Melanie Ayelen Bais

Sentate, tenemos que hablar


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      YASI MELANIEL

      Sentate, tenemos que hablar

      Yasi Melaniel

       Sentate, tenemos que hablar / Yasi Melaniel. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

      Libro digital, EPUB

      Archivo Digital: descarga y online

      ISBN 978-987-87-2366-2

      1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.

       CDD A863

      EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

      www.autoresdeargentina.com [email protected]

      Índice

      1  PERSONAJES

      2  PRIMER ACTO

      3  SEGUNDO ACTO

      4  TERCER ACTO

      5  CUARTO ACTO

      6  EPÍLOGO

      Landmarks

      1 Table of Contents

      Quiero agradecer a quienes siempre están ahí:

      mi familia incondicional, mis amigas y mi amigo.

       Profesoras que elogiaron esta obra,

      lo que me hizo dar valor para publicarla.

       Compañeros del profesorado que dedicaron su tiempo a leerla.

       Algo más: este guion lo escribí en 2013,

      desde entonces lo fui corrigiendo y, ahora me animo a compartirlo..

       Espero que la disfruten tanto leyéndola como yo al escribirla.

      “Y después de hacer todo lo que hacen,

       se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman,

       se peinan, se visten, y así progresivamente van

       volviendo a ser lo que no son”.

      Amor 77. Cortázar, Julio.

      MARIANO: (36) Ejecutivo en finanzas, jefe de familia tipo. Es obsesivo con el orden.

      CARLOS: (29) Joven trabajador de clase media. Vive en Mar del Plata.

      DAMIÁN: (16) Estudiante de secundaria. Adolescente ejemplar en su conducta.

      LARA: (19) Joven estudiante universitaria. Hija rebelde y hermana leal.

      CARINA: (38) Ama de casa. Sobreprotectora con sus hijos, de valores altos.

      JORGE: (39) Ejecutivo en finanzas. Sincero y brutal cuando habla.

      MATÍAS: (16) Estudiante de secundaria. Terco y orgulloso.

      (Transcurre en una cocina comedor. Hay una mesada, al lado una cocina y una heladera. En el centro, una mesa rodeada por cuatro sillas. Arriba de la mesa un bolso con ropa desordenada. Un hombre agarra una pava, la llena de agua y la pone en el fuego. Después agarra un mate, le pone yerba y después la bombilla. Fuerza el mate, se le resbala y cae. La yerba queda desparramada en la mesada. Lo vuelve a agarrar. Otro hombre se acerca por la puerta de la izquierda).

      Carlos y Mariano

      Carlos: ¿Qué estás haciendo?

      Mariano: Intento hacer mate. Pero la bombilla no entra. (A Mariano se le cae el mate en la mesada. Carlos mira y se ríe). ¡No te rías! ¡Es para vos! A mí no me gusta el mate. Es agua caliente... Con pasto... Con sarro de dientes ajenos... Y migas de pan o galletitas... Y...

      Carlos: (Revolea los ojos). Deberías haber estudiado biología. Serías un gran infectólogo.

      Mariano: ¡Basta de chistes! Ayudame con esto... (Carlos pone la bombilla en el mate casi vacío, junta la yerba de la mesada y la pone en el mate. Luego lo ceba). ¿Qué hiciste?

      Carlos: Es más fácil poner primero la bombilla y después la yerba. (Mirándolo fijamente).

      Mariano: ¡No, eso no! ¿Juntaste la yerba de la mesada y la pusiste en el mate que vas a tomar? ¡Qué asco! (Carlos sonríe y niega con la cabeza. Luego toma el primer mate y lo escupe). ¿Te salió tan feo? ¡Es porque juntaste la yerba sucia! ¿Ves que tengo razón?

      Carlos: (Suspira). Se nota que no me prestás atención. Nunca se toma el primero, se escupe. Es un asco el primero.

      Mariano: (Con tono pícaro). ¿Seguimos hablando del mate? (Carlos sonríe con preocupación). ¿No me vas a decir nada? Siempre que hago un chiste de doble sentido lo retrucás ¿Te gané tan fácil esta vez?

      Carlos: No. Bueno, sí. Es que... (Deja de hablar. Hay una pausa y después suspira bajando la mirada. Lo vuelve a mirar. Se sienta y señala la silla del frente). Sentate, tenemos que hablar.

      Mariano: (Se tira para atrás). ¡No...! Nada bueno empieza con un “tenemos que hablar”. Cuando mi actual esposa dijo: “Sentate, tenemos que hablar”, era para decirme que iba a nacer Lara.

      Carlos: (Se cruza de brazos). Es imposible que te dé una noticia así.

      Mariano: (Esquiva la mirada, se apresura). Mi avión ya sale, y querés que me siente.

      Carlos: No me lo hagas más difícil, sentate...

      Mariano: (Doblando la ropa deprisa). Tengo que terminar de acomodar las cosas, podés hablarme mientras guardo...

      Carlos: (Imperativo). ¡Sentate que me ponés nervioso ahí parado!

      Mariano: (Sin mirarlo, cierra el bolso y se lo cuelga). No puedo sentarme. Ya se va mi avión. (Va hasta la puerta). Tengo que estar allá en media hora. Hablemos la próxima vez que nos veamos.

      Carlos: (Se para y grita). ¡No va a haber próxima vez, Mariano!

      Mariano: (Aturdido). ¿Qué?

      Carlos: ¡No hay próxima vez, Mariano! (Se agarra la cabeza). Sentate de una vez, por favor... (Mariano se sienta lentamente. Carlos se tranquiliza). No sé cómo decirte esto pero... cuando te conocí era más joven. Nos conocimos en uno de tus “viajes de negocios”. Y no lo niego, me divertí con vos. Somos dos buenos amigos que de vez en cuando nos vemos para tener sexo. (Mariano mira para el otro lado cuando dice eso). Aunque te cueste decirlo. Y una cosa es que lo niegues a tu familia y a tus colegas. Pero que te lo niegues a vos... Es triste, me das pena. Pero no puedo esconderme. Nunca lo hice. Y... (Levanta la voz). Bueno, me aburrí de jugar a las escondidas. Esto se terminó acá.

      Mariano: ¿Por qué? O sea, no entiendo ¿No nos llevamos bien?

      Carlos: Sí, sí, es verdad. Es que...

      Mariano: (Lo vuelve a mirar fijamente e interrumpe). Pero... no entiendo nada. ¿Para vos soy tu amante solamente?

      Carlos: (Baja la mirada).