistas positivas para su supervivencia en un estado de desencuadernación.

      Las alteraciones en la estructura de compaginación —el reemplazo aparente de la “portada” en el folio 2 y las cancelaciones de las hojas en los finales de los Cuadernillos VI (después del final de la sección 2 en el folio 55) y VIII (después del final de la sección 3 folio 71)— pueden ser explicadas como parte integral de la creación del libro y no necesariamente implican accidentes o pérdidas posteriores. Sin embargo, otra pista sobre el estado inicial del manuscrito puede hallarse en los toscos pliegues que todavía son visibles, especialmente en las dos primeras secciones, aunque podrían estar presentes desde el principio hasta el final (hasta el folio 71). Estos indican que en algún momento de su historia las hojas del Códice mendocino fueron toscamente dobladas dos veces, quizá primero verticalmente y después horizontalmente, a un cuarto de su tamaño. El carácter y las ubicaciones similares de los pliegues parecen indicar que el manuscrito fue plegado todo junto, o al menos un par de cuadernillos a la vez. Dicho plegado solo pudo haber sido posible si el manuscrito hubiera estado o bien desencuadernado o, a lo sumo, cubierto solamente con una capa de pergamino blando.

      La examinación con lupa de los pliegues indica que se realizaron después de la pintura y la escritura: no hay signos de alteraciones en el flujo de tinta o de pintura que hubieran sido inevitables si el pincel o la pluma se hubieran aplicado sobre pliegues ya presentes en la hoja en blanco. Del mismo modo, no parece haber pliegues equivalentes en las guardas frontales (contraguarda y folios i-ii): estas muestran pliegues verticales que, sin embargo, no coinciden con los del bloque de texto principal, y sus ligeros toques de hendiduras horizontales parecen producto de una sedimentación suave contra el bloque de texto, en lugar de los efectos directos del plegado. La hoja de guarda temprana al final (folio 72) muestra aun menos signos de plegado, excepto quizás marcas de “simpatía” muy ligeras. Estas observaciones indican que el bloque de texto había sido doblado antes de que estas hojas finales fueran colocadas.

      La evidencia de los pliegues puede ser considerada junto con la observación adicional de que las páginas fuera del bloque de texto del Códice mendocino, los folios 1r y 71v, son más marrones que las páginas interiores del manuscrito. Dicha decoloración se explica, naturalmente, debido a la ausencia de una cubierta o de cualquier otro tipo de hojas finales por un periodo considerable, es decir, sin ni siquiera una cubierta de pergamino blanda. Por lo tanto, en conclusión, parecería que el Códice mendocino sobrevivió desencuadernado durante un periodo de su historia temprana, y durante ese tiempo fue doblado bruscamente dos veces para formar un paquete pequeño. ¿Tal vez durante una incursión pirata?

      Segunda etapa: Francia, entre 1553 (¿después de 1568?) y 1587

      Durante la época en que el manuscrito estuvo en manos de André Thevet (entre 1553 y 1587), fue o bien encuadernado por primera vez o reencuadernado, con nuevas guardas de papel probablemente francés en ambos extremos (contraguarda superior, folios i-ii, 72). Los paralelismos entre la marca de agua principal de las hojas finales (patrón G) y las marcas de agua francesas de la década de 1570, junto con el aparente retraso de la firma de Thevet en la que ahora es la contraguarda superior, pueden indicar que lo reencuadernó más bien hacia el final del periodo en que lo tuvo en sus manos, tal vez después de 1568/1569, cuando asumió el título de Cosmographe du Roi. La fecha de 1571, inscrita en escritura en espejo en la última página del Códice mendocino (folio 71v), también puede ser relevante, aunque el resto de la misma está demasiado tachada para ser legible. Esta encuadernación debe haber sido fechada antes de la travesía a Inglaterra en 1587, ya que la inscripción que llevaba esa fecha está escrita en el folio ii verso. El primer sistema de firmas en el cuadernillo en forma de “7” probablemente pertenece a la época en que se realizó esta encuadernación.