Lorena Galeano

Interacción tras el volante de los conductores de taxi en Bogotá:


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en un nivel simbólico.

      Cabe agregar que los conductores no solo construyen conversaciones con sus clientes porque estos se lleven un significado positivo de su servicio. En palabras de Luis: “Para que la carrera sea chévere”. Por medio de la conversación con los pasajeros, los conductores transforman los significados negativos que hay sobre el servicio que estos prestan en Bogotá. Entonces, la acción de permanecer en silencio guarda varios significados: el de la incomodidad, el temor y la distancia entre conductor y pasajero, según indicó Luis. “A los taxistas nos hacen mala fama y muchas personas creen que somos malos. La gente es prevenida con uno, hasta se pueden hacer los locos con los celulares para evitar hablar con uno; eso solo lo sabe el pasajero”.

      La mala fama mencionada por Luis se relaciona con los significados que se han creado sobre los conductores de taxi, pues a través de los encuentros entre individuos que han usado el servicio se mantienen o modifican algunos de estos significados. Un ejemplo de estos significados es inseguridad, dado que los usuarios del servicio no tienen garantías de que los conductores no les van a generar algún daño. Esta percepción está asociada a dinámicas del trabajo de conducir taxi como la poca regulación que las entidades de movilidad distrital ejercen sobre el ingreso de conductores a esta labor.

      La reproducción de los significados negativos se ha dado, en gran medida, a través de la opinión pública. Según Blumer (1969), la formación de la opinión pública se produce mayoritariamente por medio la interacción de los grupos, como una función de una sociedad en operación. En consecuencia, algunos conductores como Luis prefieren que los pasajeros sean los que inician las conversaciones, pues reconocen que su trabajo es un objeto cargado de ciertos significados que la sociedad ha construido, mantenido o modificado mediante interacciones y experiencias durante los recorridos que tienen en los taxis de Bogotá.

      Con todo, hay conductores de taxi que consideran que parte de su oficio es hablar con los pasajeros y escucharlos. Tal es el caso de Marco, conductor mencionado anteriormente, que en la mayoría de los recorridos inicia la conversación: “[Yo] les pongo tema a los pasajeros, trato de hablarles, porque no ve que a uno le da sueño y para que sea más amable el viaje. […] también les hablo para conocerlos. Cuando se sube un cliente, yo siempre le pregunto que por cuál ruta quiere ir; porque después dicen que uno los quiere llevar por la más larga para cobrarles más”.

      Aunque el significado que lleva a Marco a conversar es hacer el viaje más ameno por medio de la interacción, la conversación que establece con el pasajero también es un recurso que usa para hacerle un perfil y construir otras acciones que satisfagan al usuario. “Uno crea perfiles de los pasajeros […] por ejemplo, si es un ejecutivo, le va a gustar la música clásica; entonces, no le voy a poner otra música. Otros me dicen, ‘me pone La W; me gusta escuchar esa emisora’”. Marco ha creado significados sobre los cuerpos de los demás. Un cuerpo vestido de manera formal —que solicita el servicio de taxi en una zona específica de la ciudad— es interpretado por los conductores como ejecutivos o administrativos. En cambio, los cuerpos cuya vestimenta es más deportiva o menos formal, ubicados en una zona catalogada por los conductores como popular, serán interpretados de una manera diferente.

      De esta manera, se evidencia que el modo en el que los conductores de taxi se dirigen a los pasajeros está guiado por los significados que tienen de la ropa. No obstante, es a partir del encuentro que el conductor tiene con el pasajero dentro del taxi que el primero crea un significado sobre el segundo. Eso sí, este significado se modificará a través de los procesos de interpretación. En palabras textuales de Marco: “Hablarles [a los pasajeros] es sinónimo de conocer al cliente. Porque si sube aquí [refiriéndose al taxi] un pasajero diciendo ‘quiubo perrito, me lleva a tal lado’, uno dice, ‘uy, me equivoque’”.

      A partir de lo expresado por los conductores, pudimos identificar que una de las principales acciones de su trabajo, y por medio de la cual le dan significado, es relacionarse con los pasajeros a través del acto del habla. De ahí que algunos conductores se llamen a sí mismos psicólogos, consejeros o hasta “doctores corazón” como nos confesó Hernando, conductor de taxi, desde hace quince años, e ingeniero mecánico. Él acostumbra a conseguir pasajeros en la terminal de transportes (Hernando, conductor de taxi, 27 de diciembre de 2016, 5:00 p. m., playa de la terminal de transporte). Entonces, conducir taxi significa, en muchos casos, ser oyente y consejero del pasajero.

      Además, los conductores no solo escuchan a los pasajeros; la interpretación que hacen de lo que escuchan los lleva a responder con anécdotas o historias que ellos han vivido. Así, la conversación no se centra en un solo agente social. A cada una de las interpretaciones que los agentes le dan al relato le corresponde una respuesta. De este modo, la intervención de ambos se hace necesaria: la del trabajador y la del cliente. Por tanto, el pasajero —en medio de la interacción que tiene con el conductor— también debe interpretarse a sí mismo como oyente para construir un significado tanto del servicio prestado como del conductor.

      Con lo anterior, se esclarecen dos de las características principales que De la Garza (2013) explicó acerca del trabajo no clásico. La primera consiste en que el trabajo de conductor de taxi implica una producción simbólica, la cual se genera por medio de la interacción. En palabras De la Garza: “El componente simbólico del producto […] puede predominar sobre las objetivaciones físicas de los productos. Los productos simbólicos pueden ser objetivados o subjetivados. Pero en ambos casos el núcleo de la actividad de trabajar se realiza en la conciencia del trabajador y no manualmente” (p. 30). En la segunda, el cliente aparece como un actor que participa en la producción; esto lo hace por medio de un canal de comunicación entre consumidor y productor: el que Lazzarato (2001) identifica como eje de los trabajos inmateriales.

      Finalmente, analizaremos el momento que cierra la interacción simbólica que se da entre pasajero y conductor, la cual está marcada por dos acciones: el pago por el servicio prestado y la despedida. El primero se fija a partir de la cantidad de unidades marcadas por el taxímetro durante el tiempo del recorrido. Según los datos recolectados, los usuarios suelen preguntar por el valor a pagar antes de que el conductor lo mencione. Así, encontramos que pagar por el servicio prestado es también una interacción que tiene el conductor de taxi con su clientela, tal como lo establece Davis (1959) en su texto The Cabdriver and His Fare: Facets of a Fleeting Relationship.

      Cuando el conductor recibe el dinero por el servicio, este pago se vuelve una acción que comparte un mismo significado tanto para el pasajero como para el conductor: la retribución por el servicio que se prestó. Es decir, el pago porta el significado de que el usuario —ante la acción de ser transportado a su lugar de destino— retribuirá al conductor por medio de dinero. Si bien la acción de pagar posee un significado común entre pasajero y conductor, hay ocasiones en que no se realiza el pago, según comentaron algunos conductores de taxi.

      Ese fue el caso de José, hombre de 52 años y conductor de taxi por más de 10 —es propietario de un taxi vinculado a la empresa Taxis Verdes S. A. S.—. Él relató que, en algunos trayectos, no recibió el pago por prestar el servicio de taxi. Nos contó que cuando inició en este oficio, “muchos pasajeros se subían y, cuando llegaba al destino, me decían: ‘señor, me robaron la billetera’. O, una señora se bajó en un semáforo sin pagar, y pues ¿yo qué hago? no me voy a bajar a pelearles, pegarles o perseguirlas” (José, conductor de taxi, 2 de marzo de 2016, 11:00 a. m., empresa Taxis Verdes S. A. S.). No recibir el pago por el servicio prestado es una de las situaciones con la que los conductores deben lidiar en su labor.

      En algunos de los recorridos que presenciamos, los pasajeros se despidieron y agradecieron, mientras que, en otros, solo se despidieron sin dar las gracias, pero mostraron una buena actitud hacia el servicio. Estas acciones están influenciadas por los significados que el pasajero definió sobre el servicio de taxi que el conductor le prestó.

      El pago y el recorrido son relaciones sociales que un conductor de taxi tiene con su clientela (Davis, 1959; p. 158). Por eso, el conductor se dirige al pasajero como su cliente; y busca, además, ofrecerle un servicio que sea interpretado de manera positiva. De ahí que el canal comunicativo que establecen en el recorrido sea importante,