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BETTY
SENSIBLES A LAS LETRAS, 78
Título original: Betty
Primera edición en Hoja de Lata: enero del 2022
© Tiffany McDaniel, 2020
This translation published by arrangement with Alfred A. Knopf, an imprint of The Knopf Doubleday Group, a division of Penguin Random House, LLC.
© de la traducción: Ignacio Gómez Calvo
© de la imagen de la portada: Eiko Ojala
© de la fotografía de la solapa: Jennifer McDaniel
© de la presente edición: Hoja de Lata Editorial S. L., 2022
Hoja de Lata Editorial S. L.
Avda. Galicia, 21, 4.º E, 33212 Xixón, Asturies [España]
[email protected] / www.hojadelata.net
Diseño: Eduardo Carruébano
Diseño de la colección: Trabayadores culturales Glayíu
Corrección de pruebas: Olaya González Dopazo
ISBN: 978-84-18918-24-7
Producción del ePub: booqlab
La traducción de este libro se rige por el contrato tipo propuesto por ACE Traductores.
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Mi madre, Betty, nació el 12 de febrero de 1954 en Ozark, Arkansas. Era hija de una mujer arrebatadora como un sueño y de un hombre cheroqui que elaboraba licor casero y creaba sus propios mitos. Miembro de una familia de doce hermanos, mi madre se hizo mujer en las estribaciones de los Apalaches de Ohio. Este libro tiene algo de baile, algo de canción y algo de luz de luna. Pero sobre todo esta historia es por siempre jamás la historia de la Pequeña India.
Te quiero, mamá. Este libro es para ti y toda tu magia ancestral.
ÍNDICE
PRIMERA PARTE. Yo soy. 1909-1961
SEGUNDA PARTE. Rey de reyes. 1961-1963
TERCERA PARTE. Luz del mundo. 1964-1966
CUARTA PARTE. Semilla de mujer. 1967-1969
QUINTA PARTE. Cuerno de salvación. 1971-1973
MI HOGAR ROTO
Dame una pared,
y te daré una brecha.
Dame una ventana,
y te daré una raja.
Dame agua,
y te daré sangre.
BETTY
NOTA DE LA AUTORA
Esta novela transcurre en las estribaciones de los Apalaches del sur de Ohio. Se trata de un lugar en el que se crían familias y las personas se labran su propio camino. El sur de Ohio posee sus tradiciones, su cultura y su historia, así como un acento y un dialecto característicos. Tengo el honor de poder decir que esa región es mi hogar. Espero que, después de leer esta novela, ames esa parte de Ohio tanto como yo.
También espero que disfrutes de esta historia inspirada en varias generaciones de mi familia. Concretamente, en la fuerza de mi madre y de las mujeres que la precedieron. Ellas supieron afirmar su poder ante las circunstancias adversas. Ha sido para mí un honor narrar esa historia.
PRÓLOGO
Doy gracias a mi Dios cada vez que os recuerdo.
Filipenses 1, 3
Todavía soy una niña, no más alta que la escopeta de mi padre. Papá me pide que la lleve afuera, adonde él está apoyado en el capó del coche. Coge la escopeta de mis manos y la coloca sobre su regazo. Cuando me siento a su lado, noto el calor estival que desprende su piel como si fuese un tejado de chapa un día tórrido.
Me da igual que las pepitas de tomate que le quedaron en la barbilla merendando en el huerto le caigan a mi brazo. Las pepitas se pegan a mi piel y sobresalen como el braille de una página.
—Tengo el corazón de cristal —dice él mientras empieza a liar un cigarrillo—. Tengo el corazón de cristal, y si alguna vez te pierdo, Betty, se romperá. El dolor será tan grande que ni toda la eternidad bastaría para curarlo.
Meto la mano en la petaca de tabaco y froto las hojas secas, palpando cada una como si fuera un animal vivo que se moviese de la punta de un dedo a otro.
—¿Cómo es un corazón de cristal, papá? —pregunto, porque me da la impresión de que todo lo que yo pueda imaginar no estará a la altura de la respuesta.
—Un trozo de cristal hueco con forma de corazón.
Su voz parece elevarse por encima de las colinas que nos rodean.
—¿El cristal es de color rojo, papá?
—Rojo como el vestido que llevas, Betty.
—Pero ¿cómo puedes tener dentro un trozo de cristal?
—Está colgado de una cuerdecita. Dentro del cristal está el pájaro que Dios cazó en el cielo.
—¿Por qué metió un pájaro ahí dentro? —quiero saber.
—Para que siempre tengamos en nuestros corazones un trocito de cielo. A mí me parece el sitio más seguro para guardar un trocito de cielo.
—¿Qué tipo de pájaro es, papá?
—Bueno, Pequeña India —dice él, rascando la cerilla contra la cinta de papel de lija de su sombrero de ala ancha para encender el cigarrillo—. Creo que debe de ser un pájaro reluciente y que debe de brillarle todo el cuerpo como si tuviese pequeños fuegos, como los chapines de rubíes de Dorothy en esa película.
—¿Qué película?
—El mago de Oz. ¿Te acuerdas de Totó?
Mi padre ladra y termina con un largo aullido.
—¿El perrito negro?
—Ese. —Apoya mi cabeza contra su pecho—. ¿Lo oyes? Porom, pom. ¿Sabes qué es ese sonido? Porom, pom, pom.
—Son los latidos de tu corazón.
—Es el ruido que hace el pajarito con las alas.
—¿El pájaro? —Pongo la mano en mi pecho—. ¿Qué le pasa al pájaro, papá?
—¿Te refieres a cuando nos morimos?
Me mira entornando los ojos como si mi cara se hubiese