F. J. Medina

La balada del marionetista II


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      Harod y Téondil se ven envueltos en una inesperada misión tras su desconcertante encuentro con Xáinvier: hacer llegar una importante misiva al líder de los airins. Se adentrarán en ese misterioso y desconocido lugar sin ser conscientes del gran y terrorífico poder que envuelve la carta y con la que sienten, abrumados, que el destino del mundo está en sus manos. Mientras Lékar comienza a dudar de su papel en el asedio tras las rencillas que surgen con la llegada de los reyes, en el interior de Álanor, Iva tendrá que lidiar con el dolor del desprecio, las mentiras y las ocultaciones de su fragmentada familia. En Wahl, la Sombra ha colocado a Kréinhod ante una inquietante encrucijada, pues su repentina marcha por resolver ese misterio le lleva a un destino tan incierto como a su reino, el cual queda sumido en una sucesión de extraños enfrentamientos, traiciones y muertes.

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      © del texto: F. J. Medina

      © diseño de cubierta: Equipo Mirahadas

      © corrección del texto: Equipo Mirahadas

      © de esta edición:

      Editorial Mirahadas, 2021

      Avda. San Francisco Javier, 9, P 6ª, 24 Edificio SEVILLA 2,

      41018, Sevilla

      Tlfns: 912.665.684

       [email protected]

       www.mirahadas.com

      Producción del ePub: booqlab

      Primera edición: septiembre, 2021

      ISBN: 978-84-18996-83-2

      «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o scanear algún fragmento de esta obra»

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      Índice

       Capítulo 1. El río Ímara

       Capítulo 2. Álanor

       Capítulo 3. En las nubes

       Capítulo 4. Ethernia

       Capítulo 5. Wahl

       Capítulo 6. Álanor

       Capítulo 7. Ethernia

       Capítulo 8. Ilien

       Capítulo 9. Ethernia

       Capítulo 10. Thandroll

       Capítulo 11. El valle de los unicornios

       Capítulo 12. Wahl

       Capítulo 13. Álanor

       Capítulo 14. Álanor

       Capítulo 15. El valle de los unicornios

       Capítulo 16. Álanor

       Capítulo 17. El valle de los unicornios

       Capítulo 18. Wahl

       Capítulo 19. Thandroll

       Capítulo 20. El valle de los unicornios

       Capítulo 21. Álanor

       Capítulo 22. Álanor

       Capítulo 23. Wahl

       Capítulo 24. El valle de los unicornios

       Capítulo 25. Thandroll

       Capítulo 26. Álanor

       Capítulo 27. Wahl

       Capítulo 28. Khällas

       Capítulo 29. Greyworld

      Capítulo 1

      El río Ímara

      «Sí, quiero salvarlo». Las palabras con las que selló el pacto con aquel tipo brotaban de vez en cuando en su cabeza, torpedeándole como si su mente quisiera avisarle de que se había equivocado y aún estaba a tiempo de dar media vuelta y regresar a casa. Pero no podía, y no por un motivo, sino por dos. Era un Thunderlam, por lo que su palabra valía más que la de cualquiera, y si la había dado como firma en un contrato verbal, debía respetarla. Y pensaba hacerlo. Faltar a ella no se le pasaba por la cabeza. Además, el encargo tampoco parecía difícil ni excesivamente peligroso, sobre todo teniendo de su parte a un mago y una elfa. El otro motivo era Téondil… «Ethernia está al sur, tal vez le guste. Si no, podría ir a Harrezión, que está al lado».

      En Haivind habían oído rumores acerca de un asalto a la fortaleza de Valiar, el cual además habría tenido éxito por parte del ejército de Khormonh. «Y las Estrelladas, pero también un ejército de bestias y brujos negros…». Harod sabía que eso solo podían ser habladurías, que era imposible que facciones así se unieran y que además tuvieran éxito en tamaña empresa. Valiar no podía caer, era imposible. «Y Kronh los habría auxiliado, como siempre ha hecho». Eso le habían enseñado en la escuela, en las lecciones de historia, pero también en las de estrategia militar.

      Tras abandonar la ciudad de los ladrones y asesinos por la mañana, cabalgaban a trote suave hacia Bollvos, un poblado en el que tenían previsto coger una barcaza para surcar el Ímara hasta Saha. Quedaba poco para la puesta de sol, rojiza y anaranjada sobre la árida y despejada tierra por la que deambulaban. Las pequeñas montañas que veían al fondo eran su guía, puesto