Juan Carlos Martín Jiménez

La fuerza está en tu interior


Скачать книгу

que ya tienes.

      RECUERDA

      «No dejes que nada ni nadie te aparte jamás de tus objetivos. Son tuyos. Es lo que has elegido para tu vida y si luchas por ellos llegarán a ti más tarde o más temprano, pero nunca te rindas ni tires la toalla. Si realmente estás convencido de llegar a esa meta, la cruzarás»

      En esa etapa de mi vida estaba en plena búsqueda de mi verdadero YO, más perdido que un pulpo en un garaje, desubicado, sin encontrarme y, lo que es peor, sin saber ni qué hacer ni por dónde empezar a cambiar. Imagino que también has tenido esas sensaciones, incluso puede que las tengas ahora. Ni te preocupes. Es un proceso lógico y natural que hay que pasar, hasta llegar a esa meta final: tu YO. Pero insisto, eso no se consigue de hoy para mañana. Requiere mucho trabajo interior y, sobre todo, mucho tiempo de estar a solas con uno mismo, y de ir avanzando poco a poco, sin retroceder ni para tomar impulso. Lo importante es que tengas el convencimiento de que quieres cambiar.

      ¿Estás preparado para analizar cómo eres y trabajar para conseguir cómo quieres ser realmente? ¡Pues empecemos!

      Aquí te doy las claves que a mí me funcionaron para ir dando esos primeros pasos del cambio interior, en los que al menos supe quién y cómo era. Es el principio del camino y, como dice un proverbio hindú: «La más larga caminata comienza con un paso». Y así empecé:

      -Es un proceso que has de hacer solo contigo, porque quien va a cambiar eres tú, no tu entorno.

      Yo buscaba esa soledad en mi rincón favorito de Madrid, el Templo de Debod, donde me sentaba con mi cuaderno y un bolígrafo y definía mis objetivos. O en la tranquilidad y la paz de la noche, cuando todo está en silencio y los pensamientos fluyen sin interrupciones, en un diálogo interior intenso y muy profundo.

      Ahora, identifica ese lugar mágico en el que te encuentras contigo mismo y escribe dónde es:

      -Escribe en este mismo libro cómo eres, de qué rasgos jamás prescindirías y cuáles te gustaría cambiar o no los tienes y te gustaría tener. Escribir te da el poder de dejar patente de tu puño y letra lo que quieres, lo que sientes, lo que te gustaría, desde la sinceridad más absoluta contigo mismo.

      Yo tengo escritos de aquella época de mi vida, reflejando mis sensaciones, mis temores, mis inquietudes, mis amarguras… Todo lo escribía y me aliviaba mucho sacarlo fuera de mi interior. Si lo dejas ahí dentro, sin exteriorizarlo, se genera una bola cada vez más grande que acaba por asfixiarte, repercutiendo incluso en tu salud.

      -Escribe y enfócate en lo que realmente no te gusta de ti y repítele a tu mente que lo quieres cambiar, que lo vas a cambiar. Convierte esa repetición y ese deseo de cambiar en un hábito, hasta que se interiorice y poco a poco irán llegando los cambios.

      Yo era una persona muy tímida y sabía que un periodista tímido es como un espía sordo, así que sabía que eso lo tenía que cambiar sí o sí. Y fui dando pasos para ser más extrovertido, menos reservado. No fue de la noche a la mañana, pero sí empecé a hablar más con los demás, a abrirme, a preguntar en clase, a hacer una entrevista por teléfono… cosas que antes me daban verdadero pavor y que fui asimilando en mi interior y convirtiendo en un hábito, hasta derrotar definitivamente a esa timidez.

      -Haz algún tipo de deporte: corre, nada, monta en bicicleta, juega al pádel, camina, haz yoga… o alguna actividad o afición que te relaje, que te guste y que además te aporte paz y equilibrio interior: pintar, escribir, ir al cine, cocinar, ir a museos…

      Yo descubrí el atletismo a los 17 años. Como jugaba mucho al fútbol, pensé que aquello era pan comido: el primer día que corrí en la Dehesa de la Villa, allá por enero de 1985, aguanté dos minutos, qué frustración y qué lección de vida. Hoy ya he corrido cuatro maratones, muchos medios maratones y carreras de 10 kilómetros. Todo tiene un inicio, duro, que se hace cuesta arriba, pero sin cejar nunca en el empeño llegan los resultados.

      La búsqueda de mi YO había comenzado, sin ayuda de nadie y sin tener referencias de qué hacer y cómo hacerlo, aunque una cosa tenía clara: iba a cambiar, costase lo que costase.

      Es muy importante que si te estás planteando cambiar algo en ti, primero lo asimiles, luego empieces a trabajar en ello de forma constante y enfocándote en aquello que quieres ser. Seguro que la vida te va poniendo zancadillas para que decaigas y no avances, incluso para que desistas en el intento. No la hagas caso, cada obstáculo que superas te acerca más y más a tu objetivo.

      En mi caso, la vida no me puso una simple zancadilla, me mandó un auténtico tsunami, en pleno proceso de cambio: la muerte de mi padre, cuando yo tenía 23 años. Seguro que a ti también te ha pasado, en algún momento de tu vida: perder a un ser querido y preguntarte: «¿Cómo me voy a recuperar de esto? Es imposible. No lo superaré nunca». Y escuchar de algunas personas de tu entorno la famosa frase de «la vida sigue» o peor aún, «estoy contigo para lo que necesites», que es cuando mucha gente acaba esfumándose. Estas sacudidas son auténticas lecciones de aprendizaje, porque todo tu interior se tambalea y todo ha de recolocarse de nuevo. Es cuestión de tiempo. Como dice una canción de «El Último de la Fila», «no es que el tiempo lo cure todo, pero puede ayudar». Yo estuve dos años sin rumbo, en el pozo más negro y profundo en el que haya estado jamás. Lógicamente, sin ganas de cambiar nada, vegetando por la vida…

      Y entonces apareció un libro de autoayuda que me hizo reaccionar, «Usted puede sanar su vida» de Louise L. Hay. Todavía recuerdo algunas frases de aquel libro, que me ayudaron mucho, que me hicieron reflexionar: «El amor a nosotros mismos comienza por no criticarnos jamás por nada» o «Aquello en que se fija la atención es lo que crece y se consolida» y «Apártese de lo negativo para fijarse en aquello que realmente quiere ser o tener». Fue aire fresco para mi vida. Te invito a leer este tipo de frases, cuando busques una fuente de energía; o a escuchar esa canción que tanto te aporta, y también a llorar, a sacar fuera de ti ese dolor y a comprender que ese ser querido no se ha marchado, sí físicamente, pero permanecerá en tu corazón para siempre, ayudándote, formando parte de ti. Cuanto antes asumas y asimiles que el pasado no vuelve, que anclarse en el pasado significa no vivir el presente ni construir tu futuro, antes podrás seguir tu camino, liberado y en paz. Te lo dice quien ha visto morir tanto a su padre como a su madre. ¿Hay algo más duro que esas imágenes que me van a acompañar toda mi vida? ¿Cómo lo he superado? Sabiendo que ambos están en el centro de mi corazón, dándome fuerzas cada día para que jamás me falten y mirando hacia delante, consciente de que nunca estaré solo.

      RECUERDA

      «Cuanto antes asumas y asimiles que el pasado no vuelve, que anclarse en el pasado significa no vivir el presente ni construir tu futuro, antes podrás seguir tu camino, liberado y en paz»

      Y así sucede también cuando se rompe una pareja, una amistad… son golpes duros que nos da la vida, pero para superar trances así hay un remedio infalible: si esas personas se marchan de tu vida es porque no tenían que formar parte de ella. Así de simple. Déjalas marchar y quédate en paz. Quienes realmente tengan que formar parte de tu vida, irán llegando y se quedarán para siempre; las demás te habrán aportado algo, será un aprendizaje, serán caminos que un día se juntaron por algo y que se separaron por alguna otra razón. Nada sucede por casualidad. Como tampoco fue una casualidad que ese libro de Louise L. Hay llegase a mi vida en el momento oportuno, cuando jamás había leído un libro de autoayuda.

      Y fue ahí donde me situé en la línea de salida hacia mi interiorización, mirando al horizonte con ilusión, esperanza y también con respeto hacia lo que podría descubrir. Pero sin miedo y sin dudas. El miedo paraliza y no te deja avanzar. Además, el miedo lo generamos nosotros mismos y lo maravilloso de esto es que igual que lo creamos podemos destruirlo, para que no nos haga quedarnos en nuestra zona de confort sin hacer nada, sin tomar decisiones, sin ser valientes, porque cuando se está dispuesto a cambiar, lo que quieres y deseas está al otro lado del miedo, y ese miedo se puede superar bloqueándolo en la mente, que es donde lo has generado y muchas veces hasta alimentado, y avanzando con el corazón. Así que levanté la cabeza y